La incidencia de las varices en la población no deja de crecer y alcanza ya a 2,5 millones de españoles

Esta patología no tiene curación definitiva pero sus síntomas pueden paliarse con medicación y con tónicos venosos
Por EROSKI Consumer 4 de febrero de 2002

Aparecen al principio con aspecto inofensivo, como una especie de delta azulado o violáceo dibujado sobre el mapa de la piel. Pero poco a poco se acrecientan y comienzan a asemejarse a una lombriz, de forma que su relieve se acentúa bajo la epidermis. Su territorio preferido son las piernas, lugar en el que se encuentran a sus anchas, como si fuese su hábitat natural. Y al final acaban siendo muy problemáticas, pues enlentecen notablemente la circulación sanguínea.

La incidencia de las afecciones varicosas en la población no sólo es elevada, sino que va progresivamente a más. Cálculos del Consejo General de Colegios Farmacéuticos indican que actualmente alcanzan nada menos que a 2,5 millones de personas en España, lo que representa el 10% de la ciudadanía adulta.

Las varices son dilataciones permanentes de venas profundas o superficiales, cuyas principales causas de aparición son: herencia genética, cambios hormonales, toma de anticonceptivos orales, profesión de la persona en cuestión (trabajar de pie, permanecer mucho tiempo sentado), vestir con ropa o calzado ajustado o poner calor directo en las piernas.

Pero lo peor de las varices es que no tienen curación definitiva. Hay algunas medidas terapéuticas para luchar contra ellas, aunque todavía no existe ninguna que consiga hacerlas desaparecer por completo. Los síntomas pueden paliarse con medicación y con tónicos venosos, pero estos recursos sólo sirven para aliviar en parte la situación, y algo similar ocurre en el caso de los vendajes compresivos o las medias terapéuticas.

De hecho, la única solución definitiva es la de la intervención quirúrgica y la extirpación total de las venas afectadas. Y aun así, según el órgano de representación de los farmacéuticos, no está garantizado al 100% que las varices no vuelvan a aparecer. La explicación que da es la siguiente: «Tras la extirpación, la sangre se recanaliza a través de otras venas hasta entonces normales, pero que a partir de ese momento han de soportar un trabajo extra, con el consiguiente riesgo de trasformación en nuevas varices».

¿Pero a qué se debe en realidad la formación de las varices? Este fenómeno tiene su origen en el mal funcionamiento de las válvulas de las venas de las piernas. Dichas válvulas cooperan de forma decisiva para que la sangre continúe su itinerario hacia el corazón. Sin embargo, en caso de mal funcionamiento la sangre se queda estancada en la venas, de forma que éstas se ensanchan de forma ostensible.

De este modo, las varices no representan solamente un problema estético -aunque también lo es, pues su aspecto no resulta en modo alguno agradable- sino sobre todo un problema de salud de primer orden, hasta el punto de que pueden acarrear serias adversidades.

Entre ellas figura la posibilidad de que se rompan las paredes de las venas a causa de la elevada presión sanguínea a que se ven sometidas. Dicha ruptura desemboca en las llamadas úlceras varicosas. Y por otra parte los problemas circulatorios pueden dar lugar a trombos que además bloquean por completo la circulación, y en ese caso estamos ante un supuesto de tromboflebitis.

Síntomas

Los especialistas insisten en la necesidad de tomar medidas contra las varices desde el momento en que comienzan a aparecer los primeros síntomas. Los signos más comunes que surgen al principio son la sensación de pesadez en las piernas y una serie de calambres en las extremidades inferiores. En esa zona también es usual que se perciban cosquilleos, picores o sensación de tener las piernas dormidas.

Un dato que resaltan los especialistas es el hecho de que las mujeres padecen afecciones varicosas en mucha mayor medida que los hombres: el cuádruple. Y las cifras se disparan si la mujer ha tenido más de dos hijos.

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