El virus causante de la neumonía atípica, también conocida como asiática o Síndrome Respiratorio Agudo Severo, ha sido por fin identificado. Lo confirmó la Organización Mundial de la Salud. Como ya se sospechaba, se trata de un agente patógeno de la familia de los coronavirus, al que los investigadores han bautizado como «Virus SARS». A esta conclusión han llevado los resultados de una acción desconocida hasta la fecha, en la que han participado trece laboratorios de diez países de todo el mundo. A los dos centros chinos que iniciaron los trabajos se han unido, desde el pasado 12 de marzo, fecha de la alerta mundial lanzada por la OMS, otros de Canadá, Francia, Alemania, Hong Kong, Japón, Holanda, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos.
Concretamente ha sido uno de esos laboratorios, el servicio de virología del Centro médico Erasmus de Rotterdam (Holanda), el que completó definitivamente los trabajos de identificación del virus del SARS. Su director, el doctor Albert Osterhaus, subrayaba que, sin duda, se trata de «un virus hasta ahora desconocido». Otros expertos señalaban que «el virus ha estado durante mucho tiempo en la naturaleza, pero desconocíamos su existencia». Tampoco se sabe cómo saltó de los animales a los humanos, aunque no se descarta que fuera través de los alimentos.
El director ejecutivo de los programas de enfermedades de la OMS, David Heymann, afirmó que «el ritmo de las investigaciones ha sido asombroso». A su juicio, gracias a la colaboración extraordinaria entre laboratorios de países de todo el mundo se sabe qué causa el SARS.
El Centro para el Control de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (CDC), entre otros laboratorios, ya anunciaba la posibilidad de que el culpable de la neumonía asiática fuera en realidad algún tipo desconocido de coronavirus, aunque este extremo no se ha podido confirmar hasta ahora, ya que no se sabía con certeza si el «candidato» cumplía o no los postulados de Koch. Siguiendo estos postulados, antes de asegurar que un virus es realmente el responsable de una enfermedad, primero debe poder ser aislado en cada uno de los pacientes, después ser cultivado en laboratorio en ausencia de otros microorganismos y, finalmente, debe ser capaz de provocar el mismo tipo de infección en un organismo sano.
Desde este momento, gracias a la culminación con éxito en la identificación del «Virus SARS», los científicos pueden enfrentarse a otro de los retos que plantea la enfermedad, como es el de descifrar su información genética.