Llegar con salud a los cien años

Científicos estadounidenses detectan mecanismos de resistencia al deterioro cognitivo en individuos mayores de cien años
Por Kima Ganivet 9 de noviembre de 2005

Deshaciendo la norma de que el deterioro cognitivo es consecuencia del paso de los años y que a cierta edad la cordura nos vuela, investigadores de distintos países se han mostrado perplejos a la hora de constatar que en no pocas personas de edad muy avanzada, por encima de los cien años, los mecanismos de reconocimiento, interpretación, memoria o lenguaje parecen misteriosamente inalterables.

Thomas Perls, encabezando a un grupo de neurólogos del Boston Medical Center, decidió investigar científicamente esta impresión por medio de un estudio con personas centenarias de Massachusetts. «Si el deterioro cognitivo avanzase a la velocidad que siempre hemos calculado, todos los individuos de más de cien años deberían presentar una forma u otra de demencia y, sin embargo, constatamos que no es así», explica el investigador.

El trabajo coordinado por Perls incluye evaluaciones neuropsicológicas y neuropatológicas de ancianos centenarios. Muchos de ellos, asegura, permanecen cognitivamente intactos. Perls reconoce que en la mayoría de estos centenarios se detectan marcadores de enfermedad de Alzheimer y, no obstante, no hay sintomatología clínica que apoye el diagnóstico.

Los autores del New England Centenarian Study recuerdan asimismo que numerosos estudios han plasmado cuan difícil es escapar a una u otra forma de demencia, aunque sea en forma incipiente, más allá de los 85 años, considerada una edad barrera. Pese a ello, explica Perls, persiste una cierta discordancia en la bibliografía. De acuerdo con los resultados obtenidos por otro estudio llevado a cabo en la misma región años atrás, la tasa de demencia en individuos de 85 años llegaba sólo al 50%, toda vez que un estudio holandés certificaba que la prevalencia de disfunción cognitiva en 19 individuos de más de cien años era del 100%.

Menos enfermedad

Otro apunte interesante es que en los individuos de cien años o más con diagnóstico de demencia, la enfermedad apareció en fases muy tardías, entrada ya la novena década de vida. Perls y su equipo llevaron a cabo un estudio retrospectivo de 350 pacientes centenarios en los que se dieron tres circunstancias distintas: en un 42% se trataba de individuos dementes que sobrevivían misteriosamente a la enfermedad (conocida por limitar la supervivencia de los enfermos); en el 45% se detectaron los primeros síntomas más allá de los 80 años y un 13% seguía sin presentar síntoma alguno.

Casi la mitad de ancianos centenarios mantienen intactas sus facultades mentales
El experto subraya que tanto los supervivientes (enfermos) como los que habían escapado a la enfermedad tenían una notable capacidad para valerse por sí mismos. De forma menos paradójica, se constató que el grado de salud general de estas personas era también excepcional: casi el 90% de estos centenarios había esquivado achaques tan propios de la vejez como la enfermedad cardiovascular o los cánceres no dermatológicos. Como respuesta, los autores del estudio proponen la existencia de mecanismos de longevidad de carácter fenotípico, así como diversos genotipos subyacentes e interacciones medioambientales.

El género, como es sabido, desempeña también un papel esencial: sólo el 15% de los pacientes que superaron la barrera de los cien años en el estudio americano fue de sexo masculino. A propósito de esto último, Perls especula con la posibilidad de que los estrógenos de la mujer, conocidos por su naturaleza antioxidante, ejerzan una función protectora. Por otra parte, añade el investigador, el organismo de la mujer, debido a las seriadas menstruaciones, «dispone de menos hierro y de menos radicales libres». El autor recuerda que la presencia de menos hierro y menos radicales libres se asocia a niveles de colesterol LDL más bajos, con un riesgo menor para cardiopatía isquémica o ictus.

A todas estas especulaciones no podía escapar el factor puramente genético, al cual se atribuye entre el 5% y el 10% de los casos de longevidad. Diversos investigadores llevan años trabajando en modelos animales para determinar si, efectivamente, existe un gen de la «larga vida». En algunos de los trabajos realizados con el gusano C. elegans se ha podido comprobar, por ejemplo, como la supresión de genes específicos permite doblar sus expectativas de vida, aunque con unos niveles de actividad metabólica y física muy limitados.

Irreversible, no inevitable

Otro estudio danés, con 276 pacientes de aquel país europeo que iniciaron el tercer milenio habiendo cumplido cien años, resolvió que la mitad tenía signos inequívocos de demencia, mientras que un 37% carecía de signo alguno.

La prevalencia de enfermedades no cognitivas asociadas a procesos de demencia era asimismo escasa: sólo un 12% padecía déficit de vitamina B12 y ácido fólico, hipotiroidismo o Parkinson.

Karen Andersen-Ranberg, de la Universidad de Odense, añadió que la historia clínica de episodios cardiovasculares o ictus fue similar en dementes y no dementes. En cambio, los valores de presión arterial fueron generalmente más elevados en los pacientes con demencia.

La investigadora concluye que la demencia senil es una enfermedad más que probable en pacientes ancianos, conforme avanzan los años, pero niega que se trate de una condición inevitable. De ahí que considere de gran interés proseguir con las investigaciones que aclaren los mecanismos de resistencia al deterioro cognitivo para elaborar, así, estrategias de prevención precoz. «Una vez instaurados los primeros síntomas de demencia el avance de la enfermedad es progresivo e irreversible», asegura. «Pero su instauración puede retrasarse si se conocen los mecanismos y las medidas para desactivarlos», añade.

CENTENARIOS ESPAÑOLES

ImgCon el aumento del nivel de vida y la mejora de los dispositivos asistenciales son cada vez más las personas de nuestro país que rebasan la frontera de los cien años. Si antes podían contarse con los dedos de la mano, hoy no es raro alcanzar edades avanzadas, por lo que atender a pacientes centenarios, aunque no es habitual en nuestros hospitales, ha dejado de ser un hecho anecdótico. Sin ir más lejos, la Comisión de Población y Desarrollo de las Naciones Unidas prevé que el número de centenarios en todo el mundo pasará de 155.000 en el año 2000 a 2.189.000 en el 2050.

Actualmente existen varios grupos de investigadores en España que mantienen registros de centenarios, en su mayoría orientados desde una perspectiva demográfica. Sin embargo, son escasos los estudios publicados sobre este tema, enfocados desde un punto de vista psicosocial o clínico. En Lugo, un equipo de internistas del Complexo Hospitalario Xeral-Calde llevó a cabo recientemente un estudio de pacientes centenarios a fin de poder analizar los factores relacionados con la longevidad, conocer en detalle su estado de salud y establecer los programas necesarios para conseguir la máxima calidad de vida e independencia funcional de estas personas.

Entre enero de 2001 y septiembre de 2003, los autores realizaron visitas domiciliarias a estos individuos, cumplimentando un protocolo que incluía su situación social, historia clínica, exploración física, estado funcional (Índice de Barthel -IB-) y extracción de muestras de sangre. Se entrevistó en total a 54 centenarios, 16 varones y 38 mujeres. El 75,9% presentaba viudedad; el 87% vive con su familia y el 79,6% cursó estudios en su juventud. Todos tienen ingresos propios. En sus antecedentes médicos destaca que el 64,8% presenta alteraciones de la visión o la audición, el 81,5% consume medicamentos, el 59,3% ha pasado por intervenciones quirúrgicas y el 46,3% ingresó en un hospital por causas médicas. La cobertura vacunal es baja. La valoración funcional, mediante el IB, obtuvo una puntuación media de 59 ± 36,4, mostrando una diferencia significativa p< 0,003 entre varones (82,7 ± 28,7) y mujeres (49,6 ± 35,1). Se extrajeron muestras de sangre a 51 centenarios, no demostrándose diferencias significativas entre sexos ni tampoco según el nivel de dependencia.

Los investigadores concluyeron que la población centenaria del área sanitaria de Lugo estudiada es similar a la descrita en otros países. Se trata de un grupo heterogéneo, con predominio de mujeres, pero su situación clínica y funcional es significativamente peor que la de los varones; no hay constancia de una relación entre los parámetros hematológicos y nutricionales y el nivel de dependencia funcional de los centenarios. Estos resultados, aunque no son estadísticamente significativos (por el pequeño tamaño de la muestra y la elevada dispersión de algunos parámetros) sugieren sin embargo que el peor estado funcional puede estar relacionado con procesos de inflamación crónica y desnutrición.

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