Neumomadrid reclama más medios para poder reducir las listas de espera de pacientes con apnea del sueño

En algunos casos, estas personas tienen que esperar más de dos años para poder acceder a una prueba y lograr un diagnóstico
Por EROSKI Consumer 11 de abril de 2004

Sensación de cansancio, dolores de cabeza y quedarse dormido durante el día. Todos estos síntomas, además de roncar de forma estruendosa e intermitente y tener más kilos de la cuenta o alteraciones en la cavidad oral, ofrecen el perfil del paciente tipo de apnea del sueño, una patología que sufren más de un millón de españoles. La enfermedad se caracteriza por la aparición de pausas respiratorias de más de 10 segundos de duración, que se repiten a lo largo del sueño y originan importantes alteraciones médicas a largo plazo, como los problemas cardiopulmonares. Y a corto plazo, impide al afectado descansar adecuadamente, lo que repercute en la calidad de su vida diaria.

Ingresar una noche

Las personas con estos síntomas deberían someterse a una polisomnografía, una prueba para estudiar la calidad del sueño y la capacidad respiratoria, que obliga a permanecer ingresado durante toda una noche. Y ese es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los centros de la red pública. Neumomadrid, la sociedad científica que agrupa a los neumólogos de Madrid, ha denunciado una vez más que las listas de espera en los hospitales públicos para acceder a una prueba y lograr un diagnóstico supera en algunos casos los dos años.

En la mejor de las situaciones, en hospitales como el Gregorio Marañón de Madrid, la espera no llega a los seis meses y alcanza los dos años en la madrileña Fundación Jiménez Díaz. El tiempo medio de espera es de un año en la gran mayoría de los hospitales españoles, «una cifra alarmante si se tienen en cuenta las graves consecuencias de esta enfermedad», afirma Javier de Miguel, miembro del grupo de Insuficiencia Respiratoria y Trastornos del Sueño de Neumomadrid. No hay que esperar a que el paciente tenga problemas cardiacos y respiratorios a largo plazo. Las consecuencias pueden ser inmediatas porque cuando el sueño nocturno no es reparador, la somnolencia puede sobrevenir de forma repentina. Personas que trabajan con maquinaria pesada o realizan trabajos de riesgo son los más vulnerables. Pero también es una enfermedad de riesgo para cualquier conductor. Se estima que la apnea del sueño está detrás del 20% de los accidentes de tráfico, según De Miguel.

Somnolencia repentina

Los neumólogos creen que la difusión de los síntomas de la enfermedad está ayudando a engrosar las listas de espera. Existe más educación sanitaria y los españoles empiezan a ser conscientes de que los ronquidos no representan sólo un problema de convivencia. Las sospechas de quienes llegan a una consulta de Neumología se confirman con frecuencia, tanto que se estima que la apnea del sueño afecta a más de un millón de españoles. Para José Miguel Rodríguez González-Moro, neumólogo del Hospital Gregorio Marañón, la solución a la lista de espera pasa por la creación en los hospitales de unidades monográficas.

«Nuestro problema es que para diagnosticar correctamente a estos enfermos, deben ingresar durante una noche para que duerman en el hospital y podamos medir sus variables respiratorias, cardiacas, saturación de oxígeno y calidad de sueño. El equipo técnico está ocupado durante toda la noche por un sólo paciente y no se puede rentabilizar más, como un equipo de resonancia, por ejemplo», señala José Miguel Rodríguez.

Sistemas portátiles

Una opción sería realizar estas pruebas con sistemas portátiles desde la misma casa del paciente. «Pero estos sistemas no son tan sensibles ni eficaces», afirma. En el Gregorio Marañón se ha realizado una apuesta por el diagnóstico y tratamiento de este trastorno. Se ha creado una unidad de Soporte Ventilatorio y Trastornos del Sueño, doblando los equipos existentes. En estos momentos se cuenta con cuatro equipos de polisomnografía, pero no todos los centros gozan de la misma situación.

Después del diagnóstico, la apnea del sueño no siempre requiere un tratamiento específico. Depende de la intensidad de cada caso, pero a veces basta con unas recomendaciones básicas que pasan por una pérdida drástica de peso o la reducción del consumo de tabaco, alcohol y sedantes. En ocasiones, el problema desaparece con pequeñas correcciones quirúrgicas del velo del paladar o de la úvula o campanilla, o tratando una obstrucción nasal muy evidente.

Cuando nada funciona, la opción con la que cuentan los enfermos con apnea es dormir con una mascarilla en la nariz que proporciona aire con presión positiva. Como la apnea obstructiva del sueño impide que pase el aire necesario para respirar, este sistema actúa como una válvula neumática que evita el colapso de la vía aérea durante el sueño. «Utilizarla puede resultar aparatoso, pero suprime las apneas, elimina los ronquidos, proporciona un sueño reparador y, por tanto, un beneficio sintomático inmediato», asegura Rodríguez González-Moro. En tanto no se encuentre otra solución, debe usarse, en general, de por vida.

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