Los gases

Un trastorno molesto pero con solución
Por María Rodríguez 14 de junio de 2005

Los gases son considerados por los médicos un síntoma preocupante más que molesto pero que pueden llegar a condicionar la vida de una persona si no se cotrolan. Una incorrecta alimentación, estrés, intolerancia a ciertos alimentos o comer demasiado rápido puede provocar la aparición de estas flatulencias, muy frecuentes en la infancia, sobre todo en los tres primeros meses de vida y, posteriormente, en la edad adulta. Unos pequeños cambios en la dieta alimenticia pueden ayudar, e incluso, erradicar las molestas ventosidades.

Qué son y por qué se producen

Aunque hay quien los sufre como una enfermedad, los gases no alcanzan esta categoría y se consideran más bien un síntoma o trastorno ligado al estilo de vida y la alimentación. Además, en Medicina no existe ninguna patología que se denomine gases, a pesar de que es una de las causas más frecuente de consulta.

Bajo la denominación de gases se incluyen numerosas enfermedades, entre las más importantes la dispepsia no ulcerosa o el síndrome de intestino irritable. De ahí la importancia de consultar siempre al especialista, ya que esos cuadros clínicos tienen un tratamiento específico.

Qué son y por qué se producen

Los gases pueden acumularse tanto en el intestino como en el estómago y pueden expulsarse en forma de eructos o por vía anal, lo que se conoce como flatulencias. Habitualmente, los gases se generan en el intestino grueso al hacer la digestión, por la fermentación que se produce de los alimentos y el aire que se traga al comer, un acto natural que pasa desapercibido. “Se trata de un proceso habitual”, comenta el doctor José Ángel Moracho del centro de Salud Estrecho de Corea de Madrid, quien añade que “cuando hay un exceso es cuando resulta molesto, pero la gente debe saber que el gas siempre existe, siempre se produce”.

En determinadas ocasiones, sobre todo al ingerir ciertos alimentos que producen gases con mayor facilidad o debido a circunstancias clínicas concretas, como el estreñimiento, el afectado puede percibir que tiene más gases de lo normal. “En general, todas las personas producen una cantidad habitual de gases intestinales, que son producto de la ingesta y degradación bacteriana que se lleva a cabo en el interior del intestino”

“Todas las personas producen una cantidad habitual de gases intestinales, que son producto de la ingesta y degradación bacteriana que se lleva a cabo en el interior del intestino”

, aclara el doctor Ángel Álvarez Sánchez, portavoz de la Sociedad Española de Patología Digestiva y miembro del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Principalmente, la alimentación y la degradación bacteriana son las causas de los mismos y se trata de una situación puramente fisiológica, “que puede hacerse en un determinado momento consciente para el sujeto”. Es entonces cuando el paciente comenta que tiene gases, pero ello no implica una mayor producción de los mismos, sino que la persona, por un aumento de la sensibilidad visceral, ‘siente’ esos gases”, aclara el doctor Álvarez Sánchez.

De acuerdo a la visión de los especialistas consultados, los gases son un mero trastorno y no tienen por qué esconder una enfermedad, “aunque siempre es adecuado consultar a un facultativo, sobre todo, si los síntomas son repetitivos o se acompañan de otros como el estreñimiento, ardor de estómago, dificultad para tragar o pérdida de peso”, recomienda el doctor Álvarez Sánchez.

Hay quien los asocia con, por ejemplo, la hernia de hiato pero “no tiene nada que ver. Es un factor patogénico en la enfermedad por reflujo gastroesofágico (y, además, no el principal). En determinado caso de pacientes intervenidos quirúrgicamente de una hernia de hiato (fundoplicatura) pueden tener dificultades para expulsar los gases por la boca, pero eso no es sinónimo de lo otro”, asegura.

A quién afectan

Nadie está libre de no sufrirlos, pero es evidente que algunas personas los sufren más que otras. “La clave radica en la dieta, ya que hay alimentos que por su naturaleza y composición provocan más gases que otros y hay personas más sensibles a ciertos alimentos”, asegura el doctor Moracho. De ahí la importancia de unos hábitos de alimentación más estrictos y correctos desde el momento en el que se producen los primeros síntomas.

Tanto los adultos como los bebés son propensos a sufrirlos indistintamente, aunque no hay estadísticas que detallen si se hacen presentes con mayor frecuencia en la edad adulta o en la infancia o si sufrirlos de pequeños es sinónimo de padecerlos de mayor. Aunque se sabe que es muy común que en la primera etapa de la vida, en los tres primeros meses, los niños tengan lo que se conoce como ‘cólico del lactante’, molestos gases que se pueden aliviar masajeando el abdomen del pequeño suavemente. “Suele darse cuando el niño tiene ansiedad o es muy llorón. Para calmar al pequeño la madre suele darle un biberón que el niño deglute muy rápido, y es entonces cuando se le forman los gases y aparece el dolor”, comenta el doctor Moracho.

En la edad adulta las personas intolerantes a la lactosa, con problemas de páncreas, colón irritable y síndrome de malabsorción intestinal son los más propensos a padecerlos

En la edad adulta las personas intolerantes a la lactosa, con problemas de páncreas, colón irritable y síndrome de malabsorción intestinal son los más propensos a padecerlos

. Lo mismo sucede con quienes sufren estrés continuo, presentan cuadros de ansiedad o son excesivamente nerviosos. Sin embargo, en esta edad es más fácil solucionar el trastorno que en la infancia, ya que el adulto puede explicar al profesional los síntomas y molestias que sufre y, generalmente, con un simple cambio en los hábitos alimenticios el problema se soluciona.

En primer lugar es necesario observar lo que se come para, de esta forma, encontrar los alimentos que pueden desencadenar los síntomas y evitarlos. “En muchos casos recomendamos dejar de tomar leche durante un par de semanas, ya que la intolerancia a la lactosa suele ser una de las causas más frecuentes en los adultos”, asegura Moracho, quien añade que resulta muy eficaz desde las primeras molestias eliminar los alimentos con fibra y cereales, lácteos, dulces, determinadas legumbres o verduras y, realizar un poco de ejercicio después de las comidas, basta con dar un paseo y que el intestino se mueva un poco tras ingerir alimentos.

Cómo diagnosticarlos y tratarlos

A los adultos con problemas de gases repetitivos se les puede practicar una serie de estudios tales como:

  • Ecografía abdominal.
  • Radiografías y TAC (escáner) de abdomen.
  • Estudio de tránsito gastrointestinal.
  • Estudio para detectar la posible presencia de sangre en heces y orina.
  • Colonoscopia
  • Gastroscopia.

No obstante, no “siempre es necesario practicar todas, ya que no hay sistema sanitario que lo pueda soportar. Lo más importante es acudir al médico, porque simplemente con un buen interrogatorio y una exploración física puede ser suficiente para el diagnóstico”, comenta el doctor Álvarez Sánchez.

Si los resultados de las pruebas son normales, habitualmente basta con realizar algún cambio en la dieta alimenticia. Los profesionales médicos suelen recomendar que se tomen más alimentos con fibra no soluble como es el caso del salvado, que “igual que entra en el cuerpo, sale. Las proteínas y grasas producen pocos gases mientras que los hidratos de carbono tienden a provocarlos

Las proteínas y grasas producen pocos gases mientras que los hidratos de carbono tienden a provocarlos

“, detalla el doctor Moracho.

“El mejor tratamiento es la prevención mediante la realización de comidas no copiosas, evitando las bebidas gaseosas, el tabaco o el exceso de alcohol”, recomienda el doctor Álvarez Sánchez. Además, es importante no comer rápido, masticar correctamente y evitar los alimentos con mayor cantidad de fibras como la coliflor, la col, los garbanzos, las lentejas, cebollas, espárragos, fresas, naranjas, peras o tomates. Es aconsejable, sustituir el café por infusiones, consumir más pescado que carne y si se toma esta última, tratar de que esté bien cocinada y sea poco grasa.

Quienes con un cambio alimenticio no hagan desaparecer las flatulencias, tienen la posibilidad de recurrir a ciertos medicamentos cuyo mecanismo de acción “implica la disminución de los gases, aunque hay que tener en cuenta que la efectividad no es constante en todos los pacientes. Por su inocuidad, en muchas ocasiones son prescritos, pero no siempre son efectivos”, advierten desde la Sociedad Española de Patología Digestiva.

Estos medicamentos son compuestos derivados de la simeticona (antiflatulento) cuyo efecto actúa directamente sobre las burbujas de gas. Son efectivos los suplementos enzimáticos pancreáticos “aunque lo más importante es la educación dietética y el descartar alguna patología de base importante”.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube