Los riesgos para la madre y su bebé de abusar de la fructosa añadida durante el embarazo

Diversas investigaciones recientes advierten de los peligros que entraña para la embarazada y su bebé el consumo en exceso de este edulcorante presente en comida procesada y bebidas azucaradas
Por Verónica Palomo 3 de diciembre de 2025
embarazo fructosa
Imagen: Ivan S
La fructosa añadida es un tipo de azúcar presente en muchos alimentos ultraprocesados y su ingesta excesiva puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud, pero especialmente para las mujeres embarazadas. Nuevas investigaciones advierten de que el abuso de este compuesto durante la gestación puede representar un riesgo tanto para la madre como para el feto. Reducir su consumo podría prevenir numerosas enfermedades.

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Uno de los principales miedos de la mujer embarazada es acertar con su alimentación, ya que lo que coma puede afectar, para bien o para mal, al buen desarrollo y la salud del bebé. Hay infinidad de estudios que avalan el daño que en esta etapa puede causar la ingesta de bebidas alcohólicas, el abuso de cafeína, los huevos crudos o poco cocinados o los lácteos sin pasteurizar.

En general, el consejo médico a las futuras madres pasa por llevar una dieta equilibrada y no abusar de los alimentos ricos en carbohidratos, las grasas trans ni los dulces (bollería industrial). Hasta ahí todo correcto.

El riesgo de abusar de la fructosa en el embarazo

Pero, a juzgar por las últimas investigaciones, quizá los profesionales sanitarios deberían hacer aún más hincapié en los riesgos que pueden provocar los alimentos que contienen fructosa añadida, un edulcorante que podemos encontrar en la comida procesada, los refrescos y demás bebidas azucaradas. Es más, algunos investigadores hablan directamente de qué es lo que se debería incluir en el listado de alimentos contraindicados durante la gestación.

Alba Andreu Martí, dietista-nutricionista y miembro del grupo de trabajo de Obesidad y Salud Reproductiva de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), confirma que existe una creciente evidencia científica que vincula el consumo excesivo de fructosa añadida durante el embarazo con efectos adversos tanto para la madre como para su descendencia. “Son varios los estudios que han asociado una ingesta elevada con un mayor riesgo de desarrollar obesidad, síndrome metabólico, hígado graso no alcohólico y resistencia a la insulina”, explica. La experta añade que, además, “estos efectos no solo afectan a la gestante, sino que también pueden programar metabólicamente al feto, condicionando su salud a corto y largo plazo”.

Qué alimentos contienen fructosa añadida

La fructosa se encuentra de forma natural en la fruta, ¿eso significa que comer mucha fruta es malo para el bebé? Por supuesto que no. La fruta no representa un problema. “De hecho, aporta fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales que modulan la absorción de azúcares y contribuyen a la salud metabólica. Siempre que se trate de fruta entera y no de zumos industriales o productos con azúcares añadidos”, apunta la nutricionista.

Cuando hablamos del riesgo de la fructosa nos referimos a la añadida. “La fructosa es un monosacárido que efectivamente se encuentra de forma natural en frutas, pero también en las verduras y la miel. En este contexto, cuando se consume en cantidades adecuadas como parte de una dieta equilibrada, no representa un riesgo para la salud.

El problema surge con la fructosa añadida, especialmente en forma de jarabe de maíz alto en fructosa (JMAF o HFCS) o como parte de la sacarosa, que se utiliza ampliamente en la industria alimentaria para endulzar productos procesados”, detalla la investigadora de la SEEDO. Por lo tanto, hablamos de una forma de fructosa que se encuentra en alimentos ultraprocesados, como refrescos y bebidas azucaradas, salsas, mermeladas, bollería industrial, cereales de desayuno, yogures azucarados, productos light y productos que alegan ser aptos para personas diabetes.

Dulces y embarazo
Imagen: Andres Ayrton

La fructosa tiene un índice glucémico más bajo que la glucosa, es decir, eleva de forma lenta y moderada los niveles de azúcar en sangre. Sin embargo, la fructosa añadida se metaboliza directamente en el hígado, por lo que un exceso puede llevar a la resistencia a la insulina y a la acumulación de grasa en este órgano. “Todo esto favorece el estrés oxidativo y la acumulación de grasa visceral”, relata la dietista-nutricionista Alba Andreu.

Otras contraindicaciones para la madre y su bebé

El grupo de investigación Nutrigenómica y Programación Fetal (NUTRIPRO), liderado por Carlos Bocos, de la Universidad CEU San Pablo, ha publicado recientemente un estudio que demuestra que la exposición prenatal a la fructosa puede inducir hipertrofia cardiaca en los bebés. Esto significa que su ingesta en exceso puede producir un crecimiento anormal del músculo cardiaco, un engrosamiento que afecta a la capacidad del corazón para bombear la sangre, lo que aumenta el riesgo de complicaciones cardiacas serias, como una insuficiencia, arritmias o muerte súbita. “Este agrandamiento anormal del corazón está considerado un marcador temprano de insuficiencia cardiaca”, añade Abreu.

¿De qué cantidades estamos hablando? “Los efectos negativos debidos al consumo de fructosa se presentan cuando la ingesta calórica diaria está entre un 25 % y un 50 % de la ingesta calórica total. Para que nos hagamos una idea, los bebedores habituales de refrescos azucarados pueden llegar a consumir entre un 20 % y un 25 % de la ingesta calórica total diaria en forma de fructosa añadida”, indica Bocos. Este porcentaje equivaldría solo a los refrescos, por lo que habría que añadir los alimentos en cuya composición también llevan esta fructosa añadida.

👉 Hipertensión en el embarazo

La investigación de Carlos Bocos, recogida en la revista Nutrients, ha demostrado también que la fructosa añadida en el organismo de la embarazada es capaz de alterar el gas que protege la placenta. El gas sulfuro de hidrógeno o H2S es una sustancia que ejerce un papel protector frente al desarrollo de enfermedades cardiovasculares por sus propiedades antiinflamatorias y vasodilatadoras, incluyendo, por tanto, un papel beneficioso en la formación de la placenta y en la gestación.

“El hecho de que hayamos comprobado que el consumo de azúcares como la fructosa añadida disminuye la producción de ese gas podría sugerir una menor protección y un mayor riesgo de sufrir preeclampsia (hipertensión en el embarazo) incluso en mujeres gestantes sin sobrepeso”, explica el director del estudio.

​👉 Posibles efectos en el desarrollo neurológico del bebé

Pero aún hay más. Investigaciones en modelos animales han revelado que el consumo elevado de fructosa añadida en etapas tempranas de la vida puede afectar al desarrollo neurológico del niño. En concreto, un estudio de 2025 de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), publicado en Nature, concluyó que los ratones cuyas madres consumían una dieta alta en fructosa añadida mostraron que este tipo de azúcar tiene capacidad para interferir en la célula clave en la maduración cerebral (microglía). Aunque todavía faltan investigaciones en humanos, “este efecto se ha relacionado con la aparición de comportamientos ansiosos en la adolescencia y un aumento del riesgo de sufrir trastorno del espectro autista, esquizofrenia, discapacidad intelectual y trastornos bipolares”, añade Alba Andreu.

Es lo que el especialista Carlos Bocos define con el término de programación fetal, un mecanismo por el cual la ingesta materna de fructosa añadida va a inducir cambios epigenéticos en sus descendientes. “La epigenética estudia los cambios de expresión de los genes (fenotipo) sin que la secuencia de ADN se vea modificada. Estos cambios son heredables y se mantienen en el tiempo”, explica. Es decir, que se pueden producir cambios en los genes por factores ambientales, como la dieta o el ejercicio.

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