El Ministerio de Sanidad ha introducido nuevos temas en el debate parlamentario sobre la responsabilidad social corporativa, como la publicidad engañosa de productos supuestamente «milagrosos» para la salud o como el papel de las farmacéuticas en la lucha contra el sida y otras enfermedades. En lo referente a la publicidad engañosa, el director general de Salud Pública del Ministerio, Manuel Oñorbe, ha declarado que esta publicidad «si no engañosa, sí es éticamente dudosa, y puede hacer mucho daño por su enorme influencia en las decisiones que puedan adoptar los ciudadanos sobre su salud». Así se recoge en las actas de las sesiones de la Subcomisión de RSC del Congreso de los Diputados.
Como ejemplo Oñorbe ha expuesto «esas aguas que adelgazan, esas golosinas que son una merienda para un niño, esos pseudoyogures que limpian los intestinos, esas merluzas o los lácteos que tienen omegas 3 y bajan el colesterol».
En la misma línea el director general ha declarado que «hay que conseguir una presión social suficiente y un compromiso social de las empresas», para que se impida «que productos nocivos para la salud se vendan en ningún caso, o que se vendan como saludables productos que no lo son». Oñorbe cree que «es el momento de pedir a las empresas la autorregulación, el autocontrol, para no perjudicar a la salud pública».
Medicamentos
Por otro, las actas recogen como Oñorbe se ha quejado de la existencia de una investigación y producción farmacéutica «sesgada por el criterio básico de la rentabilidad en el caso de vacunas y nuevos fármacos». En su declaración, del pasado 10 de marzo, afirmó que «las grandes enfermedades clásicas de la Humanidad», como el cólera o la tuberculosis, vuelven a ser endémicas en algunas regiones del mundo, y que enfermedades que ya estaban casi erradicadas, como la poliomelitis, están incrementando su incidencia por falta de vacunas en países en vías de desarrollo.
El director general ha criticado que lo mismo pasa con los tratamientos para el sida. Se venden «a unos precios inaccesibles para los países en desarrollo», que «curiosamente son los que soportan las tasas de nuevos casos anuales mayores del mundo», mientras se manifiestan «resistencias de las empresas productoras para proporcionarlos a precios más asequibles», declaró Oñorbe.
Por otro lado, el representante de Sanidad manifestó su desacuerdo con las «prácticas nada responsables socialmente y poco éticas de algunas empresas farmacéuticas» que, «con un afán únicamente económico», «presionan» a la Administración para «fracturar consensos científicos y acuerdos políticos».
Durante su comparecencia, Oñorbe también hizo referencia a que la responsabilidad social corporativa debería incluir la consolidación de entornos laborales saludables, según sus propias palabras, «al igual que se han desarrollado, como conocerán ustedes, con éxito intervenciones como ciudades saludables, como escuelas saludables, como hospitales saludables, también podríamos desarrollar empresas saludables, lugares de trabajo saludables».
Consumidor responsable
Por su parte la directora general de Consumo y Atención al Ciudadano del Ministerio de Sanidad, Ángeles María Heras, insistió en la responsabilidad del consumidor, la cual «agregará valor al mundo de la empresa». En este sentido Heras declaró que para que el consumidor ejerza esta responsabilidad, es fundamental «la transparencia de la información» porque son los consumidores «debidamente informados» los que «tienen en sus manos la responsabilidad social» y «posibilidades reales de seleccionar aquellos productos y servicios» más sostenibles.