Un hospital londinense implantará arterias artificiales que imitan los vasos sanguíneos

Los investigadores creen que la técnica ayudará a reducir el número de ataques al corazón y de amputaciones
Por EROSKI Consumer 4 de enero de 2010

Pacientes con problemas cardiovasculares o de deficiente circulación en extremidades probarán en un hospital londinense una novedosa arteria artificial que, desarrollada con nanotecnología a partir de material polímero, permite imitar el comportamiento de los vasos sanguíneos naturales. Los investigadores que han desarrollado la nueva arteria creen que la técnica ayudará a reducir el número de ataques al corazón y de amputaciones.

Las operaciones de «bypass» o de reemplazamiento de vasos dañados utilizan en estos momentos venas del propio paciente, extraídas de la pierna, o injertos artificiales de plástico en caso de necesidad de segmentos mayores. El problema es que las primeras no son siempre adecuadas y los segundos resultan poco eficaces para empalmes de menos de ocho milímetros de grosor, además de que su material de nailon no reproduce el pulso de los vasos sanguíneos naturales y su superficie estimula la coagulación de la sangre que pasa a través de ellos.

Las arterias que se implantarán en el Royal Free Hospital de Londres imitan el pulso de los vasos sanguíneos humanos, ya que siguen el ritmo de los pulsos del corazón y transportan los nutrientes hasta los tejidos corporales. De un material que es al mismo tiempo fuerte y flexible, su pared está diseñada para poder soportar la presión de la sangre y no propiciar la coagulación. El uso de técnicas de nanotecnología para la producción de las nuevas arterias permite incluso activarlas para usos específicos, de acuerdo con la incorporación en el material de concretas moléculas microscópicas. Mientras unas están pensadas para ayudar a la circulación de la sangre, otras impulsan determinadas células madre a que cubran su forro, lo que les faculta para reparar aún más los vasos sanguíneos.

El grado de fracaso es «alto» en el uso de injertos rígidos, en el caso de diámetros pequeños, advierte el profesor George Hamilton, al frente de este programa dotado con 500.000 libras (unos 555.000 euros). Muchos pacientes con necesidad de un injerto pequeño, pero que carecen de venas adecuadas, ven amputadas sus extremidades o pueden morir de un ataque al corazón al no poder someterse a una cirugía cardiovascular, explica. El profesor destaca que la nueva arteria «beneficiará a todos los pacientes con esos problemas, pues reducirá ataques del corazón y amputaciones, y en última instancia salvará vidas».

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