Un grupo de nueve niños británicos, de entre seis y 13 años de edad, partirá en expedición hacia el Everest, la montaña más alta de la Tierra (8.848 metros), como parte de un estudio científico para comprobar cómo responden los más pequeños a la altitud extrema, con sus características de baja presión e insuficientes niveles de oxígeno.
Los resultados de esta investigación, impulsada por la fundación Smith Medical, del University College de Londres, podrían ser de gran importancia para el tratamiento de bebés prematuros o de menores nacidos con fibrosis quística y anemia falciforme, así como de niños con enfermedades congénitas de pulmón.
Según Monty Mythen, responsable del estudio, en el Everest se podrán investigar mejor los factores que permiten a los niños adaptarse más rápidamente al entorno. Mythen partirá, junto a su hijo y sus sobrinos, que integran el grupo, hacia Katmandú, en la primera expedición de niños hacia la mítica cumbre para contribuir al avance científico.
En esta expedición, en la que viajan también la profesora de Fisiología Respiratoria Janet Stocks y un grupo de pediatras, «se han evaluado los riesgos y se supervisará en todas las etapas la salud de los niños», asegura Mythen.