Una nueva técnica permitirá la detección precoz del tumor linfático de piel más común

El descubrimiento de científicos españoles hará posible el desarrollo de nuevos fármacos
Por EROSKI Consumer 30 de agosto de 2003

Si hasta el momento la micosis fungoide, el tumor linfático de la piel más común, era una de las patologías más difíciles de detectar, la posibilidad de realizar un diagnóstico precoz se ha multiplicado tras la investigación realizada por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y un grupo de clínicos de diferentes hospitales españoles. La importancia del estudio, basado en la identificación del perfil molecular de este tipo de linfoma, radica, para el director del programa de Patología Molecular del CNIO, Miguel Ángel Piris, en que «puede permitir el desarrollo de medicinas dirigidas a nuevos enfoques terapéuticos y avanzar en el tratamiento».

La clave de la investigación reside en la utilización de una nueva tecnología, desarrollada por el propio CNIO. Técnicamente, la práctica llevada a cabo se denomina «aplicación del diagnóstico molecular con microarrays», facilitada por el oncochip, un instrumento preparado para identificar genes a través de una determinada muestra de tejido. Gracias a ello, se ha conseguido «abordar el mismo problema pero de forma diferente», indica Piris. Y añade: «Esta tecnología nos ha permitido lograr las respuestas deseadas».

El punto de partida de esta investigación es enero de 2000. Cerca de 7.000 genes -los que podían estar implicados en el desarrollo del linfoma cutáneo de células T o micosis fungoide- se sometieron a un estricto análisis a través del oncochip, comparando dos grupos de pacientes, uno de 11 enfermos con dermatitis inflamatoria y otro de 29 con micosis fungoide, hasta identificar 27 genes implicados en dicho tumor. Así se pudo diseñar un modelo de predicción en el que intervienen 6 genes que sólo aparecen en los pacientes afectados por el tumor linfoide.

Este mapa molecular ha sido validado con otros 24 pacientes que padecían este cáncer de piel en sus fases iniciales y el resultado no puede ser más contundente: un 97% de certeza en el diagnóstico. En opinión de Miguel Ángel Piris, el trabajo es un claro ejemplo de que «se puede ir más lejos en el campo del diagnóstico para diferenciar una lesión benigna de una maligna. Y al identificar las anomalías podremos pensar en el enfoque terapéutico correcto».

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