Dirigido por la Congregación de Religiosas Adoratrices, desde Proyecto Esperanza trabajan cada día desarrollando un programa de Apoyo Integral para Mujeres víctimas de explotación. Cuentan con un servicio de atención operativo las 24 horas, los 365 días del año, para recibir cualquier aviso o comunicación en relación a un posible caso de trata de mujeres con fines de explotación. De la mano de Antonio Rivas, el coordinador de Gestión y Formación de este proyecto, nos adentramos en la siguiente entrevista en el problema de la trata de mujeres, con una dimensión desconocida y en la que aún queda mucho por hacer. Uno de los grandes desafíos, reconoce Rivas, está siendo “la incorporación en condiciones de dignidad al mundo laboral después de que los derechos de estas mujeres se han degradado”. Aun así, en el último año, Proyecto Esperanza ha atendido a un total de 88 mujeres aportándolas alojamiento, asesoramiento jurídico, apoyo médico y psicológico y un acompañamiento sociolaboral y educativo.
La trata es una violación de los derechos humanos. Las Naciones Unidas lo han definido como la esclavitud del siglo XXI. Miles de personas, particularmente mujeres y menores, son captadas todos los años, todos los días, en sus países de origen, a veces con engaños, a veces con violencia, para trasladarlos de sus lugares de origen hacia otros destinos, nacionales o internacionales, para su explotación, laboral, sexual, en mendicidad, etc. El Protocolo de Palermo fue el disparo de salida de una nueva toma de conciencia de este fenómeno que ya está formalmente recogido en nuestro Código Penal como un delito específico (art. 177 bis).
Estos 15 años nos han permitido ver cómo un fenómeno, del que apenas se tenía conciencia y frente al que no había herramientas ni jurídicas ni sociales para combatirlo, está incorporado a la agenda social y política. Y esto ha sido gracias, en gran parte, al trabajo de sensibilización e incidencia política llevado a cabo por las entidades sociales. El propio Proyecto Esperanza desde 2007 forma parte de la red de centros de la Comunidad de Madrid para atender específicamente a este fenómeno; algo difícil de imaginar cuando empezamos en el año 1999. Por tanto, toma de conciencia y provisión de recursos son dos grandes avances que hemos experimentado en estos años. Aun así, en esos mismos dos campos, sigue haciendo falta mucho trabajo.
El trabajo con otras entidades es fundamental para abordar la complejidad de la situación que viven las mujeres que han sido víctimas de trata. Trabajar con Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es básico, pues ellas tienen asignada formalmente la función de identificación. Trabajar la recuperación física, la regularización administrativa, el resarcimiento penal y moral de las mujeres, acompañarlas al retorno o recuperar su proyecto aquí entre nosotros es una tarea que solo se puede lograr trabajando en red.
“Cada día vemos que, con el compromiso compartido, el del equipo con las mujeres y ellas con el equipo, la salida de la trata es posible”
Todo ello lo hacemos tejiendo una red de alianzas que incluye a la Administración Pública a todos los niveles; pero también a grandes redes de entidades y pequeñas organizaciones locales. Contamos con aportes y complicidades que van desde compartir formación con equipos de Guardia Civil o colaboración con la Fiscalía de Extranjería, hasta la calidez del voluntariado que acompaña a las mujeres los fines de semana o los programas de alumnado en prácticas de universidades.
Nadie sobra en este trabajo. Todas y todos podemos aportar y colaborar.
“Lo importante es poner la situación de la mujer víctima en el centro del foco, más allá del control de flujos migratorios”
En estos momentos las mujeres víctimas de trata no están siendo reconocidas como refugiadas por su condición de víctimas de este delito. Cuando en contadas ocasiones han logrado este reconocimiento ha sido, casi siempre, en base a otros motivos de persecución. Está claro que la realidad de un mundo estructuralmente injusto arroja siempre situaciones cuya complejidad supera a la ley. Lo importante es avanzar en el enfoque de derechos humanos, poner la situación de la mujer víctima en el centro del foco, más allá de enfoques que priorizan el orden público o el control de flujos migratorios. El asilo u otras medidas de protección internacional, con esta o con otras denominaciones, buscan un tipo de protección frente a realidades de violencia que las mujeres afrontan. Es en adaptar y construir este tipo de instrumentos de protección donde tenemos que incidir. Y para ello, nuestra legislación y sobre todo su implementación efectiva aún tienen que mejorar.
“La trata es un fenómeno con fuertes raíces en estructuras de desigualdad y valores patriarcales”
La trata es un fenómeno con fuertes raíces en estructuras de injusticia, desigualdad, empobrecimiento de poblaciones, valores patriarcales y corrupción, entre otros factores. Solo con un enfoque erradicador e integral, que cambie la estructura global, desde la educación a la reforma de la justicia, desde el acceso a derechos hasta la libertad básica de circulación de los seres humanos, podremos desmontar esta violencia. La aproximación a la trata como un delito, siendo esto real e importante, no debe dejar atrás las estrategias de prevención y de erradicación de la cultura de explotación que ha mercantilizado a las personas más vulnerables, entre ellas mujeres y niñas. Nosotros queremos crecer en un modelo de alianza como miembros de la sociedad civil que trabajan codo con codo con la administración pública. En este sentido, vamos dando pasos al abrir diálogos, tener propuestas legislativas, participar en foros donde llevar nuestra experiencia de campo de 15 años atendiendo a más de 800 mujeres.
En efecto, la trata es un gran negocio ilícito. Es interesante poner de manifiesto estas enormes masas de dinero y preguntarse dónde y cómo fluyen estos capitales ilegales, dónde se guardan, dónde se invierten, en definitiva cómo se lavan. Detrás de la estructura de violencia más visible, aflora un sistema financiero cómplice o connivente, perfectamente organizado y que siempre parece escapar a toda investigación o reforma. Frente a estas cantidades hay que denunciar que las posibilidades de recibir indemnizaciones de las mujeres víctimas que denuncian y se arriesgan en los procesos penales son prácticamente irrisorias, y por ello más indignantes aún. Llama la atención la falta de solidez de las cifras que se dan en relación a la trata. Difícilmente tenemos acceso a las fuentes originales o encontramos estudios serios, con la dimensión necesaria y técnicamente estructurados. La realidad es que nadie sabe con exactitud la dimensión del problema de la trata. Esto en sí mismo es terrible. Sobre cualquier otra realidad económica, desde el precio del petróleo a la prima de riesgo, tenemos datos en tiempo real, pero sobre cuántas mujeres hay en situación de explotación, ¿nos permitimos redondear cifras en miles?
“Para la ‘Ley Mordaza’ la situación de la mujer, sus necesidades, vulnerabilidades y derechos no están en el foco”
La estrategia de orden público no es la más adecuada para luchar contra la trata. La situación de la mujer, sus necesidades, vulnerabilidades y derechos no están en el foco. Se priorizan otros bienes jurídicos y, al final, ni se entiende ni se atiende la situación de fondo de las víctimas. Nos preocupa enormemente que con esta ley en la mano se esté llegando a multar a mujeres que están ejerciendo la prostitución en situación de trata, lo cual supone una doble victimización. Además, esto incide directamente en que las mujeres que sufren este delito perciban a las fuerzas de seguridad más como un problema que como un apoyo, con lo que el proceso de identificación de la persona como víctima de un delito se puede estar dificultando.
Las redes operan como verdaderos emprendedores criminales, la explotación se canaliza en clubes, en carreteras, en pisos, pero también a través de redes sociales, medios digitales, servicios puerta a puerta. El fenómeno se adaptará a la situación que impone esta nueva ley para sortear los obstáculos que le impone, probablemente en detrimento de las propias mujeres, haciendo más difícil su localización, el acceso a las unidades de calle, etc. Nuestro sistema legal y de protección sigue siendo reactivo y, por eso, vamos siempre por detrás del fenómeno. La única forma de atajarlo es ir a las raíces culturales y sociales que lo generan y a mejorar la calidad de derechos de todo el contexto para que la explotación no sea posible.
Desde Proyecto Esperanza, de la Congregación de Religiosas Adoratrices, relatan cómo es el acompañamiento a una mujer víctima de trata:
“Las mujeres llegan, en muchas ocasiones, como consecuencia del trabajo en alianza y coordinación con Policía Nacional o Guardia Civil. Cuentan con nuestro equipo de identificación cuando hay indicios de que una mujer puede ser susceptible de ser víctima de trata, para que podamos entablar un contacto directo con ella, entender su situación y ofrecerle todo nuestro apoyo y recursos.
Es un momento extremadamente delicado, donde el equipo ha de demostrar una calidad y una calidez única para hacer llegar su mensaje a una mujer que está en una situación extremadamente delicada, con mucho miedo y desconfianza y sin entender cuáles son sus opciones y derechos. También nos llegan casos derivados desde el tejido social, entidades que han ‘educado la mirada’ para detectar este tipo de situaciones, o desde servicios consulares, hospitales, etc.
A las mujeres se les ofrece todo un itinerario de acompañamiento que puede incluir servicio residencial en casas de acogida, organizado por etapas, que las puede acompañar no solo para una atención de emergencia, sino también a medio y largo plazo (la estancia puede ser de hasta un año y medio, valorando siempre las necesidades de cada mujer de forma individual).
Se les ofrece además, con independencia de que necesiten o no el alojamiento, asesoría jurídica, atención socio-laboral, atención médica y psicológica, desde un acompañamiento educativo individualizado, que pone los derechos y el proyecto individual diseñado con cada mujer en el centro del trabajo.
Tenemos un enfoque de trabajo inter-disciplinar y partimos de creer y apostar por las fortalezas y capacidades de la mujer para recuperar su vida y su proyecto personal”.