Entrevista

Ilde García, presidenta de la Asociación Dar Al Karama (Hogar de la Dignidad)

Traemos a niños enfermos que apenas se pueden mover y se van caminando
Por Azucena García 14 de noviembre de 2007
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Desde el año 2002 la Asociación Dar Al Karama gestiona el Hogar de la Dignidad, una casa de acogida ubicada en Alicante que facilita la estancia en España de niños y niñas saharauis que están enfermos. Estos pequeños residen en los campos de refugiados de Tindouf (Argelia), donde no reciben tratamiento médico, por lo que su estancia en nuestro país es para ellos la única posibilidad de recuperarse. Reconstrucción de cadera, cáncer de huesos o parálisis cerebral son algunas de las enfermedades que se han atendido gracias al programa de la asociación que preside Ilde García (Toledo, 1948). En total, se ha encontrado solución a casi medio centenar de casos. “Nos encargamos de todo lo que necesitan los niños durante su estancia en España: alojamiento, manutención, escolarización y tratamiento médico”, explica García.

El programa de asistencia médica de Dar Al Karama está dirigido a niños y niñas de los campos de refugiados de Tindouf, que viajan a España para curarse. ¿No sería posible atenderles en su país para que permanecieran junto a sus familias?

Es cierto que en su país hay hospitales, pero las condiciones en la que se encuentran estos centros son pésimas, impensables en un lugar desarrollado. No tienen nada que ver con los hospitales que tenemos en nuestro país. A veces, hay que estar constantemente limpiando la arena que hay en el suelo y en las mesas en las que se atiende a los propios pacientes. La asepsia es imposible porque el siroco se filtra por cualquier rendija. Además, aunque hay médicos, no están especializados, y tampoco cuentan con suficientes medicamentos.

¿Cómo se consigue que no pierdan el contacto con sus familias durante la estancia en España?

Los niños suelen venir para varios meses, pero cuando la estancia se alarga procuramos que no pase más de un año sin que vean a sus familias. Buscamos financiación para que puedan viajar a su país y ver a sus padres. También pueden ver la televisión por satélite para que se sientan más cerca de su cultura.

“En los hospitales saharauis hay que estar constantemente limpiando la arena que hay en el suelo y en las mesas en las que se atiende a los pacientes”

Pero cuando la estancia se prolonga, se gestiona su escolarización en España y se facilita la integración en nuestra cultura.

Por ello, en el Hogar contamos con dos monitores saharauis con los que hablan en su propia lengua. Estos monitores se encargan de que su cultura esté bien alimentada, evitan el desarraigo. Hay que entender que los niños no vienen con la finalidad de quedarse en España, sino a recibir tratamiento sanitario y a curarse. Están escolarizados para que incorporen conocimientos de nuestra cultura, pero también de matemáticas o de geografía, en ningún caso se pretende que olviden sus raíces.

¿Cuáles son estas raíces? Cuénteme cómo es un día en un campo de refugiados.

Un día es bastante igual a otro, a otro y a otro. Los niños están allí en un tiempo de espera mientras sobreviven en jaimas -tiendas de campaña- o en casas de adobe que se van rompiendo porque están hechas de ladrillos de arena y agua del desierto. Son casas de una habitación, pequeños habitáculos a los que les ponen una puerta y que, cuando hay siroco o lluvias fuertes, se derriten. Viven en el lugar más inhóspito del desierto.

¿Así que el Hogar de la Dignidad es realmente el único hogar propiamente dicho que conocen?

Así es. Aspirábamos a que fuera un espacio digno para que los pequeños, que tienen que separarse de sus familias porque están enfermos, se encontraran en las mejores condiciones posibles. Es una casa amplia, con capacidad para ocho niños y niñas menores de 14 años, aunque en alguna ocasión también acogemos a jóvenes de hasta 17 años.

“Un día en un campo de refugiados es bastante igual a otro, a otro y a otro. Los niños están allí en un tiempo de espera”

¿Cómo se selecciona a los menores que participan en el programa de atención médica?

Cuando un niño o niña acude al dispensario médico en su país, si se detecta que padece una patología grave, se le traslada al hospital. Allí, la Comisión de Evacuación saharaui supervisa el caso y decide si lo incluye en el listado de urgencias que luego nos trasladan. Posteriormente, una comisión médica acude desde España, evalúa el caso y, si aprueba el tratamiento en nuestro país, gestionamos la tramitación de los pasaportes y visados.

Recientemente, la asociación que preside advertía de que las trabas burocráticas demoran la tramitación de visados y esto hace que empeore el estado de salud de algunos menores enfermos.

Exacto. La burocracia es complicadísima. Es una tarea sumamente larga, pesada y extenuante, pero no queda más remedio que seguir los pasos que marca la Ley, aunque en algunos casos los plazos se alarguen más de lo deseado. En este sentido, hemos tenido una época de muchísima complicación y hemos recurrido al Defensor del Pueblo para pedir que nos faciliten la gestión de los pasaportes de los niños enfermos.

¿Qué patologías presentan estos niños y niñas? ¿La mayoría requiere una intervención quirúrgica?

Hasta el Hogar de la Dignidad llegan niños con cáncer, con problemas cardíacos, cerebrales o de huesos. En la actualidad, en el Hogar reside un niño al que ha habido que reconstruir el fémur y, a punto de que le den el alta, ya sabemos que va a regresar a su país caminando y que va a poder llevar una vida normalizada. Es increíble lo que se consigue. Traemos a niños enfermos que apenas se pueden mover y, sin embargo, se van caminando.

“La burocracia es complicadísima. Es una tarea sumamente larga, pesada y extenuante”

¿Qué significa, por lo tanto, para ellos tener la oportunidad de recibir un tratamiento médico?

Lo es todo. Recientemente regresó a su país otro niño que, cuando llegó, tenía problemas en la columna vertebral, en las piernas y en las manos. Aquí ha aprendido a utilizar los cubiertos con las manos, a manejar el ordenador y a moverse por sus propios medios gracias a un andador. Incluso ha aprendido a cultivar plantas para intentar que en el Sáhara crezca alguna hortaliza. Son historias bellísimas.

¿Cuándo se decide que llega el momento de regresar?

Cuando ya están curados. El próximo 2 de diciembre, por ejemplo, viajaremos con cuatro niños que ya han recibido el alta y nos traeremos a otros cuatro que viven en diferentes poblados. Llevamos ocho meses preparando el papeleo para que todo salga bien. Uno de los pequeños vendrá acompañado de un familiar porque tiene menos de cinco años y preferimos que se sienta más arropado. Este aspecto es muy positivo para la recuperación.

¿Qué seguimiento hace la asociación de cada caso una vez que los menores regresan?

Hacemos siempre un seguimiento de todos los niños que pasan por el Hogar de la Dignidad. Les vamos a visitar, les llevamos los medicamentos que necesitan y, cuando requieren revisión médica, procuramos que viajen a España o intentamos que aprovechen el programa Vacaciones en Paz para, durante el verano, hacer las revisiones médicas oportunas. Además, la Comisión de Evacuación saharaui tiene toda la información de los niños que han regresado, así como de las patologías por las que han sido intervenidos, y realiza visitas a las familias para comprobar el estado de salud de los menores.

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