Entrevista

Jordi Serrallonga, arqueólogo, naturalista y autor de ‘África en 10 palabras’

África es un continente tan próximo como desconocido
Por Azucena García 17 de septiembre de 2011
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Dar las gracias, pedir perdón, saludar o despedirse son conceptos básicos en África, palabras que describen a una población, a menudo, desconocida para los ciudadanos del Norte. Jordi Serrallonga, arqueólogo, naturalista y autor del libro ‘África en 10 palabras’ (Plataforma Editorial, 2011), revela los diez términos básicos que configuran su propio “manual de supervivencia en la jungla de asfalto”. Este libro es un modo de acercarse a un continente tan próximo como desconocido, señala Serrallonga, quien asegura sentirse impactado por él, “origen de todos nosotros” y con un patrimonio natural, cultural e histórico muy rico. “La mayor parte de las noticias que nos llegan de África, por desgracia, se centran solo en la parte negativa del continente”, lamenta, pero hay escritores, científicos, cineastas y músicos, agrega, además de “países donde la gente sonríe constantemente por la calle”.

¡Jambo!

Hola.

Esta es una de las diez palabras que destaca en su libro “África en 10 palabras”. ¿Cómo ha realizado la elección de cada una?

La elección se decidió de forma natural, de manera casi inconsciente. Son las diez palabras swahili que más pronuncio y, sobre todo, escucho durante mis expediciones al África Oriental. Es más, si me pidieran reescribir el libro de nuevo, seleccionaría, sin duda, las mismas diez palabras que figuran en el índice de lo que considero, en realidad, mi manual de supervivencia en la jungla de asfalto.

¿De qué manera pueden estas diez palabras ayudarnos a vivir en la ciudad?

En ningún momento me planteé escribir un libro de autoayuda. Sería del todo pretencioso por mi parte pensar que puedo ayudar a mejorar la vida de los habitantes de la jungla de asfalto. No a todos les sienta bien un determinado tipo de dieta milagrosa, no a todos les hace ricos leer un manual del aspirante a millonario y, seguramente, no todos entenderán por qué diez palabras africanas me han ayudado a sobrevivir cuando regreso a las calles, edificios, academias e instituciones de mi ciudad. Pero, como mínimo, quiero que las conozcan por si quieren ir a buscarlas.

¿Cuándo viajó por primera vez a África y por qué motivo?

“Desde el primer momento, quedé seducido por las gentes, los pueblos y culturas de África”

Mi primer viaje al continente africano se remonta a más de quince años atrás. El motivo era ir en busca de los orígenes de la Humanidad; África es la cuna del ser humano. Me pasé mucho tiempo excavando yacimientos arqueológicos y paleontológicos que sumaban millones de años de antigüedad pero, desde el primer momento, quedé seducido por las gentes, los pueblos y culturas que me rodeaban: los ganaderos y guerreros maasai, datoga y pokot, los cazadores-recolectores hadzabe y cualquier habitante de ese continente tan próximo como desconocido.

¿Qué le impacta más del continente después de conocerlo?

Todo… absolutamente todo.

¿En qué cree que estamos equivocados los ciudadanos del Norte respecto al continente africano?

“África es el origen de todos nosotros y posee un patrimonio natural, cultural e histórico muy rico”

De un lado, pensamos que África es sinónimo de guerra, machetes sanguinarios, hambre, miseria, taparrabos, moscas, dictaduras, golpes de Estado, etc. De otro lado, pensamos que África equivale a leones, elefantes, gorilas, acacias, montañas como el Kilimanjaro o sabanas doradas. África, en realidad, es mucho más que eso. África es el origen de todos nosotros y, además de un Patrimonio Natural muy rico, también posee un Patrimonio Cultural e Histórico que nada tiene que envidiar a nuestra tradición grecorromana.

¿La imagen que nos llega de África no es, por lo tanto, la imagen de la realidad africana?

La mayor parte de las noticias que nos llegan de África, por desgracia, se centran solo en la parte negativa del continente. Es innegable que existen hambrunas y conflictos interétnicos, y los he vivido, ¿pero por qué no divulgamos las noticias positivas procedentes de una tierra tan maravillosa? La política de conservación de muchos gobiernos africanos es envidiable y mejor que la nuestra; hay países africanos donde la gente sonríe constantemente por la calle; existen escritores, científicos, cineastas, músicos que reflejan la normalidad de un continente vecino.

En su libro explica que nos creemos listos pero, frente a un cazador-recolector hadzabe o un ganadero maasai, “los analfabetos somos nosotros”. ¿Por qué?

En las sabanas áridas y arbustivas donde viven los hadzabe, de nada nos serviría conocer la obra completa de Cervantes ni de Dickens si no supiéramos leer las huellas dejadas por un antílope en el duro suelo; nuestro iPad será todo un lujo inútil si no somos capaces de localizar los tubérculos comestibles bajo tierra y lo pasaremos mal si no detectamos la presencia del león. No se puede ser analfabeto donde no existe la escritura: un hadzabe y un maasai no son analfabetos.

¿Ha aprendido en África que se puede ser feliz sin vivir con lo que nosotros consideramos progreso?

“La idea que tenemos de ‘progreso’ es totalmente equivocada. La felicidad es vivir como uno quiera vivir”

No propongo el retorno a las cavernas; los habitantes de la jungla de asfalto ya no podemos vivir como lo hace un cazador-recolector hadzabe o un pastor maasai. Somos felices (o pensamos que lo somos) con Dickens, la tableta digital y unos grandes almacenes. Ahora bien, en África, entre los hadzabe o los maasai, uno puede descubrir que existen otros pueblos que son auténticamente felices. Por lo tanto, la idea que tenemos de “progreso” es totalmente equivocada. La felicidad es vivir como uno quiera vivir.

Pero en ocasiones, la falta de progreso puede traducirse en miseria, la misma que ha visto en Kenia, donde describe a niños sin sonrisa y con estómagos vacíos.

Eso no es falta de progreso; paradójicamente, fue el “progreso” que buscaban algunos pueblos (las potencias coloniales europeas que se repartieron África como un pastel) lo que llevó la miseria a otros pueblos que vivían en equilibrio en su medio. Introdujimos el “progreso” en África: latifundios para empresas exportadoras que sustituían los pequeños cultivos de subsistencia o instituciones gubernamentales que favorecían a unas etnias por encima de otras. Tenemos mucho que ver en la miseria de África.

Lamenta que “hemos dejado atrás el altruismo para convertirnos en auténticos egoístas”. ¿Hacemos negocio de la solidaridad?

“Muchas grandes ONG se han aposentado en sus mullidos y caros sillones”

Sería injusto meter a todo el mundo en el mismo saco; conozco a cooperantes que realizan una extraordinaria, y directa, labor solidaria en África. Llegaron para pasar dos o tres años y llevan allí más de tres décadas privados de familia y lujos. Pero también discrepo de la línea de actuación de muchas grandes ONG que, en sus inicios, empezaron con loables acciones reivindicativas y de campo, pero que ahora se han aposentado en sus mullidos y caros sillones.

Dice que a las ONG más grandes “las ha matado su propio éxito”, ¿por qué lo cree así?

Porque algunas de ellas viven más preocupadas por su propia supervivencia que por la supervivencia de los que tenían que ayudar. Por suerte, en muchos casos, han sido relevadas por ONG más pequeñas que realizan una actividad silenciosa, pero loable.

¿Ha estado en el Cuerno de África?

Mi relación con el Cuerno de África se centra en los muchos hallazgos que se han realizado sobre los eslabones fósiles de la Humanidad. No guío a mis grupos de expedicionarios por esas maravillosas tierras azotadas por la hambruna. La sonrisa perenne que uno encuentra en cualquier rincón de Tanzania, incluso la fuerza para emitir un simple saludo (jambo), ha desaparecido debido, en buena parte, a nuestra ineptitud.

Asegura que hay “ayuda humanitaria que sigue abandonada en muchos almacenes y contenedores de puertos y aeropuertos africanos”.

Nos encanta enviar cajas de mantas y alimentos con logotipos multicolores. Creemos esencial que las cámaras de televisión filmen cómo son estibadas en el interior de grandes aviones o barcos. Pero, ¿cómo y quién distribuirá esta ayuda? La clave de todo está en la distribución: los transportes son caros y escasos. Incluso enviar una caja de libros y libretas a una escuela supone un problema: los profesores no tienen dinero para retirar el paquete de correos o la aduana de turno.

África en 10 palabras
  1. Asante: gracias. Un término perfecto para agradecer un regalo. Jordi Serrallonga lo define así: “Un regalo es algo que se entrega sincera y directamente, sin pretensiones de que exista una compensación”.
  2. Jambo: hola.
  3. Pole: lo siento.
  4. Mama: mujer respetable. “La mujer africana es la auténtica Eva de la Humanidad -subraya Serrallonga-. Hoy sabemos que nuestros orígenes biológicos se ubican en África, por lo tanto, la primera mujer fue africana, Mama Afrika”.
  5. Mzee: hombre respetable.
  6. Siombaya: no va mal. “En África siempre ven la botella medio llena, es algo que he aprendido de ellos y que intento aplicar para mi propia supervivencia en la jungla de asfalto”, asegura el autor.
  7. Polepole: poco a poco.
  8. Maji: agua.
  9. Safari: viaje.
  10. Tutaonana: hasta la vista.
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