La ONU cree que el control de la natalidad contribuiría a erradicar la pobreza en el Tercer Mundo

Recuerda al Norte su obligación de cooperar en la educación, la sanidad y la igualdad de género
Por EROSKI Consumer 4 de diciembre de 2002

A menor crecimiento demográfico, mayor desarrollo económico y social. La ecuación es sencilla y sus resultados comprobados desde hace décadas, según Naciones Unidas, que aboga por limitar la natalidad de los países pobres y acabar con el sometimiento de la mujer para facilitar el despegue de sus economías y recuperar un retraso de décadas en desarrollo social.

El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) presentó ayer en todo el mundo su informe sobre «El Estado de la Población Mundial 2002», en el que recuerda al Norte su obligación de contribuir a la educación, la sanidad y la igualdad de género. En las 81 páginas del informe, una conclusión emerge con claridad: el impacto del «efecto de población» sobre el crecimiento económico. Los estados con mayor nivel de desarrollo en las últimas décadas son los que más han limitado su expansión demográfica.

«Hay evidencias firmes, basadas en dos generaciones de experiencia y crecimiento», asegura el UNFPA. Desde los años 70, los países en vías de desarrollo con menores tasas de fecundidad «han registrado una mayor productividad, más ahorro y más inversión productiva». «Su crecimiento económico ha sido más acelerado», concluye el informe.

La validez del planteamiento se refrenda en varios países del Asia Oriental y en otros como México y Brasil. En el gigante sudamericano, el descenso en el número de nacimientos ha traído consigo un repunte del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,7% anual. A escala global, con un descenso del 0,4% en las tasas de natalidad en la próxima década, el número de pobres absolutos se recortaría en un 2,4%, recalca.

Oportunidad demográfica

Esta «oportunidad demográfica» sólo se abre una vez, advierte la organización de naciones, y se cerrará a medida que las poblaciones de esos países subdesarrollados vayan envejeciendo -sufren ya este fenómeno a mayor velocidad incluso que el llamado «primer mundo»- y que aumente el número de dependientes de mayor edad. Si la superpoblación es un lastre para la prosperidad económica y el desarrollo social de los países depauperados, uno igual e íntimamente relacionado es la marginación de la mujer.

Es, de hecho, la «clave de la bóveda», el nudo donde confluyen todos los factores de retraso. Recluidas en casa, sin acceso a políticas de natalidad y salud reproductiva, sin otro horizonte que traer hijos al mundo y asumir la carga de su cuidado, y privadas de la adecuada educación, las mujeres perpetúan a su costa el ciclo del subdesarrollo, señala el UNFPA.

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