El pasado 19 de diciembre Naciones Unidas declaró de manera oficial el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña. A partir del próximo año, ese día servirá para que los Estados miembros, las agencias de la ONU y otras organizaciones internacionales, además de la sociedad civil, trabajen por concienciar sobre la situación de las niñas en todo el mundo e impulsar cambios donde sea necesario.
El establecimiento de este día era uno de los principales objetivos que la organización humanitaria PLAN se marcó desde el lanzamiento en 2007 de la campaña internacional «Por ser Niñas», que hace énfasis en la necesidad de acabar con la doble discriminación -por género y edad- «que convierte a las niñas en las pobres de entre los pobres», explicó la ONG. El Gobierno de Canadá, que apoya la campaña, fue el encargado de elevar la propuesta a la Asamblea General de Naciones Unidas. La iniciativa contó además con el respaldo de la Premio Nobel de la Paz, Leymah Gbowee, y de los gobiernos de Alemania, El Salvador, Guinea Bissau y Paquistán.
«Por ser Niñas» llama la atención sobre el hecho de que las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de malnutrición, hambre y enfermedades, tienen menos acceso a la educación y sufren mayores violaciones de sus derechos fundamentales que los varones. De hecho, 62 millones de niñas no van a la escuela, cerca de 140 millones sufren de por vida las consecuencias de la mutilación sexual y 10 millones son obligadas cada año a casarse antes de cumplir los 12 años. «Las niñas son, por tanto, el colectivo más vulnerable», señala PLAN. En España, la campaña fue apoyada con su firma por 6.500 ciudadanos, por instituciones, por 35 grandes empresas, por líderes de opinión y por prescriptores de renombre.
PLAN defiende que invertir en las niñas «no solo es justo sino lo más inteligente. Si no invertimos directamente y específicamente en las niñas, en garantizar su acceso a la salud, la educación, la protección, en permitir su desarrollo vital y emocional, no será posible cumplir seis de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio». Según los estudios que elabora la ONG, un año extra de educación secundaria en una niña aumentará sus ingresos cuando sea adulta entre un 10% y un 20%, lo que repercute de manera positiva en su familia ya que las mujeres reinvierten un 90% de su sueldo en el hogar. «Por tanto, defender los derechos de las niñas e invertir en ellas, es inteligente y contribuye decisivamente al desarrollo global», asegura.