Más de 170.000 niños trabajan en España para ayudar a sus familias, según Unicef

Los pequeños de hogares con menos recursos son los que desarrollan mayor cantidad de trabajo
Por EROSKI Consumer 24 de noviembre de 2002

A pesar de que el trabajo infantil «no es un problema grave» en España y que no se detecta «explotación laboral», unos 172.000 escolares se dedican a trabajar para ayudar a sus familias: con el ganado, con la venta ambulante, con tareas domésticas, etc. Según un estudio realizado por el Fondo de Naciones para la Infancia (Unicef), casi el 3,5% lo hace en tareas domésticas, mientras un 0,51% realiza trabajos en negocios o comercios y un 0,35% en labores agrícolas y ganaderas. Además, constata que el trabajo en casa es mayoritariamente realizado por niñas, mientras que las otras modalidades son asumidas por los niños.

Pero son los pequeños procedentes de familias con menos recursos los que desarrollan mayor cantidad de trabajo y a medida que hay más hermanos, aumenta el porcentaje de trabajo de los menores. Hay que tener en cuenta que en España nos referimos a trabajo infantil como el que desarrollan los menores de 16 años, edad mínima legal de admisión al trabajo que coincide, además, con la edad de escolarización obligatoria. Además, conviene puntualizar que existe diferencia entre «ayuda» y «trabajo» infantil. Unicef considera que es trabajo cuando dedican a la actividad 2 ó más horas al día 5 días a la semana, salvo que se trate de labores domésticas, donde se considera trabajo a partir de 3 horas diarias 5 días a la semana.

Para el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, «el trabajo de los niños considerado como peligroso o explotador en España no constituye, ni de lejos, un verdadero problema», no obstante llama la atención sobre el trabajo de los niños en espectáculos públicos y señala que «no podemos hablar de explotación ni de actividades clandestinas o marginales» pero insiste en que «no existe control de la Administración respecto a si se mantiene la escolaridad del menor, si el trabajo afecta a su formación o el número de horas que trabaja». Asimismo, señala que «teniendo en cuenta las condiciones concretas en que se graban, por ejemplo las series de televisión, lo lógico es pensar que se esté superando el número de horas diarias y semanales a partir de las cuales el trabajo es perjudicial para el menor, pues, aunque no se impida la escolaridad, sí se dificulta el descanso y el disfrute».

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