Mayores acompañados en verano

Quienes se encuentran solos durante los meses de verano se apoyan en los voluntarios para compartir paseos y conversaciones
Por Azucena García 15 de julio de 2009

Dos horas a la semana son suficientes para dar un paseo o tomar un café. Por ello, algunas personas mayores piden tan sólo eso: dos horas a la semana. La petición la lanzan a quienes disponen de este rato libre y están dispuestos a dedicárselo. El verano no es sinónimo de vacaciones para todos. Por ello, los que se quedan piden compañía.

La soledad es una de las principales preocupaciones de las personas mayores. En más de una ocasión, supone el aislamiento social de quienes la padecen y se asocia, según la ONG Solidarios para el Desarrollo, «a una disminución de la salud y el bienestar». No tener con quien hablar, ya sea por teléfono o durante un paseo, genera una sensación de tristeza que aumenta la vulnerabilidad.

La situación empeora en verano. Cuando las familias se van de vacaciones, las ciudades se vacían y aumentan las horas de luz. Entonces la soledad de las personas mayores se hace más palpable. Algunas de ellas cuentan durante el resto del año con la compañía de voluntarios que les visitan una o dos o veces por semana, pero en la época estival también ellos se toman un tiempo de asueto.

Una tarde a la semana

Hacen falta voluntarios. El mensaje es claro: el número de mayores solos aumenta en verano y se necesitan personas dispuestas a hacerles compañía. Una tarde es suficiente para romper su rutina y compartir con ellos un momento diferente. Especial. «Establecemos dos o tres horas a la semana, pero algunos voluntarios se implican más a medida que pasa el tiempo», señala Laura Llapart Varona, responsable de personas mayores y discapacidad de Solidarios para el Desarrollo.

Los voluntarios establecen los días de visita, ya que suelen trabajar y tienen menos disponibilidad

La entidad ha puesto en marcha la campaña «Mójate en verano», con la que pretende aumentar la bolsa de colaboradores. Busca a aquellos que disponen de un hueco en su agenda para cedérselo a quienes más lo necesitan. El grado de compromiso exige un tiempo mínimo a la semana, que deciden los propios voluntarios. «Como normalmente son personas que trabajan, ellos establecen el horario -indica Llapart-. Las personas mayores casi siempre tienen disponibilidad».

Según lo acordado, los voluntarios acuden al domicilio del mayor para charlar durante unas horas, dar un paseo, leer un libro o ver una película juntos. Otras veces les acompañan al médico o a realizar gestiones. El objetivo es que ningún mayor pase semanas sin relacionarse, ya que algunos no pueden salir a la calle sin ayuda por falta de movilidad, porque padecen alguna discapacidad o porque sus viviendas no están adaptadas a sus necesidades.

«Para participar como voluntario tan sólo se necesita buena disposición para ayudar a los demás, mucho sentido común, responsabilidad y capacidad de trabajo en equipo». Así describe Desarrollo y Asistencia las características de los futuros voluntarios, a quienes dirige su nueva campaña y recuerda que «con dos horas semanales es suficiente».

A quién se atiende

Soledad es un término femenino. Afecta sobre todo a mujeres, viudas o solteras, que no tienen hijos ni familiares cercanos. Otras veces, las rencillas y enemistades son la causa de esta situación, por lo que se pretende mejorar la calidad de vida a través de la compañía. Solidarios para el Desarrollo atiende casos de este tipo en todos los puntos del país en los que cuenta con delegación. De hecho, un 15% de sus voluntarios se dedican a programas destinados a romper la soledad y mejorar la calidad de vida de los mayores. En total, en 2008 atendió a más de 1.600: «Pero aún son muchas las peticiones que nos quedan por cubrir».

A los voluntarios, como siempre, se les pide tener más de 18 años y sentirse con ganas de formar parte de este programa. No obstante, primero han de pasar una reunión informativa, una entrevista con los responsables de voluntariado y un curso de formación en el que aprenden nociones básicas para afrontar cualquier dificultad que se pueda presentar.

Además, se pide cierta seriedad y un compromiso mínimo porque, al establecerse una relación de voluntariado tan estrecha con la persona mayor, es importante cumplir con las visitas. «En el caso de los estudiantes esto resulta más complicado, pero algunos voluntarios mayores de 40 años llevan mucho tiempo en el programa y han establecido un vínculo que va más allá del objetivo inicial», explica Laura Llapart.

Suplir a los voluntarios

El compromiso es clave. Aunque la colaboración se inicie y concluya en verano, es importante mantener relación con la entidad durante un periodo mínimo de dos meses. Los voluntarios que colaboran en esta época suplen, en general, a quienes se encargan de la misma tarea el resto del año, por lo que se necesita que, al menos, cubran la ausencia de estos. “Pedimos como mínimo un periodo de dos o tres meses, pero no unas semanas”, afirma María Luisa Vizcaíno, de Avismón-Catalunya.

Se necesita cubrir la ausencia de los voluntarios habituales, por lo que el compromiso mínimo es de dos a tres meses

Esta organización trabaja en la ciudad de Barcelona, donde ofrece acompañamiento en domicilio, residencias y de manera puntual, para realizar gestiones administrativas o acudir a centros de salud. El horario lo establecen la persona mayor y el voluntario, aunque suele ser “antes de las siete de la tarde”.

Las tareas son sencillas pero exigen siempre un curso de formación para aprender unas pautas básicas. “Por ejemplo -recuerda María Luisa- es importante que los voluntarios no den el teléfono a las personas mayores”. En ese caso, la persona mayor puede optar por llamarle ante cualquier necesidad, a pesar de que el protocolo establece primero el contacto con la entidad para que sea allí donde se tome la decisión más adecuada.

Contactos:

  • Solidarios para el Desarrollo 902 123 125
  • Desarrollo y Asistencia 91 554 58 57
  • Avismón-Catalunya 93 332 58 58
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