
Guillermo Zapata se mueve como pez en el agua en tres medios diferentes: cine, televisión e Internet. Compagina el cine con su trabajo como guionista de televisión en la serie “Hospital Central”, trabajo que también comparte con los espectadores en su blog Casiopea. Zapata es, además, conocido por tener alojado en YouTube uno de los vídeos más vistos en la historia de la Red: ahí publicó su primer cortometraje, “Lo que tú quieras oír“, bajo una licencia Copyleft, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los grandes hitos de la plataforma, con más de 77 millones de visitas. Gracias a esta promoción, pudo grabar un segundo cortometraje, que también exhibió por el mismo canal.
Probablemente el tipo de licencia ha sido la razón del éxito en dos sentidos. Uno estricto, que tiene que ver con el apoyo que la comunidad ligada al Copyleft dio al cortometraje, empezando por sitios web tan emblemáticos como Barrapunto, etc. En un sentido más abstracto, creo que no se conocía el movimiento Copyleft como tal -las licencias Creative Commons en concreto- y se sintieron muy atraídos hacia la idea de que alguien no sólo les permitiera, sino que les animara a copiar algo y distribuirlo como les pareciera mejor.
“Una creación artística tiene un sentido más allá de los fuegos artificiales de los estrenos y el ritmo del mercado”
Nuevos puntos de vista sobre lo que uno ha hecho. Permite también relativizar la dimensión trascendente de la obra y situarla en un contexto más material. También posibilita concebir una obra no como una catedral misteriosa, sino como algo accesible para cualquiera y con lo que se puede dialogar. Al mismo tiempo, en determinadas ocasiones, permite que la propia obra se extienda y llegue a más gente. También da cierta idea de mutación, de que una obra tiene sentido como proceso, no como evento concreto. Tiene un sentido más allá de los fuegos artificiales de los estrenos y el ritmo del mercado.
“La tecnología puede abrir mecanismos expresivos para que las relaciones de poder se disuelvan”La tecnología libre, sí. La tecnología es un dispositivo que puede abrir mecanismos expresivos para que las relaciones de poder se disuelvan, pero para ello ese dispositivo debe utilizarse en unas condiciones determinadas. Por ello, es fundamental que exista la posibilidad de reapropiarse colectivamente de la tecnología para comprenderla y transformarla. Hay dispositivos tecnológicos que permiten esta reapropiación (el software libre sería el mejor ejemplo) y dispositivos que no: un sistema anticopia DRM, el funcionamiento opaco de ciertos sistemas operativos, etc.
“Es fundamental que exista la posibilidad de apropiarse colectivamente de la tecnología para comprenderla y transformarla”Una parte de mí quiere creer que no las conocen o tienen una concepción simplista de la situación actual que les lleva a entender las licencias como “experimentos juveniles” y con cierta ironía distanciada. Por otro lado, no podemos olvidar que esto de la cultura libre y la cultura propietaria es un conflicto real con intereses reales (dinero, posición en el mercado, relación de los creadores con su trabajo, etc.) y que, muchas veces lo que pasa es que cada uno elige simplemente el lado del que quiere estar.
“Si algo no se ve en la Red, no puedes quejarte de que te censuran, porque hay mil puertas abiertas”Me parece injusto sobre todo porque el método de control de los vídeos y el método para quejarse, o al menos discutirlo, es muy opaco. Pero el problema principal en este caso concreto es mío, porque debería haber sorteado el problema abriendo el corto a otros espacios. Si algo no se ve en la Red, no puedes quejarte de que te censuran, porque hay mil puertas abiertas. Depende de tu inteligencia y la relación que estableces con las plataformas concretas de distribución. Debe primar el “hazlo tú mismo”. Eso no quita que, con la excusa vergonzosa de la pornografía y la protección a los menores, se haya disparado una paranoia que permite casi cualquier medida de control. Eso sí hay que denunciarlo y atacarlo.
Por un lado me permite darme cuenta de errores, conocer mejor a un sector del público. Y, de alguna manera, hace transparente mi trabajo. El problema es que el formato demanda mucho tiempo y no siempre lo tengo.
Si partimos exclusivamente de que Internet es un escaparate para nuevos creadores y que estos lo usan para dar un salto cualitativo hacia la televisión (o al revés, que la tele usa la Red sólo para mover sus contenidos), aceptamos una visión un poco sesgada del asunto. Creo que lo más importante es que Internet permite una competición en términos de igualdad cualitativa con las grandes cadenas, donde el potencial publicitario de las mismas se enfrenta a la cooperación y la libertad que proporcionan lo barato de los soportes ajenos al mundo de la televisión.
“Un desafío interesante es pensar formatos específicos para Internet que no puedan saltar a la televisión”
Lo importante no es quién “salta”, sino qué. Así como las series de Internet no se pueden entender sin el imaginario creado por las series y la cultura de consumo masivo, la televisión empieza a alimentarse en pie de igualdad con pequeñas piezas cuya característica más importante es la libertad. Digo esto porque se pueden empezar a dar casos en los que sean las televisiones las que empiecen a generar contenidos para Internet con esta idea tan simplista y comercial de que la Red es “más gamberra”. Estoy casi seguro de que la libertad no viene exclusivamente de Internet en sí, sino de toda la democratización de la producción de contenidos audiovisuales. Al mismo tiempo, creo que un desafío interesante es pensar formatos específicos para Internet que no puedan saltar a la televisión (al menos no puedan sin modificarse sustancialmente).
Es evidente que sí, y además es inevitable. Una película española que se estrena en cualquier parte del mundo se podrá ver de inmediato en la Red, quieran sus propietarios o no (habría mucho que hablar sobre quién es propietario de qué). ¿No es más razonable ponerse del lado de lo que va a suceder, y aprovecharlo, que tener una actitud reactiva que sólo conduce a la frustración, el victimismo y la puesta en marcha de medidas represivas, de control o políticas preventivas como el canon sobre los soportes?
Los festivales son un buen escaparate porque permiten ver los cortos con otras personas, no en la soledad del ordenador. Suelen permitir la charla y la conversación. Son un buen mecanismo de financiación y, sobre todo, permiten ver los cortos con una calidad de imagen y sonido superior a la de casi cualquier pantalla.
Estoy preparando el guión de un tercer cortometraje, en esta ocasión en colaboración con otra persona. “Y Todo Va Bien” acaba de empezar. Vamos a dejar que tenga su vida sin atosigarle con nuevos proyectos. Espero que Internet juegue un papel destacado no sólo en su promoción. No me planteo la Red como un espacio meramente publicitario, sino como un espacio con lógicas y normas propias y, sobre todo, como un lugar de comunicación y experimentación. Y de conflicto, claro.