Un informe de la Fundación Auna analiza las primeras experiencias de votaciones «online» en Europa y América

En las recientes elecciones a la Generalitat de Cataluña, los catalanes residentes fuera de la comunidad pudieron votar a través de la Red
Por EROSKI Consumer 7 de enero de 2004

El voto público podría ser el siguiente servicio ofrecido por la Administración española a través de Internet. Así por lo menos lo cree la Fundación Auna, que ha trasladado a la Comisión de la Sociedad de la Información y el Conocimiento del Senado un informe titulado «eDemocracia, una perspectiva de EE.UU. y Europa», que analiza las experiencias pioneras que ya se han llevado a cabo en ambos continentes, así como los puntos claves de esta iniciativa.

Ante la cercanía de las próximas elecciones generales, surge la idea de extender la Sociedad de la Información a la fecha electoral. En este sentido, el informe indica que si los partidos políticos ya están utilizando las páginas web para dar a conocer sus programas, ¿por qué no usar Internet también para votar?

Para Fernando Ballestero, director general de la Fundación Auna, la «eDemocracia» es algo más que el voto electrónico, «es un nuevo campo de trabajo para el desarrollo de la Sociedad de la Información, el gran proceso de cambio que está sufriendo el mundo. Debemos conocer las experiencias de otros países para situar a España en la vanguardia de la nueva Era».

El origen del voto «online» se sitúa en Arizona (EE.UU.), en las elecciones primarias que en marzo de 2000 organizó el partido demócrata y que han sido considerados los primeros comicios vinculantes por Internet. Cerca de 40.000 votantes registrados pertinentemente aprovecharon la oportunidad de depositar sus papeletas para la nominación presidencial a través de la Red.

Posteriormente, la «eDemocracia» fue impulsada por los estados de California o Kansas; por ciudades europeas como Amsterdam, Bruselas, Florencia o Atenas; y por municipios españoles como Sopelana, en el País Vasco; Aranda de Duero, en Castilla y León; o Jun, en Andalucía. Junto a ellos, las últimas elecciones autonómicas a la Generalitat de Cataluña introdujeron, como novedad, la posibilidad para los catalanes no residentes en la comunidad autónoma de depositar su voto por Internet. O el caso, mucho más singular, de la localidad abulense de Hoyo de Pinares, cuyos habitantes votaron electrónicamente para decidir en qué día se debía celebrar la romería en honor a su patrona, la Virgen de Navaserrada.

Todas estas experiencias han demostrado, para los partidarios del voto electrónico, su sobrada eficacia. Los mismos «entusiastas» que auguran que este método terminaría con las colas en los colegios electorales, facilitaría el acceso a las urnas de personas con discapacidad física y permitiría a los países contar los votos de los ausentes en tiempo real.

Detractores

Los críticos del «e-voto», sin embargo, consideran que esta práctica ahondaría en la «brecha digital» de forma que sólo los «conectados» resultarían beneficiados por el método, a lo que se sumaría el efecto de que los votantes «online» tendrían mucha más influencia en el resultado final de las elecciones.

Por otra parte, si la integridad del proceso electoral es fundamental en una sociedad democrática, ésta quedaría vulnerada con el uso de la Red, dicen sus detractores, por posibles ataques de virus informáticos o por la manipulación que los «hackers» harían de los votos a su antojo. En relación con esta falta de seguridad, señalan también como su principal obstáculo la correspondiente falta de privacidad del voto.

Por último, los críticos se preguntan si la capacidad de votar por Internet mermaría el número de votantes y si éstos dominarían lo suficiente las nuevas tecnologías como para no equivocarse en su elección.

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