¿Cuánto es un 10 % menos de azúcar en realidad?

Sanidad acuerda con los fabricantes de alimentos y bebidas un plan para mejorar la composición de sus productos antes de 2020
Por Laura Caorsi 24 de enero de 2019

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El Ministerio de Sanidad y casi 400 empresas de la industria alimentaria han llegado a un acuerdo: reducir las cantidades de azúcar, grasas saturadas y sal presentes en los diversos alimentos que fabrican. El convenio se enmarca en la estrategia NAOS, un proyecto que nació hace 14 años y cuyo propósito es disminuir los índices de obesidad de nuestra población mediante el fomento de una alimentación saludable y de la práctica de la actividad física. Un objetivo que, a juzgar por las cifras actuales, hasta la fecha no se ha alcanzado.

Según los datos del propio ministerio, el 54 % de la población adulta española tiene sobrepeso y el 17 % padece obesidad. Y los niños no son la excepción: con unas tasas del 40 % de sobrepeso y del 18 % de obesidad, encabezan (junto con Chipre) el ranking de Europa. Este es el contexto en el que surge el «Plan de colaboración para la mejora de la composición de los alimentos y bebidas y otras medidas 2020». A continuación explicaremos qué cambiará en realidad con esta iniciativa.

La tendencia que preocupa

La situación es muy grave en España. No es que tengamos unos kilos de más, sino de una tendencia marcada a escala país. Como advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es una pandemia y, a tenor de los datos disponibles, no nos hemos librado de su alcance. Tampoco de sus problemas asociados. Cada vez son más los niños que sufren enfermedades «de adultos», como el colesterol, la hipertensión o diabetes tipo 2. Estos pequeños «tienen un elevado riesgo de presentar obesidad en la edad adulta y son más propensos, por tanto, a acabar desarrollando todos los problemas de salud relacionados con la obesidad: enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y diabetes, trastornos músculo-esqueléticos, algunos tipos de cáncer o limitaciones físicas al realizar ciertos esfuerzos físicos, entre otras», detalla la dietista-nutricionista Isabel Megías.

De ahí el intento por mejorar el perfil nutricional de los productos alimenticios presentes en la dieta cotidiana de millones de personas. ¿Ejemplos? Entre los sectores que han decidido firmar este acuerdo encontramos al de las bebidas refrescantes y los néctares de frutas, a los productores de cereales de desayuno, a los de aperitivos salados, a los de bollería, pastelería y galletas o a los fabricantes de salsas, platos preparados, cremas y derivados cárnicos. Es decir: a casi todos los productores de bebidas y alimentos procesados.

¿Qué cambiará con el acuerdo?

El acuerdo, que se ratificó este martes con la publicación de un extenso documento y cuyos convenios aparecerán reflejados en el Boletín Oficial del Estado (BOE) en los próximos días, prevé una medida central: disminuir la presencia de azúcares, grasas saturadas y sal en las bebidas y los alimentos procesados. Esta reducción se expresa en porcentajes y varía según el nutriente y el tipo de producto al que se aplica. Por ejemplo, se quitará un 10 % de azúcar a los néctares de fruta, mientras que se eliminará un 5 % de grasas saturadas a las galletas y un 13,8 % de sal a las patatas fritas.

¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Cuánto es un 10 % menos de azúcar o un 5 % menos de sal? Para saber qué suponen estas reducciones, lo más útil es pensarlas en productos concretos y en gramos y saber cuál es el contenido original. Aunque cada producto y cada fabricante parte de unos valores propios (no todas las patatas fritas llevan la misma cantidad de sal, ni todas las galletas tienen la misma cantidad de grasas saturadas), hacer una lista con ejemplos nos ayudará a comprender de qué niveles estamos hablando. Veamos algunos casos concretos y recordemos cuáles son las recomendaciones nutricionales con respecto a la ingesta de estos ingredientes.

Sal

Img grafico reducc salImagen: Andrés Vázquez

La OMS recomienda limitar el consumo de sal a menos de 5 gramos al día para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos. Los niños deberían tomar aún menos. En España, se estima que una reducción de la ingesta de sal a 5 g al día evitaría unos 20.000 accidentes cerebrovasculares y unos 30.000 eventos cardiacos al año.

  • 5 % menos en salsas como el kétchup. De 1,8 g a 1,7 g de sal por cada 100 g de producto.
  • 6,7 % menos en cremas de verduras. De 0,76 g a 0,7 g de sal por cada 100 g.
  • 10 % menos en aperitivos salados y platos preparados. En unos nuggets, de 1,4 g a 1,3 g de sal por cada 100 g de producto, y en unos frutos secos fritos, de 2,7 g a 2,43 g de sal.
  • 13,8 % menos en patatas fritas. De 1,7 g a 1,5 g de sal por cada 100 g.
  • 16 % menos en salsas como la mayonesa y derivados cárnicos. De 4 g a 3,4 g de sal en 100 g de longaniza y de 1,3 g a 1 g de sal en 100 g de mayonesa.

Se considera que un alimento contiene mucha sal si lleva 1,25 g por cada 100 g o más. Por tanto, incluso con la reducción prevista, estos productos seguirán conteniendo cantidades excesivas de este mineral.

Azúcares añadidos

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La OMS aconseja disminuir el consumo de azúcar libre (el añadido a los alimentos y el que está presente de forma natural en productos como la miel, los zumos de fruta y los jarabes). La toma de estos azúcares no debería superar el 10 % de la ingesta calórica total. En concreto, no deberíamos consumir más de 25 g de azúcar libre al día. Sin embargo, en una sola lata de refresco hay entre 26 y 35 g. ¿Cómo quedarán los valores de este nutriente tras el cambio acordado?

  • 5 % menos en bollería, pastelería, galletas, salsas (kétchup), helados a base de agua y panes envasados. En este grupo hay bastante variedad. Aun así, la reducción supondría pasar de 30 g a 28,5 g de azúcar en unas magdalenas; de 34 g a 32,3 g en las tartas preparadas; de 13 g a 12,3 g en unas galletas tipo María; de 22,8 g a 21,7 g en la salsa kétchup; de 16 g a 15,2 g en los helados; y de 3,8 g a 3,61 g en el pan de molde.
  • 10 % menos en productos lácteos, derivados cárnicos, salsas (de tomate), bebidas refrescantes de lima limón, néctares de fruta y cereales de desayuno infantiles chocolateados. De 13,5 g a 12,1 g de azúcar en los yogures; de 1 g a 0,9 g de azúcar en el jamón de york; de 7,4 g a 6,7 g de azúcar en el tomate frito; de 11,8 g a 10,6 g en los refrescos de lima limón y en los néctares de fruta; y de 27 g a 24,3 g de azúcar en 100 g de cereales de chocolate.
  • 10 % + 7,4 % menos en otros productos lácteos (como postres). De 16 g a 13,2 g en unas natillas de chocolate o de 25 g a 20,6 g en un flan.
  • 18 % menos en salsas como la mayonesa. De 3 g a 2,5 g en 100 g de producto.

Grasas saturadas

Img grafico reducc grasaImagen: Andrés Vázquez

Hace menos de un año, la OMS difundió nuevas recomendaciones para la ingesta de grasas saturadas y grasas trans, relacionadas con el exceso de peso y las enfermedades cardiovasculares. Según esta institución, el consumo de grasas saturadas no debería superar el 10 % de la ingesta calórica diaria: esto es, unos 50 g al día.

  • 5 % menos en derivados cárnicos, galletas, bollería y pastelería. De 6,4 g a 6,1 g en unas medias noches; de 9,8 g a 9,3 g en unas galletas; y de 6 g a 5,7 g en unas salchichas.
  • 10 % en aperitivos salados y platos preparados. De 3,1 g a 2,8 g en unos nachos y de 5,8 g a 5,2 g en unas empanadillas de carne.

¿Un cambio para que siga todo igual?

La reducción de grasas, azúcares y sal es un buen punto de partida para mejorar el perfil nutricional de estos alimentos, pero no parece ser una medida eficaz para mejorar la alimentación de las personas que los consumen. ¿Por qué? Porque, como se ve en los ejemplos, la disminución es anecdótica. «Hay que dejar muy claro al consumidor que este cambio es muy pequeño«, señala Gemma Del Caño, especialista en I+D e Industria y máster en Innovación, biotecnología, seguridad y calidad alimentaria. «Comparemos estas cifras con las de un producto light«, propone. Y explica que, para que un producto pueda promocionarse como light, debe contener un 30 % menos del ingrediente que digamos. Las reducciones que han acordado esta semana Sanidad y los fabricantes «serán, en el mejor de los casos, tres veces menos que las de un light«, apunta.

La comparación es interesante porque, además, los productos light no funcionan cuando queremos adelgazar, mejorar nuestra salud o mantener el peso corporal. Y es que, en esto de disminuir ingredientes, no cuenta tanto que se reduzcan los porcentajes de un nutriente determinado como la cantidad de ese nutriente que contiene el alimento original. En otras palabras: quitar un 10 % o un 15 % de azúcar a un producto que, de por sí, nos aporta todo el azúcar que deberíamos consumir en un día no hará que ese alimento sea bueno para la salud. Seguirá siendo un producto con mucho azúcar (o mucha grasa o demasiada sal).

«Así que mucho cuidado con pensar en que comeremos más sano. Seguiremos comiendo seguro, pero seguirá dependiendo de nosotros elegir lo sano. Y resulta que lo sano no requiere que se le baje la sal, el azúcar o las grasas saturadas», afirma Del Caño. Como ella, los expertos en salud y alimentación sostienen que el verdadero avance no pasa tanto por mejorar el perfil de productos superfluos, sino en promover el consumo de alimentos que sean saludables de verdad, como frutas, verduras, legumbres, huevos, carnes magras y yogur natural. Reducir los impuestos de los alimentos poco procesados, aumentar el gravamen de los productos menos sanos, fomentar unos hábitos de vida saludables y proporcionar una buena educación nutricional y gastronómica a la población son algunas de las claves que destacan los especialistas en nutrición humana y dietética.

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