Insolaciones en niños, un peligro del verano que puede evitarse

Los pequeños, junto con ancianos y obesos, son los más vulnerables a sufrir un golpe de calor, un colapso grave del cuerpo que puede provocar la muerte
Por Cristian Vázquez, Eva San Martín 14 de agosto de 2013
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El sol puede resultar muy peligroso para niños y bebés. En verano crece el riesgo de que los pequeños sufran un golpe de calor. Este colapso implica mareos, pérdida de consciencia y, en los casos más graves, el fallecimiento del menor. En este artículo se explica qué es el golpe de calor en niños, cómo evitar las insolaciones infantiles y qué hacer si el niño sufre un temido golpe de calor en verano.

Insolaciones en niños durante el verano, un peligro serio

El verano trae consigo algunos peligros para los niños, entre ellos, el riesgo de sufrir un golpe de calor. «Los pequeños son, junto con las personas ancianas u obesas, los más susceptibles a padecer un colapso por culpa de las altas temperaturas estivales», concluye una investigación realizada por el departamento de Medicina de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos.

En un golpe de calor, el organismo del niño pierde la capacidad de regular su propia temperatura y los órganos vitales no pueden funcionar del modo debido

En un golpe de calor, el cuerpo padece un colapso, por lo que el organismo del pequeño pierde la capacidad de regular su propia temperatura y los órganos vitales no pueden funcionar del modo debido. «El golpe de calor puede implicar la muerte del niño o dejar trastornos importantes», advierte, por su parte, el médico Javier Nicolás García, de la Universidad de Navarra.

Pero, ¿por qué los pequeños son más vulnerables frente a las insolaciones en verano? Sus cuerpos no han finalizado el desarrollo, aún no han aprendido cómo regular los cambios extremos de temperatura del modo más eficiente, por lo que una exposición solar excesiva o una subida extrema del termómetro implica para ellos un peligro serio. Esto explica que los bebés, así como los menores de seis años, sean los más susceptibles a padecerlas.

Golpe de calor en niños, ¿cómo reconocerlo?

La subida del termómetro característica del verano puede provocar que el niño sufra un golpe de calor. La temperatura normal del cuerpo oscila entre 36 y 37ºC. El calor excesivo en la época estival, que alcanza los 40ºC e incluso los supera, puede alterar este equilibrio térmico.

La insolación en menores viene acompañada de dolores de cabeza y mareo y, a medida que se agrava, puede provocar vómitos, sudor excesivo y hasta el pequeño se ponga pálido.

Golpe de calor en niños: consejos para prevenirlo

  • La primera clave para prevenir las insolaciones infantiles es no exponer a los bebés y niños a temperaturas muy elevadas. Hay que procurar mantenerles en ambientes frescos y usar el aire acondicionado y los ventiladores cuando se encuentren en espacios interiores.

  • Los pequeños deben huir de las exposiciones solares en horas puntas de calor. Se debe impedir su exposición al sol durante las horas de más altas temperaturas -entre las 11:00 y las 17:00 horas, en los meses de verano-.

  • Los coches son peligrosos para los niños. Los automóviles atrapan el calor, por lo que, en su interior, la temperatura puede subir de modo notable en cuestión de segundo. Dejar a los bebés en el coche en verano entraña un peligro serio, pues en un lapso muy breve, la temperatura en estos espacios se torna demasiado elevada y aparece el riesgo de sufrir un golpe de calor.

  • Ofrecer agua de forma frecuente al niño. A menudo, los pequeños pasan demasiado tiempo sin beber agua por mera distracción. Ofrecer al menor agua con frecuencia es importante para evitar un golpe de calor. Hay que procurar, además, hidratar su cuerpo. Una buena opción es refrescarle con baños o duchas con agua fresca, varias veces al día en las jornadas más calurosas. También, mojarle la cabeza y los brazos con frecuencia; sobre todo la zona de la nuca, el cuello y las muñecas.

  • Evitar el exceso de actividad física y juegos infantiles en las horas de más calor. Los pequeños no son conscientes del esfuerzo que realizan y, como consecuencia, pueden extenuarse y llevar sus cuerpos al límite de su equilibrio. Si el ejercicio genera tanto calor que el cuerpo no puede regular su temperatura interna, se producirá un golpe de calor.

  • No abrigar a los niños en exceso durante la época de calor. Conviene, además, que la ropa infantil sea holgada y de algodón u otros tejidos que permitan que la piel respire, es decir, que le garanticen una correcta sudoración. De esta manera, el cuerpo podrá regular mejor su temperatura interior. Optar por colores claros para vestirle es mejor que elegir tonos oscuros, que absorben y retienen el calor. Otra protección importante es usar gorros o sombreros, confeccionados con tejidos ligeros, que permitan la sudoración.

  • Cuidar la alimentación de los menores en verano. Se aconseja evitar ofrecer al pequeño comidas pesadas, de digestión lenta y muchas calorías. En cambio, los niños deben comer frutas y verduras. Los zumos son, asimismo, una buena idea: hidratan el cuerpo e incluyen las vitaminas de las frutas u hortalizas de las que provienen.

  • Prestar mucha atención al estado anímico del pequeño. Si se percibe al bebé decaído, irritable y con la piel muy caliente, es posible que esté sufriendo los primeros síntomas de un golpe de calor. Señales más claras son el dolor de cabeza, vómitos, pulso débil y acelerado. Síntomas más graves del golpe de calor son las convulsiones, disminución del nivel de conciencia y la pérdida del conocimiento (desmayo). En estos casos, además, hay que acudir de inmediato a la consulta de un médico.

Mi bebé tiene una insolación: ¿qué hago?

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Imagen: spilltojill

Un niño con un golpe de calor «debe ser colocado en el lugar más fresco posible y enfriar su cuerpo con compresas o paños de agua fría, mientras se acude al hospital de inmediato», aconseja García Gonzáles.

Un bebé que ha sufrido un golpe de calor necesita bajar su temperatura corporal. Para ello, un método efectivo consiste en aplicar compresas frías sobre la cabeza, el cuello, el pecho, los brazos y los muslos. Las compresas hay que renovarlas con asiduidad, ya que enseguida pierden su carácter refrescante.

Un niño con insolación necesita beber, siempre y cuando esté lúcido. Si no está del todo consciente, es mejor no hacerlo, ya que el pequeño podría atragantarse y esto agravaría el problema.

Si es un bebé, se aconseja quitarle toda la ropa y, en caso de que sea posible, darle un baño con agua fresca.

Cuando un niño sufre un golpe de calor, siempre se debe acudir a un médico cuanto antes, para asegurarse de que se ha recuperado y no habrá inconvenientes después.

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