Ocho grandes mentiras sobre la lactancia materna

Las ideas y consejos erróneos sobre la lactancia entorpecen su desarrollo y pueden causar incluso que la madre destete a su hijo antes de tiempo
Por Marta Vázquez-Reina 10 de abril de 2013
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Imagen: Maja

La lactancia materna, a pesar de ser un acto natural e instintivo, está rodeada de mitos y falsos consejos. Lejos de ayudar, estos malentendidos provocan dudas que entorpecen la alimentación natural del bebé. En este artículo se exponen ocho mentiras frecuentes sobre la lactancia y se explica por qué son erróneas. Entre ellas se aborda desde el mito de que algunas bebidas aumentan la producción de leche o de la presunta menor capacidad de amamantar de las mujeres con pechos pequeños, hasta el error de pensar que la lactancia dificulta un próximo embarazo.

1. Bebidas y alimentos aumentan la producción de leche: falso

Tomar más leche de la habitual, consumir algunos alimentos, como almendras, sardinas, avellanas y arenques, o elevar la ingesta de líquidos. Estas son algunas de las erróneas sugerencias caseras para incrementar la producción de leche materna que reciben muchas madres durante el periodo de lactancia. Sin embargo, ninguna de ellas cuenta con fundamento o apoyo científico, tal como reconoce el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

En cuanto al consumo de cerveza, otra de las típicas recomendaciones, la AEP especifica que si bien esta bebida estimula la producción de prolactina (hormona responsable de la subida de la leche), «sería un error que la madre la consumiera para tener más leche».

Los alimentos milagrosos para incrementar la leche materna no existen

La medida más eficaz para incrementar la producción de leche no es consumir alimentos o bebidas específicas, sino mantener la lactancia a demanda. «Tampoco hay que saltarse tomas y sí poner al bebé al pecho muchas veces», señala Pilar Martínez, asesora de lactancia del grupo Alba.

2. Con la lactancia es imposible quedarse embarazada: falso

La elevada producción de la hormona prolactina durante la lactancia es la principal causa de la supresión de la ovulación y, por tanto, de la menstruación. Sin embargo, esta ausencia no garantiza que la mujer no pueda quedarse en estado mientras amamanta a su hijo.

El Ministerio de Sanidad advierte de que utilizar la lactancia como método anticonceptivo es poco recomendable, por su baja o nula eficacia.

El organismo especifica que solo es efectivo si se cumplen tres condiciones: que se emplee durante los seis primeros meses posteriores al parto, que haya ausencia de menstruación y que se alimente al bebé solo con el pecho. Aun así, la posibilidad de embarazo es del 2%.

Después de los seis meses, cuando comienza la alimentación complementaria del niño, los especialistas inciden en que las probabilidades de embarazo se elevan de forma significativa.

3. Se debe abandonar el pecho si te quedas de nuevo embarazada: falso

Alimentar a un hijo con leche materna y estar embarazada a la vez son dos hechos compatibles, aunque en ocasiones, las madres determinen abandonar la lactancia con una nueva gestación. Sin embargo, no hay ninguna causa médica que justifique este acto: un embarazo normal no obliga al destete inmediato.

La única recomendación para abandonar el pecho es en el caso de amenaza de parto prematuro, ya que la succión podría provocar contracciones.

Una vez nacido el nuevo bebé, también es posible mantener la lactancia simultánea, puesto que no afecta al valor nutricional de la leche que recibe el recién nacido.

4. Las mujeres con poco pecho producen menos leche: falso

Tener mucho o poco pecho no afecta de ningún modo a la producción de leche durante la lactancia materna. Es decir, la creencia popular de que los hijos de las madres con senos más voluminosos se alimentan mejor es falsa.

Un pecho más grande significa que tiene mayor cantidad de tejido graso, pero esto no afecta al tamaño de las glándulas mamarias, responsables de la producción de leche.

Tener mucho o poco pecho no afecta a la producción de leche

La cantidad de leche no está determinada por el volumen del pecho. Los especialistas señalan que depende de la eficacia en la succión del bebé y de adoptar las técnicas correctas para amamantar al niño.

5. Dar el pecho engorda: falso

Aunque durante las primeras semanas de lactancia puede parecer que la madre se hincha, esto es tan solo una percepción. Dar el pecho no solo no engorda, sino que es uno de los mejores métodos para adelgazar después de dar a luz.

Esta pérdida de peso será más efectiva cuanto más tiempo se prolongue la lactancia, como señalan diferentes investigaciones, que concluyen que la mayor pérdida de peso se experimenta entre los cuatro y los seis meses de lactancia.

6. Algunas mujeres tienen muy poca leche: falso

El argumento que esgrimen algunas madres para decidir suspender la lactancia materna es que tienen poca leche o que su bebé no se alimenta lo suficiente con la lactancia exclusiva. Sin embargo, esta apreciación por lo general es falsa, puesto que la hipogalactia (la falta de producción de leche materna) es una enfermedad muy poco frecuente que, como señalan los investigadores, solo se produce en uno de cada mil casos.

Algunas madres pueden presentar problemas en la producción de leche. Pero estos casos están provocados por técnicas incorrectas al amamantar, como no mantener la lactancia a demanda, suplementar las tomas con biberones o adoptar posturas erróneas durante la succión.

La inseguridad de las primerizas, el estrés y la fatiga psicológica también pueden provocar esta falsa sensación. En estos casos, es recomendable buscar asesoramiento en un grupo de apoyo a la lactancia.

7. Hay que preparar el pecho para la lactancia: falso

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Imagen: christyscherrer

La lactancia comienza desde el primer momento en el que el recién nacido agarra el pecho de su madre. Es un acto natural que se inicia una vez que el bebé ha venido al mundo y, por tanto, no requiere de ninguna preparación previa del pecho durante la gestación.

Con frecuencia, las madres reciben consejos erróneos que les instan a aplicar cremas o pomadas en sus senos durante el embarazo para prevenir posibles grietas (heridas) en los pezones. Esta medida no es eficaz, puesto que las grietas son, en general, consecuencia de una mala postura al amamantar. Pero, además, puede ser contraproducente, ya que las cremas con vitaminas, vaselinas y grasas pueden reblandecer la piel si se usan en exceso.

8. La leche de algunas madres es de poca calidad: falso

«Tengo la leche aguada» o «Mi leche no es lo suficientemente buena». Algunas madres aluden como argumento para abandonar la lactancia a la supuesta «baja calidad» de la leche que producen. Estos comentarios es habitual que estén motivados por el aspecto acuoso que presenta la leche materna (sobre todo la que se extrae al principio de la toma) en comparación con la leche de vaca (más espesa y opaca).

Sin embargo, las diferencias entre la leche de diferentes mujeres son escasas y la calidad de la leche es, por lo general, siempre buena.

En el caso de una alimentación deficiente por parte de la madre que afecte a la calidad de la leche, el propio bebé compensa la diferencia y extrae mayor cantidad en las tomas.

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