Conservar el brillo en muebles de acero inoxidable

Las manchas y huellas de dedos se pueden eliminar fácilmente con un paño húmedo, impregnado en agua jabonosa o alcohol
Por EROSKI Consumer 24 de enero de 2005

El acero inoxidable es un material cada vez más utilizado en el hogar. Encuentra acomodo tanto en la cocina como en el baño, ya sea en el mobiliario, en los electrodomésticos o en los sanitarios. Sus principales bazas son la resistencia a la corrosión y una apariencia metálica que le convierten en uno de los materiales de aspecto moderno más reclamado.

En la cocina, los fregaderos de acero inoxidable se encuentran entre los más utilizados, por lo que es conveniente conocer cómo mantenerlos para que permanezcan en perfecto estado el mayor tiempo posible. Lo más recomendable es limpiarlos a diario, tras utilizarlos, para evitar que la cal y los restos de comida se queden incrustados y haya que frotar para eliminarlos, con el riesgo de rayar la superficie.

No se deben emplear estropajos, bayetas o cepillos de alambre

Durante la limpieza, no se deben emplear estropajos, bayetas o cepillos de alambre. Lo más acertado es utilizar un trapo impregnado de agua y jabón, y secarlo con un paño seco hasta eliminar las huellas del agua. Si lo que se quiere es dar brillo al acero, se puede aplicar alcohol de quemar o una solución a base de bicarbonato de sosa y agua. Después hay que pulir la superficie con un trapo seco.

La limpieza del acero inoxidable es sencilla, pero ha de ser constante. Actualmente, se fabrican en acero multitud de utensilios y elementos, como encimeras, campanas, lavavajillas, hornos, lavadoras, lavabos y fregaderos. Se puede diferenciar entre acero inoxidable ferrítico y acero inoxidable austenítico, que es el más utilizados gracias a una resistencia superior a la corrosión. En concreto, el primero suele ser una aleación de hierro, cromo y carbono, mientras que el segundo recurre también al níquel.

Con estos materiales se consigue que el acero inoxidable tenga mayor dureza, resistencia y brillo. Otra de las virtudes del acero es que se trata de un material higiénico. Posee una capa pasiva protectora, muy fina, pero que se autoregenera al contacto con el oxígeno procedente del aire o el agua. Por esta razón, no requiere un recubrimiento especial. Además, al no ser un material poroso impide la acumulación de bacterias.

En definitiva, es un material muy resistente a la corrosión y a las manchas, de gran durabilidad, si bien no es aconsejable dejar estropajos o trapos húmedos sobre él, ya que se podrían formar manchas de cal.

Tratamiento antihuellas

El acero inoxidable se caracteriza por permanecer prácticamente inalterable al paso del tiempo. No obstante, a pesar de ser un material muy resistente, su aspecto externo puede verse modificado por algo tan simple como las huellas de los dedos. Tanto en acabado brillante como satinado, estas marcas son fáciles de eliminar, pero resulta muy complicado evitar que aparezcan.

Los sistemas antihuellas crean una fina capa que evita las marcas de los dedos sobre los armarios y electrodomésticos

Algunos fabricantes han ideado un tratamiento especial antihuellas, que se aplica a los frentes de los armarios y electrodomésticos. Con este sistema se contrarrestan los efectos del uso diario, ya que sobre la superficie tratada se crea una fina película que evita que las marcas de los dedos se fijen.

Cuando se adquieren este tipo de muebles o electrodomésticos, es aconsejable seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a mantenimiento y limpieza. Si no se hace así, puede ocurrir que el acero adquiera un aspecto amarillento o pierda brillo con el paso del tiempo. Los tratamientos antihuellas crean una capa entre el acero y las manos, por lo que si se emplean productos inadecuados, se corre el riesgo de eliminar esa capa y acabar estropeando el aspecto exterior del acero.

Productos de limpieza que se deben evitar

A pesar de que el acero inoxidable es muy resistente a la corrosión, existen varios productos con los que hay que tener especial cuidado, como los disolventes o los desinfectantes con lejía. En el primer caso, hay que aplicar el producto con cuidado y usando siempre un trapo limpio. En el segundo, se debe diluir en agua, limpiar, aclarar y secar rápidamente con un paño seco. También se deben evitar los productos abrasivos porque pueden producir arañazos y marcas.

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