Prepararse para los exámenes

Noches sin dormir o repasar el temario en el último momento pueden ser la causa principal de una mala nota
Por Marta Vázquez-Reina 20 de febrero de 2008
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Imagen: ccarlstead

Una de las palabras más temida y respetada por todos los estudiantes: el examen. Una vez finalizado el trimestre o el curso, el profesor tiene que evaluar los conocimientos y aptitudes que el alumno ha adquirido durante ese periodo y la manera habitual de hacerlo es mediante una prueba oral o escrita. Prácticas habituales como jornadas interminables de estudio días antes de los exámenes, noches sin dormir o intentar repasar todo en el último momento son métodos que están lejos de beneficiar al estudiante en los resultados.

Antes del examen

Lo más importante a la hora de preparar un examen es planificarlo con antelación, no dejarlo para unos días antes, ya que esto puede llevar a acumular en un breve periodo de tiempo un exceso de información que difícilmente ayudará a obtener los resultados deseados. El tiempo será el mejor aliado para poder poner en práctica las principales técnicas de estudio que facilitan el proceso de aprendizaje, porque no se trata sólo de estudiar, sino de hacerlo con método.

Si no se ha comprendido lo que se ha estudiado difícilmente se podrá recordar

Estudiar y comprender son términos que están íntimamente ligados. Si no se ha comprendido lo que se ha estudiado, difícilmente se podrá recordar en el momento de hacer un examen. Tal como recoge Luís M. Martínez Domínguez en su libro ‘El estudio de los hijos: soluciones para padres’, “el estudio para que sea eficaz debe ser activo”. ¿Qué significa esto?, pues que leer sin más, memorizar o copiar lo que pone en el libro son actividades pasivas que no posibilitan la comprensión de lo estudiado, sin embargo, utilizar técnicas de aprendizaje como el esquema, el subrayado o el resumen son comportamientos activos que facilitan la comprensión de la materia.

Miguel Salas Parrilla, en su libro ‘Cómo preparar un examen con eficacia’, recoge los pasos fundamentales en el estudio de un texto o de un tema aplicando estas técnicas: en primer lugar, se debe realizar una lectura rápida de lo que hay que estudiar, para tener una idea general de los contenidos; posteriormente, es necesaria una segunda lectura analítica subrayando las ideas más importantes, y a continuación, elaborar un esquema que servirá de base para hacer un resumen del tema. Para finalizar, es importante, asimismo, repetir de forma oral o por escrito el esquema y repasar todo.

Las técnicas de aprendizaje permiten tener una información lógica y visual de lo que se estudia

Como apunta Parrilla, estas técnicas permiten tener una información lógica y visual de lo que se está estudiando. El esquema “permite fotografiar la estructura del tema destacando las ideas principales y los nexos de unión entre ellas y de subdivisión con respecto a las ideas secundarias que de ellas dependen”, mientras que el resumen “acostumbra al alumno a redactar el tema sin olvidar ninguna idea importante y relacionar ideas entre sí, estableciendo los nexos de dependencia y subordinación”. Por supuesto, si este trabajo se ha realizado con antelación, durante el transcurso del trimestre, será más fácil y más rápido asimilar y memorizar los contenidos que si se deja para el último momento.

Pero además de estudiar, hay una serie de aspectos que el alumno debe tener en cuenta antes del examen para poder prepararlo eficazmente. En primer lugar, siempre será de ayuda prestar la debida atención al profesor en clase, atendiendo a los puntos en los que hace más énfasis, ya que estos temas tendrán siempre más probabilidad de salir en un examen; también es importante que se anoten las dudas que surjan durante el desarrollo de la clase y se consulten posteriormente con el profesor. Por otra parte, es fundamental conocer las prácticas habituales del profesor cuando programa un examen: qué tipo de examen suele poner, su forma de calificar, si suele repetir las mismas preguntas, a qué le da más importancia… para ello, además de preguntar al profesor, sería interesante consultar con alumnos de años anteriores, ellos podrán facilitar las mejores pistas para hacerse una idea del examen al que hay que enfrentarse.

Los expertos coinciden en que la noche antes del examen hay que descansar

Y llegó la noche antes del examen. Si hay algo en que coinciden la mayoría de los expertos en el tema es que la noche antes de presentarse a un examen hay que descansar. Lo recomendable sería dejar de estudiar en torno a las diez de la noche y después realizar alguna actividad relajante como escuchar música, ver televisión o darse un baño. Eso sí, antes de acostarse, es imprescindible revisar que se cuenta con todo el material necesario para realizar el examen: más de un bolígrafo, calculadora si se permite, documento identificativo si es necesario o cualquier otro material que el profesor haya indicado en clase.

El día del examen

Cuando se ha estudiado, olvidar los nervios e ir relajado al examen es fundamental para que éste se desarrolle con éxito. Preparar la mente para un examen evitará las sensaciones de angustia y ansiedad que se suelen producir en las horas previas a examinarse, evitando que se produzcan bloqueos mentales que impidan que el alumno demuestre eficazmente sus conocimientos.

Una vez dentro del aula, el profesor suele indicar las pautas principales para realizar el examen: tiempo disponible, número de folios permitidos, forma de completarlo… es importante que si al alumno le queda alguna duda en este sentido, la resuelva antes de comenzar, ya que estas pautas serán fundamentales para organizar el trabajo durante el examen.

Es recomendable hacer una primera lectura completa del examen y asegurarse de haberlo comprendido todo

Llegado el momento de afrontar las preguntas, lo recomendable es hacer una primera lectura y asegurarse de haberlas comprendido todas, en caso de duda, es el mejor momento para preguntar al profesor. Una vez hecho esto, el alumno puede hacerse un esquema mental para distribuir el tiempo del examen, dependiendo de la dificultad o extensión de cada pregunta y acordándose siempre de dejar unos minutos al final para el repaso de lo que se ha escrito.

¿Es mejor empezar por las preguntas que mejor se saben o por las que presentan mayor dificultad? Pues esto dependerá de las preferencias de cada alumno, aunque los expertos suelen recomendar comenzar por aquellas que entrañan menor dificultad para el estudiante, de este modo, adquiere confianza y además las respuestas pueden servirle para establecer relaciones o conexiones con aquellas otras preguntas que le resulten más complejas de resolver.

Lo importante es responder siempre de una manera clara, atendiendo realmente a lo que se plantea

Ya sea de las “fáciles” o “difíciles” lo importante es responder siempre de una manera clara, atendiendo realmente a lo que se plantea, ya que el tiempo corre y si se dedica demasiado a una pregunta, existe el riesgo de dejar alguna sin contestar; sin embargo, si sobra tiempo, siempre se podrá completar si se cree necesario. Normalmente una pregunta en blanco cuenta como cero (perjudicando al cómputo total del examen) ya sea por falta de tiempo o por desconocimiento de la respuesta; en este último caso, es aconsejable intentar formularse la pregunta desde otro ángulo, o tratar de relacionarla con otros contenidos semejantes, en todo caso, contestar algo coherente y que en cierto sentido tenga relación con la pregunta puede ser mejor, en muchos casos, que dejar la respuesta en blanco.

Por último, no hay que olvidar que aunque lo más importante de un examen es el contenido, se debe prestar también mucha atención a su presentación. No es lo mismo para un profesor corregir un examen ordenado, con una letra clara y limpia, que otro lleno de borraduras y con letra ininteligible. Por eso, al redactar el examen es importante tener en cuenta estos aspectos: atender a los márgenes, numerar las páginas, ordenar las respuestas, evitar los tachones y escribir con buena letra. Por supuesto, revisar la ortografía forma parte fundamental del repaso final del examen, porque cometer continuos errores ortográficos, puede llevar a desvalorizar en gran medida el contenido de un buen examen.

Por último y aunque parezca una obviedad, es importantísimo no olvidar nunca poner el nombre.

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