El Censo Mundial de Vida Marina ha catalogado ya 17.650 especies en los fondos abisales

Entre ellas hay peces, cefalópodos, crustáceos o equinodermos que habitan a miles de metros de profundidad
Por EROSKI Consumer 25 de noviembre de 2009

El Censo Mundial de Vida Marina, una red global de investigadores de casi 80 países que opera desde el año 2000, ha dado a conocer la fauna que habita a miles de metros de profundidad. Hasta la fecha se han inventariado ya 17.650 especies distintas de peces, cefalópodos, crustáceos o equinodermos que moran en los fondos abisales.

Aunque ya se sospechaba tal profusión de vida, sólo los sofisticados medios tecnológicos actuales han permitido verificarlo. Gracias al sonar, cámaras submarinas de altísima sensibilidad, robots de control remoto y otros ingenios, los científicos han descubierto una abundancia y diversidad mayor aún de la prevista, según el último reporte de este censo. Iniciado en el año 2000, el Censo de la Vida Marina es uno de los más ambiciosos esfuerzos internacionales para el estudio del mundo natural. Participan en él miles de científicos e instituciones públicas y privadas, con el objetivo de evaluar y explicar la diversidad, distribución y abundancia de la vida marina actual, pasada y futura de los océanos del planeta.

Los investigadores destacan, entre otros hallazgos, varios «dumbos» -pulpos con aletas que parecen orejas- localizados a casi tres kilómetros bajo la superficie; una especie de lamprea naranja conocida como «Neocyema», localizada por primera vez en la cordillera submarina del Atlántico Medio a algo más de dos kilómetros de profundidad; un pepino de mar transparente y una lombriz devoradora de petróleo, ambos al norte del Golfo de México, entre los 1.000 y los 2.800 metros; y una gran abundancia de invertebrados de todos los colores, corales, más pepinos y erizos de mar, también aposentados en el Atlántico Medio, a más de un kilómetro de profundidad. «Cuesta creer que exista tal exuberancia de vida a esa distancia de la superficie», destacan los científicos.

Todavía hace falta que los biólogos puedan realizar un análisis exhaustivo de las nuevas especies catalogadas por los principales proyectos de exploración de las aguas oscuras -márgenes continentales, cordillera atlántica, montañas submarinas, los fondos limosos de las llanuras abisales- incluidos en el Censo de Vida Marina. A pesar de ello, resulta evidente que muchas especies han conseguido adaptarse y sobrevivir en regiones donde la oscuridad y la ausencia de fotosíntesis limitan mucho los recursos alimenticios.

«Los márgenes continentales es donde se sitúan las zonas de transición entre la comida abundante y la escasez de las aguas oscuras. Esa transición propicia intrigantes adaptaciones y estrategias de supervivencia sorprendentes», subraya Robert S. Carney, de la Universidad de Louisiana y uno de los responsables del proyecto. La mayoría de las especies ha acomodado su fisiología a la falta de luz y su dieta a lo que cae de estratos superiores donde aún hay claridad. En otros, dependen de la actividad bacteriana para alimentarse de restos de petróleo, sulfuro, metano, los huesos de ballenas muertas depositados en el fondo y otros alimentos «inverosímiles», detalla.

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