¿Cuánto cuesta de verdad la energía?

El precio de la electricidad o de la gasolina no incluye su impacto en el medio ambiente ni en la salud
Por Alex Fernández Muerza 26 de octubre de 2009
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La factura eléctrica o el coste de la gasolina pueden parecer caros, pero deberían serlo mucho más. Varios estudios y expertos destacan una serie de costes ocultos que la producción de energía deriva a la sociedad. La utilización de combustibles fósiles provoca daños ambientales y sanitarios. Los consumidores deben ser conscientes de esta situación: reducir su gasto energético no sólo ayuda al bolsillo, sino también a su salud y al medio ambiente.

Costes ocultos en la producción de energía

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Un total de 120.000 millones de dólares. Éste es el gasto que la producción de energía supuso para la salud y el medio ambiente en Estados Unidos (EE.UU.) durante 2005. Así lo estima el reciente estudio “Costes ocultos de la energía: consecuencias no valoradas de su uso y producción”, elaborado por el National Research Council (NRC), un organismo que reúne a las Academias Nacionales de Investigación estadounidenses.

El informe, realizado a petición del Congreso, cuantifica los denominados “gastos externalizados” de la producción de energía. La factura eléctrica o el precio de los combustibles reflejan un desembolso evidente, como la mano de obra, las materias primas, las instalaciones o el transporte. Pero hay otros costes que no se contemplan, como los causados por la contaminación del aire y del agua, los daños a la tierra por la minería, las enfermedades laborales, el calentamiento global o la lluvia ácida. Estos conceptos, indirectos y difíciles de medir, se mantienen fuera del sistema de fijación de precios de la energía. Al final, la sociedad en su conjunto paga por ellos y no los percibe como un efecto del consumo energético.

Los costes externalizados de la energía ascendieron en EE.UU. a 120.000 millones de dólares en 2005

La mayor contribución a estos costes no incluidos en el precio de la energía corresponde, según el informe, a las centrales térmicas de carbón. Estas instalaciones generan la mitad de la energía consumida en EE.UU., pero también un gasto oculto de 62.000 millones de dólares, asociado a las emisiones contaminantes como el dióxido de azufre, el óxido de nitrógeno, el hollín o las partículas finas.

El otro gran coste oculto apunta a los vehículos, con un total de 56.000 millones de dólares. De esta cifra, 36.000 millones se debieron a los vehículos ligeros. El estudio arremete contra las supuestas bondades ecológicas de los coches eléctricos o híbridos. Les achaca un impacto mayor que el de otras tecnologías. Sus responsables recuerdan que la electricidad que utilizan se genera a partir de combustibles fósiles. Tampoco se olvidan del impacto causado por la producción y reciclado posterior de las baterías. El diésel, con uno de los mayores costes ocultos debido a sus emisiones de azufre, reducirá su impacto en las próximas décadas. Esta mejora se deberá, según el NRC, a la implantación de leyes cada vez más rigurosas con este tipo de contaminación.

El informe no incluye otros posibles efectos negativos, como el cambio climático o la destrucción de los ecosistemas. A pesar de ello, señala que los daños causados por las emisiones de dióxido de carbono (CO2) serán peores en 2030 que en la actualidad. Si la cantidad se mantiene en los mismos niveles que hoy en día, asegura el estudio, el impacto de cada tonelada de CO2 se incrementará entre un 50% y un 80%.

Déficit de tarifa y subvenciones

Incluso con la externalización de estos gastos “ocultos”, la producción de energía resulta muy cara. En España, el dinero que pagan los consumidores en sus facturas eléctricas no cubre los costes de generación que las empresas energéticas aseguran tener. Las tarifas, reguladas por el Estado, no han subido acordes al aumento de la inflación y del coste de las materias primas. Esta situación ha evitado grandes alzas en las facturas, pero a costa de generar desde 2002 un déficit tarifario.

/imgs/2009/09/trafico01.jpgHeikki Mesa, experto en energía y cambio climático de WWF, asegura que el sector eléctrico no tiene ningún interés en reducir estos incrementos porque el Estado se compromete a cubrirlos. En su opinión, es como una hipoteca que tendrán que pagar los consumidores en los próximos 14 años sin pedir nada a cambio a las compañías eléctricas. Las cifras que se barajan oscilan entre 16.000 y 20.000 millones de euros.

Las subvenciones al sector de los combustibles fósiles, financiadas por la sociedad, les permite también ser más competitivos. Jorge González, director comercial de Gesternova, afirma que las ayudas directas al carbón en 2009 se elevaron por encima de los 1.300 millones de euros, sin contar el gasto que soporta la seguridad social con jubilaciones anticipadas, reconversiones, etc. “Cuando se genera electricidad con carbón, todo esto no se imputa al precio del kilovatio/hora (kwh)”, recuerda González.

Combustibles fósiles contra energías renovables

Diversos estudios señalan los diferentes niveles de impacto en la salud y en el medio ambiente de los sistemas de producción de energía. El informe del National Research Council (NRC) asegura que las energías con menos costes ocultos son la nuclear y las renovables. Añade, no obstante, que el almacenamiento de residuos nucleares y la minería de uranio podrían traducirse en costes adicionales. Los autores del estudio reconocen la necesidad de una investigación posterior.

/imgs/2009/01/energia-eolica002.jpgEn el apartado de los agrocombustibles, el estudio del NRC afirma que el etanol a partir de maíz ocasiona unos daños no relacionados con el clima similares o algo superiores a los originados por la gasolina. El etanol celulósico, sin embargo, registra unos efectos negativos más bajos.

La Comisión Europea (CE) apuntaba en 2002 que si los productores de energía asumieran sus costes externalizados, el precio por kilovatio/hora (kwh) de petróleo sería el doble. Los responsables de esta institución comunitaria han puesto en marcha varios proyectos para calcular con exactitud estos costes ignorados y “lograr un auténtico desarrollo sostenible”.

Si los productores de energía asumieran sus costes externalizados, el precio por kwh de petróleo sería el doble

Tras varios años de trabajo, el proyecto ExternE recopiló una serie de datos al respecto. Las diferencias entre países son considerables, pero los combustibles fósiles tienen en todos los casos un mayor impacto. En Alemania, el coste externalizado por kwh producido por la energía eólica es de 0,05 céntimos, frente al del petróleo: entre cinco y ocho céntimos. El proyecto calculaba también que, de media europea, el coste externalizado del kwh nuclear es diez veces menor que el del carbón: entre 0,20 y 0,70 céntimos.

A pesar de ello, un informe de la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA) señala que las diferentes instituciones, como la Agencia Internacional de Energía (IEA) o la propia CE presuponen todavía que los precios del combustible no están sujetos a riesgos y son predecibles. Por ello, indica la EWEA, su coste se subestima.

/imgs/2008/10/reactor-nuclear04.jpgEn 2008, la firma de asesoría financiera Lazard analizó y comparó el coste de la energía de fuentes renovables y no renovables en EE.UU. Se tomaron en cuenta factores que apenas se consideran, como los costes de combustible y de las emisiones de carbono. La energía eólica resultó la mejor parada, con entre 44 y 91 dólares por megavatio/hora (MWh). El resto de sistemas quedaron de la siguiente forma: biomasa (50-94 dólares), biogás de vertedero (50-81 dólares), carbón (74-135 dólares), gas de ciclo combinado (73-100 dólares), gasificación integrada en ciclo combinado (104-134 dólares) y energía nuclear (98-126 dólares).

En España, el estudio “Impactos Ambientales de la Producción de Electricidad”, auspiciado por varios gobiernos autonómicos y entidades como la Asociación de Productores de Energía Renovables (APPA), afirma que el daño sobre el entorno de las energías convencionales es 31 veces superior al de las renovables. En opinión de José María González Vélez, presidente de APPA, la dificultad de convertir en dinero el medio ambiente y de internalizar los costes externalizados frenan la generalización de las energías renovables.

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