Entrevista

Gunter Pauli, autor de «La Economía Azul»

Los móviles sin batería existen, pero la industria no quiere perder las ventas
Por Alex Fernández Muerza 21 de abril de 2012
Img gunterpauli
Imagen: CEA

Gunter Pauli es el creador de Ecover, una empresa ecológica pionera considerada modelo mundial, y defensor de una economía “verde” durante 35 años de su vida profesional. Sin embargo, este economista y emprendedor belga piensa ahora que la economía “verde” solo es para ricos y no es sostenible. Por eso propone “La Economía Azul”, inspirada en la Tierra, para crear buenos productos para todos basados en la naturaleza y en la ciencia. En 1994, Pauli puso en marcha ZERI (Iniciativa e Investigación de Emisiones Cero), una red global para extender sus ideas. Desde entonces, ha creado 50.000 empleos y más de 1.500 empresas, con proyectos como el cultivo de hongos comestibles de alta calidad con desechos de café (también en España), detergentes biodegradables con restos de cáscaras de naranja o la transformación de gasolineras en estaciones de recarga para vehículos eléctricos. Pauli estima que, con esta nueva visión, los consumidores podrán recuperar su capacidad de decidir qué quieren y cambiar el actual modo de producción mundial, que genera grandes cantidades de basura, desempleo y gobiernos en quiebra.

¿Cómo se pueden hacer productos buenos para la salud y el medio ambiente, baratos y competitivos?

“Es un engaño pensar que con la compra de algo que parece verde cambiemos el futuro del mundo”
La práctica lo demuestra. El desecho del café sirve para cultivar hongos tropicales. El coste es bajo porque la materia prima se paga por recibirla. Además, se esteriliza al exponerla a vapor y agua hervida, de forma que se producen hongos a precios más competitivos que los chinos. Así organizamos todo en un sistema que hace una cascada de nutrientes, materia y energía y elimina lo innecesario.

¿Estamos a tiempo de salvar el planeta y a nosotros mismos?

Las sociedades han tenido a través de la historia dos maneras de cambiar: una crisis, como la guerra o una epidemia, o la creación de una nueva visión compartida. El problema es que parece que estamos rodeados de múltiples crisis y, por eso, dejamos las soluciones a los expertos. Pero la crisis está en cada hogar, donde hay desempleo, donde hay un ambiente insano por los tóxicos que integramos en nuestra vida diaria y que de forma aislada no serían un problema, pero en su conjunto estresan nuestro sistema inmunológico. El consumidor tiene que recuperar su capacidad de decidir lo que quiere, crear el ambiente donde prefiere vivir, responder a las necesidades básicas para el agua, alimentos, vivienda, salud, energía y trabajo. Con esta nueva visión podríamos cambiar. 

¿Dónde está la diferencia entre tomar medidas favorables para el medio ambiente y una campaña de marketing que solo quiere aprovechar la creciente concienciación de los consumidores?

Es un engaño pensar que con la compra de algo que parece verde cambiemos el futuro del mundo. En Ecover no sabía que el éxito de un producto biodegradable destruyó un millón de hectáreas de bosque tropical en Indonesia. La biodegradabilidad no siempre llega a la sostenibilidad. Necesitamos el diseño de verdaderos productos sostenibles.

¿Como cuáles?

No me interesa una batería con etiqueta verde. Contaminar menos también es contaminar. Un ladrón que roba menos, ¡roba! La única solución es un aparato electrónico móvil sin batería. La tecnología existe, aplicada, barata y competitiva, como lo he descrito en mi página web Blue Economy.

¿Por qué no se hace?

La industria argumenta que no es factible. Todas las empresas de electrónica viven de la venta de baterías. ¿Quién quiere perder el potencial de venta de 40.000 millones de baterías en una época de crisis? Por eso necesitamos emprendedores que cambien las reglas del juego. 

Usted plantea con ZERI no solo una forma de crear empresas, sino también una forma de vida y de educar. ¿En qué consiste?

“El concepto de basura no existe en la naturaleza”
Todo cambio empieza con los niños, hasta con el niño que sigue vivo en los adultos. Cualquier proyecto que propongo tiene una base científica sólida, no son una fantasía. Diseñé un sistema de aprendizaje, a base de fábulas, que lleva el conocimiento básico a todos, no a los sabios, y así entendemos mejor los elementos de la vida actual que podemos cambiar de manera fácil, cómo y por qué. El Gobierno chino ha aprobado el uso de mis fábulas en todos los colegios del país. Con un consumidor mejor informado, un buen fondo científico y la motivación de realizar el cambio, mucho cambiará. 

Cada vez generamos más basura y, con ello, un importante problema medioambiental.

El concepto de basura no existe en la naturaleza. El único ser vivo en la Tierra que produce algo que nadie desea es el humano. ¿Y nos llamamos Homo sapiens? Hay nuevas técnicas para reciclar los residuos metálicos, pero los químicos en general y los farmacéuticos en particular son muy complicados. Ingerimos en varias ciudades más nicotina por el agua que por el humo de fumadores, descuadramos nuestros cuerpos con la absorción de hormonas sintéticas por el agua potable y no por nuestros alimentos, etc. No me preocupo tanto de los residuos electrónicos, porque hay soluciones, como de los químicos, porque no hay soluciones ni baratas ni inmediatas. 

Usted señalaba en 2011 “el fin de la globalización“. ¿Ahora piensa igual?

La globalización tiene una premisa simple: producir mucho más barato y dar más capacidad de compra al consumidor. El resultado es que compramos productos altamente estandarizados, transportados en barcos altamente contaminantes (contaminan 240 veces más que los 760 millones de coches que hay en el mundo). Todo el poder de compra se va a China y a otros pocos países porque no hay más empleo. Se generan productos baratos todo el tiempo y estresan el mercado de materiales, empezando con el petróleo y la minería. Incluso peor, consumimos de media el 10% de la materia prima, el resto es basura. Por eso pienso que la falta de lógica de la globalización se descubrirá en los próximos años, cuando el 25% de Europa esté sin empleo, los gobiernos en quiebra y las fábricas cerradas. Y por eso arrancamos propuestas como la de cultivar en Madrid hongos comestibles en los desechos de café.

¿Podría aportar más detalles de ese cultivo?

“La falta de lógica de la globalización se descubrirá cuando el 25% de Europa esté sin empleo, los gobiernos en quiebra y las fábricas cerradas”

Mejor se lo cuenta Eduardo Ferreira, que se encarga de ese proyecto: “El proveedor será Starbucks, que convierte sus residuos contaminantes en materia prima para el cultivo de varias clases de hongos de excelente calidad. Una vez cosechados, la materia restante es un magnífico alimento para los animales. Imitamos a la naturaleza, que no produce residuos, y en la que todo obedece a unos ciclos que se suceden de forma eficiente”.

¿Su propuesta es similar al “De la cuna a la cuna” de Michael Braungart y William McDonough?

Michael y Bill inventaron ese concepto en mi fábrica Ecover, cuando vinieron en octubre de 1992 a visitar la primera fábrica sin emisiones, sin basura. Ellos proponen un modelo de diseño de productos con nuevos procesos manufactureros, y se puede comprar la franquicia y los derechos de uso. Yo propongo nuevos modelos de negocios “de código libre”. Ellos contribuyen a mejorar el mundo a su manera, yo a la mía.

Si este tipo de propuestas benefician no solo al medio ambiente, sino también a las empresas y å la economía, ¿por qué no se generalizan?

¿Qué se entiende con “generalizar”? Hoy tenemos más de 150 nuevos modelos de negocios comprobados e implementados. A comienzos de 2010, ya teníamos unos 50.000 nuevos empleos generados y más de 1.500 empresas creadas. No es nada, pero en tan poco tiempo… Es importante concluir con la frase preferida de mis fábulas: apenas estamos comenzando.  

¿Qué pueden hacer los consumidores?

Lo más importante es exponer a los niños a la ciencia, fortalecer sus emociones, no convertirles en menos consumidores, sino en seres humanos, con una pasión por el bienestar de sí mismos, de la comunidad y del mundo. Insistir en ser creativos, inventivos con ética, porque en un mundo donde la mitad de los jóvenes no tienen empleo, son una generación que se siente sin valor, sin uso y resuelta a vivir en su mundo virtual. Es el desafío más grande que tenemos como adultos. 

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