Vertederos incontrolados

Son recintos ilegales peligrosos para la salud humana y para el equilibrio medioambiental
Por César Martín 28 de junio de 2005

Los vertederos incontrolados son un riesgo para la salud pública, un foco de contaminación para el agua y el aire, además de un cúmulo de incomodidades para la ciudadanía. Su sellado y control se ha convertido en un objetivo para las instituciones, que se han propuesto su erradicación total y la recuperación de los espacios que ocupaban, en parte, porque ya son recintos ilegales susceptibles de ser perseguidos por la Ley. Pero, ¿cómo se sellan estas infraestructuras? ¿Qué tendencias se imponen en la gestión de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU)? En España ya se han puesto en marcha algunas experiencias orientadas a valorizar y minimizar los desechos.

Plan de Residuos: Cómo acabar en 2006 con 4.000 vertederos incontrolados

Hasta hace no muchos años la costumbre hablaba de utilizar vertederos incontrolados en las afueras de las localidades para eliminar buena parte de los residuos sólidos que se producían, sobre todo, en poblaciones pequeñas y medianas. Allí se vertía cualquier tipo de basura doméstica, escombros, restos vegetales, pilas o cualquier otro desecho habitual. Esas zonas carecían -y carecen donde aún proliferan- de los mínimos controles sanitarios y de la perceptiva cubrición de los vertidos, circunstancias que derivaban en importantes impactos medioambientales y sociales. Su presencia es sinónimo de focos de roedores y de insectos, de peligro de combustión y de incendios forestales, de emisión a la atmósfera de gases contaminantes y malos olores, degradación de suelos, contaminación de acuíferos y aguas superficiales, y de degradación del paisaje.

Plan de Residuos: Cómo acabar en 2006 con 4.000 vertederos incontrolados

Gracias a los avances legislativos y a la continua labor de concienciación sobre la necesidad de un desarrollo sostenible y compatible con el respeto medioambiental, los vertederos incontrolados empiezan a ser objeto de control y persecución. Por todo ello, en el año 2000 el Consejo de Ministros del Gobierno aprobó el Plan Nacional de Residuos Urbanos 2000-2006. Entre los objetivos de éste se encontraban la clausura y sellado de los casi 4.000 vertederos incontrolados en España, meta que requeriría de una inversión de más de 438 millones de euros, según reflejan los datos facilitados por el Ministerio de Medio Ambiente.

Como se refleja en el Plan, el sellado de vertederos incontrolados con las debidas garantías es diferente según las características físicas del terreno y su ubicación, se requieren por tanto acciones específicas. En términos generales, el proceso precisa de la limpieza del cúmulo de desechos, el sellado del mismo y la aplicación de los controles medioambientales pertinentes. Al respecto, desde el departamento de Urbanismo y Medio Ambiente de la Diputación Foral de Álava se indica que la primera etapa en la desaparición de un vertedero incontrolado consiste en la retirada del grueso de los residuos encontrados y, generalmente, su traslado a un depósito hábil.

Recinto de características controladas

“Un vertedero debería incluir una cubierta de drenaje para filtrar los líquidos de las referidas capas. Para acabar la instalación, y si fuera preciso, se debe instalar una cubierta exterior, por ejemplo, de gravas no compactadas rematadas con césped y diversas especies vegetales llamadas a recuperar el paisaje de la zona degradada. Más tarde llegarán los controles naturales que comprueben la calidad del sellado, su aislamiento y que la zona no vuelva a acoger residuos de forma incontrolada”, detalla Estévez.

Todo ello, una vez transformado el foco de vertidos ilegales, significaría el almacenamiento de basuras en “un recinto de características físicas y técnicas específicas en el que se han tomado las medidas de seguridad adecuadas para evitar todo efecto nocivo o molesto que cause deterioro al medio donde se ubica”, explica Ana García López, del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla.

Alternativa: Valorización de los residuos

Como se puede observar evitar las sustancias peligrosas en los vertederos se ha convertido en una acción prioritaria en los últimos años por parte de las autoridades medioambientales. En este sentido, la lógica indica que la recogida selectiva de las basuras en su lugar de origen -domicilios particulares y empresas, principalmente-, con acciones concretas ideadas para el fomento del reciclaje, es parte fundamental para entender los registros dominantes en la gestión de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU). Dicha gestión se basa fundamentalmente en la minimización de las entradas de materiales en los vertederos y en el incremento de los procesos de reciclaje específicos, destinados principalmente a la recuperación de desechos procedentes de sectores económicos como el de la construcción, o en la explotación del cúmulo de basuras orgánicas para la elaboración de gas ciudad o de fertilizantes como el compost. En este sentido, las tendencias actuales predican la necesidad de generar cada vez menos basuras por habitante y de valorizar los desechos en mayor medida.

Alternativa: Valorización de los residuos

Como muestra de lo dicho se encuentra el caso alavés; los datos del departamento municipal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vitoria sugieren que el impacto que ocasiona la generación de residuos sobre el medio ambiente depende en última instancia del tipo de tratamiento que se les dé. Por ello, el reciclaje -papel, vidrio, pilas o envases- supone una forma de minimizar dichas afecciones y la generación de residuos y el aumento del porcentaje de residuos reutilizados. Las cifras al respecto señalan que en 1997 las basuras reutilizadas llegaban al 7,7% del total, dato que en 2003 llegaba al 22,15%. De esta manera las emisiones contaminantes disminuirán tras el sellado del depósito incontrolado, hasta su práctica desaparición. Además, la descomposición de las basuras orgánicas genera el biogás, cuya recogida y eliminación o uso es fundamental en la clausura del vertedero.

Para ello, el sistema de captación de gases en un vertedero se basa normalmente en la instalación de pozos de recogida en el lecho del vertedero, si es que éste tiene una profundidad mínima de 6 metros, separados entre sí por una distancia máxima de 60 metros y cubriendo entre todos la totalidad de la superficie del vertedero. En caso de vertederos de menor profundidad, puede resolverse la instalación mediante el tendido de tuberías perforadas horizontales, peinando toda la superficie del vertedero. “Y la extracción del citado fluido se hace imprescindible para evitar el riesgo de explosiones”, indica Daniel Estévez.

El resultado de medidas como la descrita -propia de vertederos ya controlados- se puede traducir en una producción energética sensible. La misma, en el caso de una ciudad como Vitoria (225.000 habitantes), podría alcanzar los cuatro millones de kilovatios hora, es decir, el equivalente a la electricidad que consumen anualmente 6.000 familias, según rezan los datos facilitados por el área de Medio Ambiente del Consistorio vitoriano en referencia a la planta habilitada en su ciudad para el aprovechamiento del biogás generado en el vertedero municipal de Gardélegui. La citada central funciona desde 2002 tras una inversión de 803.000 euros con la intención de reutilizar las basuras procedentes de toda Álava. Extrae biogás, metano e hidrocarburos. Otras actuaciones relacionadas con la gestión de residuos es la creación de una planta para el tratamiento integral de residuos capaz de abastecer eléctricamente a 16.000 vecinos de la referida ciudad a través de la recuperación de residuos y del biogás, prevista en 2006. Hasta su creación, el biogás que emanaba de los desechos se captaba y quemaba a través de una red de antorchas.

Reutilización de la superficie

Una vez solucionados todos los aspectos descritos, el vertedero incontrolado puede mudar su aspecto. Hay ocasiones en las que se recurre a su cubrición, hecho que facilita la vegetación de la zona ya restaurada. Con ello se logra la restauración paisajística de la superficie antes degradada con suelos estabilizados y especies arbóreas autóctonas. En los taludes del depósito cerrado -si los hubiera- se podría emplear césped.

Desde la aplicación del Plan Nacional de Residuos han sido múltiples las actuaciones desarrolladas. De hecho, la Junta de Castilla-La Mancha invirtió 1,2 millones de euros entre 1999 y 2001 en el acondicionamiento y sellado de 64 vertederos incontrolados. En la provincia de Valencia fueron sellados 863 de estos depósitos en 153 municipios y, en la Comunidad Autónoma de La Rioja, 126 en cuatro años. En Andalucía, sólo en un año se cerraron 43 vertederos con una inversión total de tres millones de euros.

Cuestiones legales

A día de hoy este tipo de vertederos son ilegales y su aparición está perseguida. Al respecto, ya existen sentencias condenatorias que han inculpado a instituciones y a sus representantes por la creación de depósitos de residuos incontrolados. En este punto cabe recordar la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona que condena a varios meses de prisión a varios vecinos de un ayuntamiento de la citada provincia por la creación de un vertedero ilegal. Otro ejemplo del celo institucional al respecto es aquel que narra los esfuerzos de las Cortes europeas contra varios vertederos incontrolados detectados en varias provincias españolas.

Una solución: la regla de ‘las Tres Erres’

La sociedad occidental cada vez consume en mayor cantidad y, por ende, produce un mayor volumen de RSU, que acaban en vertederos o en infraestructuras como las incineradoras. De una u otra forma se pierden gran cantidad de materias primas que se han utilizado en la fabricación de los productos que acaban en la basura. Al tiempo, las reservas naturales de materias primas y las fuentes energéticas disminuyen mientras los costes de su extracción aumentan y son motivos de graves impactos ambientales y desequilibrios sociales. Es la cultura del usar y tirar. Según Ecologistas en Acción, cada ciudadano genera por término medio 1 kilo de basura al día

Cada ciudadano genera por término medio 1 kilo de basura al día

. Buena parte de éstos -el 60% del volumen y 33% del peso de la bolsa de basura-, lo constituyen envases y embalajes, en su mayoría de un sólo uso, normalmente fabricados a partir de materias primas no renovables, o que siendo renovables se están explotando a un ritmo superior al de su regeneración, como sucede en el caso de la madera para la fabricación de celulosa.

Con todo ello, parece que la única solución viable pasa por reducir la cantidad de desperdicios producidos

Parece que la única solución viable pasa por reducir la cantidad de desperdicios producidos

. Para ello, la consigna es fomentar la denominada ‘Regla de las Tres Erres’, es decir, reducir, reutilizar y reciclar. Para ello, los consumidores deben constituirse en el primen eslabón para evitar la ingente proliferación de residuos urbanos. Acciones y gestos sencillos bastarán, como la compra de productos cuya materia prima pueda ser reutilizada. Este tipo de objetos vienen identificados con el símbolo de ‘reciclable’. En este sentido conviene seguir unos hábitos:

  • Utilizar papel reciclado y desprenderse de todas las láminas o cartones usados en los contenedores habilitados a tal efecto. Estos materiales son el 20% del peso y un tercio del volumen de la bolsa de basura.
  • Depositar los vidrios en los contenedores verdes para facilitar su reciclaje. Al respecto, cabe reseñar que es más eficiente la producción de botellas de cristal para bebidas que la de latas, ya que ésta, según la citada organización ecologista, requiere de un consumo mayor de energía para su creación. Las latas son el 11,7% del peso de los RSU y el 4,2% de su volumen. Se hacen con hierro, zinc, hojalata, acero y aluminio. El problema de su uso es que se han generalizado en consumos de un solo uso. El vidrio tiene el mismo problema cuando, según la práctica, cada botella podría utilizarse una media de hasta 50 veces antes de su obsolescencia.
  • Evitar que las pilas acaben en vertederos, ríos o fuera de los contenedores adecuados diseminados por las ciudades. Las pilas con mecurio y las recargables se reciclan. Las alcalinas no se reciclan pero son muy contaminantes, por lo que conviene su almacenamiento o destrucción segura. Y es que una sola pila botón tiene la capacidad de contaminar 600.000 litros de agua, según los datos facilitados por diversas asociaciones naturalistas.
  • Reducir el consumo de bolsas de plástico. Éstas bien pueden ser sustituidas por otras de tela o de papel reciclado. El 14% del peso de la bolsa de basura son plásticos y envases de un sólo uso. Su producción depende del petróleo, por lo que su uso se basa en el agotamiento de recursos no renovables. Aparte, su incineración puede devenir, por ejemplo, en los derivados del PVC, en la emisión a la atmósfera de contaminantes como el furano o las dioxinas.
  • Reducir el gasto de papel de aluminio. Si es posible conviene su sustitución por bolsas de celofán.
  • También hay que tener en cuenta que elementos como el corcho blanco, en envases de alimentos, no se puede recuperar ni reciclar.
  • Los residuos caseros peligrosos, como aerosoles y similares deben depositarse en contenedores especiales.
  • Aparte de todo lo dicho, es conveniente reutilizar los objetos. De esa forma se consumirán menos recursos naturales y se producirán menos basuras.
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