Fragancias sintéticas

Los ingredientes de geles y champús preocupan a los científicos por su impacto en el medio ambiente y la salud
Por Mercè Fernández 4 de octubre de 2006

“Cada vez hay más perfumes sintéticos en el medio ambiente”. Lo acaba de decir un grupo de investigadores de la Universidad de Iowa (EE.UU.) en la revista Environmental Science and Technology. Esto no tendría importancia si no fuera porque los almizcles sintéticos, responsables del perfume de numerosos productos de limpieza y aseo, preocupan de forma creciente a los expertos por sus posibles efectos sobre el ecosistema y la salud. Algunos trabajos han revelado diferentes concentraciones de estos perfumes sintéticos en peces, delfines, pájaros acuáticos y moluscos. También se han hallado en el tejido graso humano e, incluso, en la leche materna. ¿Sus efectos? Aunque no se conocen bien, algunos estudios en animales muestran que pueden alteran el sistema endocrino. También se cree que pueden tener relación con el desarrollo del cáncer. Así lo sugerían en 2002 investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Frankfurt, que en un trabajo de laboratorio mostraron y publicaron en la revista Anticancer Research el potencial cancerígeno de algunos almizcles sintéticos derivados de nitratos, como el xileno y el tibeteno.

Compuestos todavía sin legislar

Los almizcles (musks, en inglés) son un grupo de fragancias de olor penetrante y persistente. Los sintéticos son más fáciles y económicos de obtener que sus equivalentes naturales, que se obtienen de plantas o de glándulas de animales, y están presentes en numerosos productos de aseo personal y en productos de limpieza. El problema inesperado de estos perfumes se empezó a atisbar hace pocos años, al descubrir que se acumulaban en el medio ambiente y seres vivos.

Los más tóxicos, detalla Damià Barceló, químico ambiental del CSIC, son los derivados de nitratos. “Se trata de compuestos que abundan en las aguas residuales y para los que no hay todavía una legislación específica”, explica Barceló. Forman parte de los compuestos que serán prohibidos o limitados cuando se ponga en marcha el programa europeo REACH de control y regulación de sustancias químicas. “Dependerá- dice Barceló- de las cantidades y serán necesarios más ensayos para conocerlos mejor”.

Compuestos todavía sin legislar

Aún está por demostrar que todos los efectos enumerados se den también en humanos. Pero la toxicidad en organismos como moluscos o peces ya es un problema para el ecosistema. Y se hace más grave en cuanto que estos compuestos están cada vez más extendidos. Es lo que aporta el trabajo de la Universidad de Iowa (EE.UU.), que se acaba de publicar en la revista Environmental Science and Technology. Se trata del primer registro histórico de perfumes sintéticos en los sedimentos de los lagos Ontario y Erie, en los EE.UU. Averiguar esto es posible porque en el fondo de los lagos se van depositando parte de los contaminantes que llegan a las aguas. Años después, si se analizan los estratos adecuadamente, se puede averiguar la presencia de estos contaminantes en diferentes épocas.

Según el trabajo recientemente mencionado, la presencia de este compuesto en los lagos había disminuido entre los años 1970 y 1990, pero tras 1990 y en sólo ocho años los niveles se duplicaron. Esa progresión va de la mano de un incremento de la producción y consumo en aquel país, según explica una de las coautoras del estudio, Keri Hornbuckle, de la Universidad de Iowa. Este trabajo es sólo una muestra. Si las cifras de los lagos Ontario y Erie revelan un incremento drástico de la presencia de estos perfumes sintéticos en los últimos 15 años, ¿qué pasa en otras zonas y países? ¿Puede evitarse su dispersión? La única forma es evitar su uso pero todavía no hay una normativa al respecto. En ese sentido, uno de los primeros pasos para su prohibición se dará con la futura etiqueta ecológica europea para jabones y champús.

Sin perfume para bebés

A finales del año pasado se presentó una propuesta de los criterios que debe cumplir un jabón o un champú para que pueda ser clasificado como ecológico y poder llevar esta ecoetiqueta de la UE.

Destaca la eliminación de cualquier fragancia o perfume en todos los productos destinados a niños de menos de tres años

Otras condiciones se centran en que todos los tensioactivos incorporados en el producto sean biodegradables (normalmente se trata de mezclas comerciales de estas moléculas), en que la cantidad de algunos ingredientes no biodegradables sea limitada y en que el embalaje sea el mínimo posible.

“Durante nuestro trabajo- explica el informe de los expertos que han elaborado la propuesta- hemos visto que el impacto ambiental de jabones y champús es considerable”. Entre los ingredientes que causan daño ambiental, detallan, se hallan conservantes, especialmente en jabones líquidos, que pueden liberar compuestos alérgenos o formaldehído, un compuesto cancerígeno. Respecto a los perfumes sintéticos, los jabones sólidos tienen normalmente menos impacto ambiental que los líquidos, explican estos expertos, pero la cantidad de perfume incorporado “es en algunos casos muy alto”.

En este sentido, llama la atención la gran diferencia entre los países del norte y del sur de Europa. Mientras que en el norte las fragancias suponen entre un 0,5% del contenido de los jabones, los países del sur parecen ser más proclives a estos perfumes, que pueden ser hasta el 3% del contenido del jabón. Los productos para bebés en los países del sur tienen menos pero “siguen siendo perfumados”, destaca el grupo de expertos. En cambio- afirman- en los países nórdicos existe una buena oferta de jabones sin perfume, lo que demuestra que un jabón sin olor no huele mal, como se ha dicho.

La cuestión más importante, dicen los expertos, es si los consumidores de los países del sur aceptarán estos productos sin perfume. Ellos defienden que no se permita ningún tipo de fragancia en productos infantiles. Cada vez hay más incidencia de asma y alergia en niños, y los bebés son muy vulnerables. “Permitir estos compuestos persistentes en los productos para bebés iría contra el principio de precaución”, subrayan.

Detergentes, mejora notable

Los detergentes y, dentro de ellos, los tensioactivos (las moléculas “limpiadoras” propiamente dichas) y los fosfatos (cuyo papel es retener el calcio del agua y facilitar el lavado) ya no son los malos de la película. Sin ser perfecta, la situación ha mejorado notablemente. Los tensioactivos de uso doméstico, los llamados alquilbenceno sulfonatos lineales o LAS, son biodegradables, “las plantas depuradoras los eliminan casi en su totalidad de las aguas residuales y sus niveles de toxicidad son muy bajos”, explica Damià Barceló, químico del CSIC. Los que siguen preocupando no son los de uso doméstico sino los industriales, que incorporan otro tipo de tensioactivos y que cuando se degradan dan lugar a los llamados nonilfenoles, contaminantes muy persistentes que mimetizan las hormonas femeninas y alteran el sistema endocrino de los seres vivos. La aparición de peces machos con signos de intersexualidad se atribuye a estos contaminantes.

Por su parte, los fosfatos, que causaban problemas de eutrofización, se han reducido o eliminado. En algunos casos se han hallado sustitutos, aunque estos no siempre han sido mejores. Es el caso de las zeolitas, que no siempre se eliminan bien de las depuradoras. “Es algo normal”, comenta José Maria Quiroga, químico de la Universidad de Cádiz. “Se van probando soluciones y no siempre sale todo como uno espera”. De cualquier forma, “los detergentes domésticos de los países desarrollados- afirma rotundo- son casi en el 100% biodegradables”. Los tensioactivos de origen vegetal son, además, una alternativa interesante a los procedentes del petróleo. El consumidor no puede saber qué tensioactivos hay en un detergente, “pues se tata de mezclas comerciales de moléculas diversas”, apunta Quiroga. No obstante, para los consumidores más concienciados, existe la opción de comprar productos con la etiqueta ecológica europea para los detergentes y productos de limpieza.

Otro de los productos de limpieza sobre el cual los consumidores se preguntan su inocuidad es la lejía. “Dependerá de la cantidad que se ponga. La lejía es una forma de cloro, y ya hay cloro en el agua del grifo y en las piscinas. Por todas partes tenemos cloro”, aclara Damià Barceló.

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