Entrevista

Jorge Olcina, climatólogo de la Universidad de Alicante

Se sigue permitiendo la construcción de viviendas en zonas de inundación
Por Alex Fernández Muerza 7 de noviembre de 2007
Img olcina

Jorge Olcina Cantos (Alicante, 1966) es Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales. Sus investigaciones se centran en aspectos como la climatología, los riesgos naturales, los recursos de agua o la ordenación del territorio. Autor de numerosas publicaciones sobre estos temas, su último libro, “¿Riesgos Naturales?”(Ed. DaVinci Continental), hace hincapié en el papel del ser humano como agente activo en la creación de territorios de riesgo. Según Olcina, los consumidores deben exigir a sus representantes institucionales que se tomen en serio un problema como el de los riesgos naturales, en el que se ponen en peligro vidas humanas.

Las últimas riadas en Levante, Mallorca, etc. han sido polémicas en varios aspectos. ¿Por qué han sido tan devastadoras?

El Mediterráneo es una de las áreas del mundo de más compleja predicción meteorológica
Porque en los últimos treinta años se ha incrementado el riesgo de forma importante. Se ha construido en zonas indebidas (proximidades o interior de los cauces, en áreas de avenamiento precario, etc.). En suma, ha habido un escaso respeto por el medio físico, que a veces se comporta de forma extraordinaria. Y el litoral mediterráneo es una zona muy sensible a este tipo de episodios.

Se llegó a decir que el Instituto Nacional de Meteorología (INM) no actuó convenientemente, que hubo falta de previsión.

El INM ha actuado de forma impecable; lleva años haciéndolo. En este sentido, tanto el INM como los servicios meteorológicos autonómicos han invertido mucho en la mejora de equipos y programas de predicción. Hay un elenco de profesionales de los mejores de Europa. Otra cuestión es que el Mediterráneo es una de las áreas del mundo de más compleja predicción meteorológica, y a veces las situaciones son difíciles de prever con pocas horas de antelación. Pero en estos episodios su actuación ha sido perfecta.

¿Qué medidas deberían tomarse para que no vuelva a suceder una catástrofe de este tipo?

No se puede seguir culpando a la Naturaleza de los desastres naturales, para quitarse el problema de encima
Cumplir las leyes relacionadas con el urbanismo y la ordenación del territorio. Se sigue permitiendo la construcción de viviendas en zonas de inundación. Es absolutamente necesario que se paralice y se impida la aprobación de planes urbanísticos que no incluyan estudios detallados del medio físico y mapas de riesgo. La reciente Ley del Suelo (Ley 8/2007) del pasado mes de mayo así lo obliga. Confiemos que haya una vigilancia estricta de su cumplimiento por parte de todas las administraciones.

¿Por qué no se aplican estas medidas?

El tema del riesgo no interesa; molesta a los políticos. Pero tiene que ir calando el mensaje de que se juega con vidas humanas y las administraciones tienen el deber de garantizarnos el derecho constitucional a una vida segura. Esto parece que se olvida con mucha frecuencia, y luego vienen los desastres.

Naciones Unidas celebraba recientemente el Día Internacional de los Desastres Naturales. ¿Realmente sirve para algo?

Las generaciones que tienen en la actualidad más de 40 años no se darán cuenta de los efectos del cambio climático y por eso no están dándole la importancia necesaria
Sirve para crear conciencia social, que ya es importante. Pero lo que realmente sería necesario es que nuestros políticos asumieran la importancia de este tema. No se puede seguir culpando a la Naturaleza de los desastres naturales, para quitarse el problema de encima. Afortunadamente, los ciudadanos van recibiendo mensajes claros de por qué se producen estos desastres y comienzan a pedir responsabilidades. Esto va a ser moneda común en los próximos años.

Lo que antes era debido a la gota fría ahora se dice que es por el cambio climático. ¿Son términos que siguen modas?

No, siguen siendo “gotas frías” o tormentas convectivas muy fuertes. Es la causa meteorológica de estos episodios, en los que puede llover hasta 500 litros en pocas horas. Otra cosa es que, si se cumplen las previsiones de los modelos de cambio climático desarrollados por diferentes organismos y centros de investigación, todo apunta a que este tipo de episodios se pueden desarrollar con una frecuencia mayor en las próximas décadas. Por tanto, es un tema importante que no se debe tomar a broma, porque, repito, hay vidas humanas en juego.

Bjørn Lomborg, autor de “El ecologista escéptico”, afirmaba recientemente que se está generando un pánico exagerado con el cambio climático.

El cambio climático hay que presentarlo bien, sin catastrofismos exagerados, pero diciendo claramente que si no comenzamos a tomarlo en serio, sus efectos pueden ser importantes, incluso dramáticos, en las próximas décadas
Siempre he defendido que el cambio climático saltó muy pronto de los laboratorios y centros de investigación a la sociedad, por lo que se corría el riesgo de trivializar la cuestión. Hoy todo el mundo habla del cambio climático en el bar o en el ascensor. Por otra parte, es entendible que los ciudadanos exijan información. Lo que se debe hacer es dar información precisa y detallada, mensajes claros.

¿Qué tipo de mensaje?

El cambio climático se percibirá a medio y largo plazo. Seguramente, las generaciones que tienen en la actualidad más de 40 años no lleguen a darse cuenta de sus efectos y por eso no están dándole la importancia necesaria. La labor principal debe ir encaminada a los jóvenes, que son los más sensibilizados con los temas ambientales y los que pueden exigir a los mandatarios respuestas y actuaciones. El cambio climático es uno de los grandes temas de la sociedad contemporánea, con implicaciones en la economía y los comportamientos socio-políticos. Por ello, hay que presentarlo bien, sin catastrofismos exagerados, pero diciendo claramente que si no comenzamos a tomarlo en serio, sus efectos pueden ser importantes, incluso dramáticos, en las próximas décadas. Desde hace tres años el gobierno actual está haciendo bien las cosas y algunas autonomías, de signo político contrario, también. En el cambio climático no debe haber ideologías, sino comprensión del fenómeno y unidad de acción para reducir sus posibles efectos.

Afirmaba Al Gore recientemente que España es el país de Europa que más va a sufrir las consecuencias del cambio climático.

No sé si España será el país de Europa que más vaya a sufrir los posibles efectos del cambio climático, pero tenemos unas condiciones climáticas favorables para ello
España es una zona climáticamente singular. Estamos a caballo de las influencias meteorológicas frías, del norte de Europa, y subtropicales, por nuestra proximidad al norte de África. Por eso, cualquier pequeña alteración en las pautas normales de comportamiento de la circulación atmosférica puede tener repercusiones importantes en nuestro país. No se si será el país de Europa que más vaya a sufrir los posibles efectos del cambio climático, pero tenemos unas condiciones climáticas favorables para ello.

¿Qué pueden hacer los consumidores frente a los desastres naturales?

Cualquier medida que podamos desarrollar en nuestra vida cotidiana puede servir. Aunque hay que ser conscientes de que la labor fundamental depende de las grandes empresas que emiten gases de efectos invernadero y de los gobiernos, que son los que deben hacer cumplir los compromisos de reducción de estos gases. Pero acciones como evitar el uso del vehículo privado cuando no sea estrictamente necesario, o ahorrar energía en los domicilios sirven para crear conciencia y para exigir que gobiernos y empresas cumplan también con su parte.

Los pronósticos del tiempo son cada vez más fiables. ¿En qué se ha basado su mejora, y hasta qué punto se podrán perfeccionar más en los próximos años?

Hoy por hoy los pronósticos meteorológicos a 24 horas tienen una fiabilidad cercana al 95%
Se han mejorado los equipos informáticos y los programas de modelización atmosférica. Los satélites y radares meteorológicos también han abierto enormes posibilidades para la mejora de los pronósticos. Hoy por hoy hay una fiabilidad cercana al 95% en los pronósticos a 24 horas. Lo que es muchísimo, porque pensemos que estamos trabajando con un sistema -climático- abierto que puede verse afectado por múltiples factores y alterar las condiciones iniciales.

No obstante, todos los años se suelen presentar pronósticos un tanto alarmantes del tiempo que va a hacer en determinada estación. Sin ir más lejos, se dijo que este verano iba a ser muy caluroso, y no fue así. ¿Por qué se lanzan si no son muy fiables?

Se lanzan desde centros de investigación climática extranjeros. Por tanto, no conocen las especiales condiciones de la península Ibérica. Cuando este verano se señaló este pronóstico desde el Reino Unido, el INM matizó oportunamente esta previsión, al igual que otros centros de investigación españoles. El problema es que el ciudadano exige cada vez más a la predicción meteorológica. Ya no sólo queremos saber el tiempo para el día siguiente, sino para el mes o el trimestre siguiente. Y sobre todo en verano, cuando se planifican las vacaciones. Y queremos que haga el tiempo que nos gusta: en verano sol y calor, en invierno, nieve para poder esquiar, en Semana Santa que no llueva. Afortunadamente, el ser humano no tiene capacidad para modificar el tiempo a su antojo.

Después de todo lo dicho, ¿se animaría a pronosticar que nos espera para este invierno?

Si atendemos al desajuste térmico vivido este verano deberíamos esperar unos meses próximos más cálidos de lo normal
No, no me atrevo, aunque hay datos que pueden señalarse. En principio, si atendemos al desajuste térmico vivido este verano -más fresco de lo normal- deberíamos esperar unos meses próximos más cálidos de lo normal para que la atmósfera se equilibre térmicamente en nuestra zona. Pero esto es la teoría; luego está la dinámica atmosférica para romper todas las previsiones y hacer quedar mal a la ciencia climática… ya veremos qué pasa.

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