Los hongos de pies son más frecuentes en las personas que más sudan

El 70% de la población está destinada a tener esta infección una vez en su vida
Por EROSKI Consumer 6 de junio de 2002

El sudor y el olor de pies son dos señales de la aparición de hongos en esta parte del cuerpo. Y es que el llamado «pie de atleta» o «tiña pedis» se desarrolla con más facilidad en las personas que utilizan zapatos cerrados o calcetines que no transpiren mucho, de ahí que la gran mayoría de los afectados sean hombres entre los 15 y 45 años, que suelen mantener ese hábito de calzado en los meses más calurosos. Son muchas las personas que padecen esta infección. De hecho, un estudio realizado por la Clínica Mayo de Estadios Unidos revela que el 70% de la población está destinada a tener «pie de atleta» una vez en su vida.

Unas pequeñas molestias o pompas entre los dedos son ya señales de la enfermedad, que es más usual durante los meses de verano debido a que la humedad, el calor y las rozaduras los ayudan a reproducirse. «Los hongos se alimentan de la queratina de la piel y se multiplican a gran velocidad, buscando otras partes con esta sustancia, que la piel genera cada cuatro semanas y que en esta zona es más gruesa», explica el doctor Jesús De Vega, experto en la enfermedad.

Pequeña herida

Lo que puede comenzar con una pequeña herida entre los dedos de los pies se puede extender hasta toda la pierna, «aunque estos casos son muy difíciles que se den puesto que los afectados comienzan a medicarse y se pueden eliminar», afirma Luis Medina, encargado de la campaña de prevención «¿Hongos en los pies? Cómo disfrutar de unos pies sanos».

Ignorar la existencia de los hongos puede provocar su reproducción, lo que, además de convertirse en algo grave, aumenta el riesgo de infección para las personas más cercanas. Y es que la cuarta parte de los afectados por el «pie de atleta» no saben que están infectados por los hongos, lo que lleva a varias recaídas al año al no realizar ningún tratamiento para combatirlos, algo fundamental para que desaparezcan.

La medicina avanza y lejos han quedado ya los remedios caseros, que a pesar de que se siguen utilizando para terminar con la infección, son contraproducentes en algunos casos. Un ejemplo son los polvos de talco. «Hacen que no transpire la piel, por lo que el riesgo de una infección es mayor», señala José María Laza, del Colegio de Farmacéuticos de Málaga.

Por este motivo, los medicamentos constituyen la única solución contra los «pies de atleta», aunque supone un tratamiento largo que no muchos están dispuestos a afrontar entero.

Prevención

La prevención se convierte, por tanto, en fundamental. Andar con los pies descalzos por espacios públicos como la playa, piscinas o gimnasios supone un alto riesgo de contagio de la enfermedad. «Los hongos pueden permanecer más de un año en estos espacios, de ahí que sea necesario el uso de zapatillas en estos recintos y evitar acudir a ellos sí se está infectado», advierte De Vega.

El uso de calzado en estos recintos no garantiza estar a salvo de la enfermedad. Una buena higiene, además de tratamientos preventivos si se duda mucho o incluso si se es diabético o se toman antibióticos, son básicos para impedir que los hongos «campen a sus anchas» en los pies, detalla Laza.

La mejor forma de prevenirlos, según los especialistas, es lavar los pies muy bien, pero sólo con agua, sin jabón. Después se secan meticulosamente y se introducen en calzado poroso, que permita el paso del aire. Eventualmente se puede usar un jabón que cause acidez, ya que los hongos crecen precisamente en un ambiente contrario, o sea alcalino. Para el secado es conveniente utilizar toallitas desechabables o pañuelos de papel, pues los hongos sobreviven perfectamente en una toalla húmeda.

Pese a que los espacios públicos concentran muchos de estos hongos cualquier superficie sobre la que se ande descalzo puede transmitir el «pie de atleta». Tanto es así, que los hoteles son también una potencial vía de contagio a través de las alfombras o de los baños, «de ahí la necesidad de una buena desinfección, la cual también es necesaria en las viviendas propias para evitar que el resto de la familia pueda contagiarse», precisa De Vega.

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