Entrevista

Elisabeth Cardis, investigadora del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental, CREAL

Habrá que esperar unos cinco años para obtener datos irrefutables sobre la relación entre el uso del móvil y el cáncer
Por Núria Llavina Rubio 3 de junio de 2011
Img elisabethcardis

Esta semana, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba el uso de teléfonos móviles como “posible carcinógeno”, a partir de un estudio elaborado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). El anuncio de esta relación ha provocado incertidumbre, dudas y reacciones contrarias por parte de la comunidad científica y de la sociedad en general. El problema radica, sobre todo, en que la organización internacional ni lo afirma de forma tajante ni lo descarta, ni se indica un nivel a partir del cual el aparato es peligroso. De hecho, los móviles actuales emiten una radiación que es unas 15 veces menor que la emitida por los móviles de hace unos años. El estudio, además, no evidencia que utilizar teléfonos móviles suponga un mayor riesgo de sufrir cáncer, pero tampoco concluye que no haya ningún peligro, porque los resultados sugieren un “posible” riesgo. Elisabeth Cardis, investigadora del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), está considerada una de las máximas autoridades mundiales sobre los efectos de las radiaciones de los móviles en la salud y es la investigadora principal del proyecto Interphone, el mayor estudio llevado a cabo en todo el mundo sobre los posibles efectos cancerígenos de la telefonía móvil.

Según los resultados del informe, la conexión entre telefonía móvil y tumores cerebrales (en concreto, gliomas) es “solo posible”. ¿Qué significa?

Significa que hay varios estudios que indican un aumento de riesgo en algunos usuarios, pero que los datos no son, de momento, suficientemente seguros para concluir de manera definitiva. Puede ser que los resultados se deban a limitaciones de la metodología o a que el riesgo sea real. Como hay 5.000 millones de usuarios de teléfonos móviles en todo el mundo, si el riesgo existe, aunque sea pequeño, podrían ser muchos los tumores atribuibles a esta exposición. Por este motivo, de momento, y mientras los miembros de la comunidad científica seguimos con estudios que confirmen o descarten de manera definitiva esta posibilidad, más vale prevenir y limitar las exposiciones.

La opinión de muchas instituciones españolas, como la Sociedad de Oncología Médica, es que una conclusión así “no significa absolutamente nada”. ¿Qué opina?

Me resulta difícil entender esta posición. Nosotros hemos revisado de manera crítica centenas de artículos científicos, incluso aquellos que todavía no han sido publicados en revistas científicas y que los colegas de estas instituciones no conocen aún. Nuestra conclusión es probada y basada en la evidencia actual.

¿Usted propondría a las autoridades pertinentes que tomen cartas en el asunto o se limitaría a recomendar un uso prudente del móvil a la sociedad en general?

“Hay estudios que indican un aumento del riesgo de cáncer con el uso del móvil, pero los datos no son suficientes para concluir de manera definitiva”

Las monografías de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), son el primer paso en una cadena que puede resultar limitada. El IARC hace una evaluación cualitativa de los agentes del medio ambiente para analizar si son carcinogénicos o no. Este programa empezó en 1971 y ya se han analizado más de 900 factores. Una vez que la IARC concluye que un agente es carcinogénico (categoría 1), probablemente carcinogénico (categoría 2A) o posiblemente carcinogénico (2B, como es el caso de las radiofrecuencias destacadas esta semana), la OMS y varias organizaciones nacionales, europeas e internaciones hacen evaluaciones cuantitativas, para conocer el nivel de riesgo, y cómo depende del nivel de exposición, y determina si hay que tomar medidas para limitar las exposiciones y, en este caso, cuál.

Parece ser que el estudio en el cual se han basado es de 2004 y en él se destaca una más que posible relación entre el uso del móvil con el desarrollo de glioma. ¿Y el resto de los estudios tenidos en cuenta en la revisión?

La evaluación se ha basado en toda la evidencia científica disponible hasta el momento, centenas de publicaciones, incluyendo los datos de varios estudios epidemiológicos y resultados aceptados recientemente en publicaciones científicas.

¿Cree que habrá que esperar mucho más para obtener unos datos irrefutables por completo?

Hay varios estudios importantes empezando o en marcha en este momento. Tendremos resultados dentro de 4 o 5 años.

¿Qué dificultades se encuentran para investigar en este campo? ¿Hay suficientes grupos de control para hacer estudios comparativos?

“Recomiendo minimizar el uso cerca de la cabeza y utilizar los altavoces del móvil”
Una de las mayores dificultades en epidemiología es que es muy difícil estudiar los efectos a largo plazo de las nuevas tecnologías. En nuestros estudios tenemos pocos usuarios de más de 10 años con consumo importante. Y como sabemos que el cáncer puede tardar 10, 20, 30 años en declararse, según los factores carcinogénicos y los tipos de tumor, es todavía temprano para hacer una evaluación definitiva.

Con los datos disponibles hoy, ¿cómo aconsejaría un uso prudente del móvil?

Recomiendo minimizar el uso cerca de la cabeza y utilizar el altavoz del teléfono o kits manos-libres, o comunicarse vía SMS o envío de datos.

¿Toma usted precauciones con su uso?

Sí, siempre que puedo lo utilizo con altavoz.

CÁNCER Y MÓVILES

Desde que a mediados de los años ochenta comenzaran a usarse los teléfonos móviles, su empleo se ha generalizado hasta tal punto, que 5.000 millones de personas en todo el mundo los usan. Se han convertido en un elemento cotidiano, no solo para conversaciones telefónicas, sino para navegar por Internet. Además, ha aumentado también la cantidad de horas de uso. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se dejarán de utilizar por ser una posible amenaza para la salud. Por este motivo, recomienda el uso del sistema manos libres o una reducción de la exposición.

El uso limitado de los teléfonos móviles forma parte de las recomendaciones que la Unión Europea (UE) adoptó en 1999 como marco común para limitar la exposición del público a los campos electromagnéticos (estándares que también se aplican para equipos de bajo voltaje, radio y telecomunicaciones). Para garantizar el cumplimiento de los mismos, la UE lleva a cabo revisiones periódicas acordes con la opinión de expertos internacionales.

Una de estas iniciativas comunitarias que garantizan la seguridad es el proyecto “Interphone”, centrado en el estudio de tres tipos de tumores cerebrales y de su posible relación con los móviles. Este programa es el más amplio efectuado en este ámbito y no ha detectado en ningún momento incremento alguno del riesgo relacionado con el uso regular de los teléfonos móviles. Otro de los proyectos de la UE es “Mobi-Kids”, centrado en el estudio de los riesgos de cáncer cerebral a causa de la exposición a campos de radiofrecuencia en la niñez y la adolescencia. Pero, como cita Elisabeth Cardis, habrá que esperar varios años para obtener una evidencia concluyente.

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