Efectos en la salud de los desinfectantes de piscinas

En contacto con materia orgánica, como el pelo, el sudor o los cosméticos, el cloro y otros productos químicos generan sustancias tóxicas para la salud
Por Clara Bassi 17 de septiembre de 2010
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Imagen: Jim Bahn

El verano es una época que invita al baño y a los chapuzones en las piscinas al aire libre, pero el otoño también anima a muchas personas a apuntarse a un cursillo de natación en piscinas cubiertas. La natación, el aquagym y otras modalidades de ejercicio físico en el agua son actividades lúdicas y deportivas muy saludables y recomendadas por los profesionales de la medicina. Sin embargo, para que puedan llevarse a cabo con seguridad y sin contraer infecciones, la limpieza del agua es crucial y, en este proceso, las sustancias que se utilizan generan unos subproductos que podrían afectar a la salud. Es imprescindible que las personas nadadoras pongan en práctica ciertas medidas para disminuir el impacto de sustancias en el organismo.

Imagen: Jim Bahn

Los desinfectantes que se utilizan de manera habitual en las piscinas, como el cloro o el bromo, generan unos subproductos (DBP) que, a corto plazo, pueden causar cambios tóxicos en los genes (genotóxicos) de los nadadores. Los DBP son el resultado de las reacciones que se originan cuando entran en contacto los desinfectantes para limpiar el agua con la materia orgánica. «Son compuestos muy reactivos ante las bacterias y sustancias de diverso origen que se encuentran en las piscinas, como el sudor, la orina, las células de la piel, los cosméticos o el propio cabello», explica Cristina Villanueva, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), de Barcelona. Esta institución ha coordinado, junto con el Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM), un estudio pionero sobre los efectos de estos DBP en la salud de los nadadores.

En el trabajo, que ha publicado la revista «Environmental Health Perspectives», también han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Hospital Clínic de Barcelona, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y científicos de EE.UU., Alemania y Holanda.

DBP en piscinas cubiertas

Hay que reforzar las medidas de higiene habituales, como utilizar el gorro de baño, no orinar en la piscina y ducharse antes de zambullirse

La investigación analizó a un total de 49 adultos sanos que estuvieron expuestos a los DBP de piscinas cubiertas tratadas con cloro, tras nadar durante 40 minutos, un tiempo de exposición considerado corto pero en el que fue posible apreciar cambios genotóxicos (daños en el ADN), además de efectos respiratorios por contacto dérmico o por vía inhalada. «Es la primera vez que se observan estos efectos en el ADN, mientras que los respiratorios ya estaban descritos», precisa Villanueva. Distintos estudios ya habían demostrado que los niños que frecuentan piscinas desinfectadas con mucho cloro tienen más riesgo de sufrir asma.

Estos compuestos son volátiles. Están presentes tanto dentro como fuera del agua y esta característica implica que en las instalaciones cubiertas se genere una atmósfera con gran concentración de estos subproductos, mientras que en las descubiertas no sucede. En la investigación, la presencia de DBP en los nadadores estudiados se constató al analizar el aire exhalado después de nadar y se comprobó que tenían ciertos biomarcadores (parámetros biológicos), tanto en la sangre como en la orina, que indicaban que se había ocasionado un daño en su ADN.

Villanueva insiste en que, a pesar de estos hallazgos, «nadar es seguro, los beneficios de la natación superan a los riesgos y no hay que dejar de practicarla porque es una actividad física saludable». No obstante, los nadadores pueden disminuir la cantidad de materia orgánica en el agua si siguen ciertas medidas de higiene ya establecidas.

Medidas de higiene

Estas medidas que se deben cumplir de forma más estricta son: utilizar el gorro de baño, no orinar en la piscina y ducharse antes de zambullirse. Todo ello al margen de un adecuado mantenimiento de las instalaciones acuáticas. El objeto de todas estas normas es reducir al máximo la presencia de partículas orgánicas en las piscinas, que pueden reaccionar con los desinfectantes y producir los DBP.

En la actualidad, se conocen más los subproductos de la cloración (del cloro) que los de la bromación (del bromo). Otros productos químicos no se han estudiado tanto y, por ahora, no puede afirmarse que los subproductos de uno u otro desinfectante sean más nocivos ni que un desinfectante sea más seguro. A la luz de los estudios realizados, no se puede aconsejar el uso de uno de ellos en detrimento de otro.

EFECTOS DE LOS DBP EN LA SALUD

Los investigadores del estudio sobre la exposición de los DBP del cloro en piscinas cubiertas se muestran cautelosos al exponer los efectos nocivos de los productos químicos en la salud. Concluyen que otro grupo de investigación debería replicar el mismo tipo de estudio en otra población para comprobar si los efectos son los mismos. Además, su impacto se ha analizado a corto plazo (tras sólo 40 minutos de exposición), por lo que se deberán realizar estudios de exposición a más largo plazo, expone Cristina Villanueva.

En cuanto a la muestra de nadadores estudiada, no ha sido posible deducir que un determinado tipo de personas sean más susceptibles a los cambios genotóxicos y afectación respiratoria descritos pero, quizá, futuros estudios podrían ayudar a averiguar si la variabilidad genética de determinados individuos los hace más vulnerables a los efectos de los DBP.

No obstante, a pesar de los interrogantes que todavía pesan sobre su efecto en la salud, algunos estudios epidemiológicos previos ya habían hallado una asociación entre la exposición a los subproductos de los desinfectantes del agua potable y el cáncer de vejiga. Ahora, en este estudio realizado en las piscinas cubiertas, a los nadadores expuestos a los DBP se les ha encontrado un biomarcador en sangre predictor del riesgo de cáncer en sujetos sanos.

Todavía no se pueden extraer conclusiones y los investigadores coinciden en la necesidad de profundizar aún más en esta línea. Las incógnitas sobre el papel nocivo de los DBP siguen ahí y saber hasta qué punto lo son es de sumo interés para los ciudadanos en el futuro.

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