La estrecha relación entre depresión y obesidad

Ambas son más frecuentes en ambientes desfavorecidos, donde se come peor y se siguen hábitos poco saludables
Por José Andrés Rodríguez 16 de mayo de 2010
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Imagen: Steve Knight

La obesidad se ha convertido en una auténtica epidemia en la sociedad actual. Alrededor de seis millones de españoles mayores de 18 años tienen problemas relacionados con el peso, casi un 2% más que en 2008. Pero además, su relación con la depresión es demasiado peligrosa: la obesidad estaría asociada con un mayor riesgo de sufrir depresión y, a su vez, ésta se relacionaría con una mayor probabilidad de desarrollar obesidad. La psicoterapia es el tratamiento indicado, con el objetivo de enseñar a resolver conflictos, sin recurrir a la evasión y la gratificación inmediata que proporciona la comida.

Imagen: Steve Knight

El riesgo de padecer depresión es un 55% mayor en las personas obesas, mientras que el riesgo de obesidad aumenta en un 58% entre quienes tienen depresión. Son los datos de un metanálisis de 15 estudios, publicado en la revista «Archives of General Psychiatry». La obesidad no es un trastorno psiquiátrico, así que muchos de los episodios depresivos que sufren las personas con obesidad son reactivos, es decir, no se deben a una depresión endógena, sino que el hecho de estar obesos les deprime. La depresión es una consecuencia de la obesidad.

Alfonso Chinchilla, jefe de la sección de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, considera que «son, por lo general, depresiones menos severas causadas, sobre todo, por la presión social». Las personas obesas no se gustan y se deprimen. En el caso de las mujeres, según este experto, la depresión es más profunda, porque tienen más vergüenza de su obesidad.

Miguel Ángel Rubio, médico endocrinólogo del Hospital Clínico de Madrid, señala que «no hay una relación directa entre alteraciones hormonales y alteraciones emocionales o del trastorno del ánimo. La asociación entre obesidad y depresión tiene relación con verse mal y con problemas socioeconómicos». Los estudios indican que la incidencia de la obesidad es mayor en las clases más desfavorecidas porque «comen menos carne y pescado, comen más grasas poco saludables y hacen menos deporte», cita este experto. «Estos son ambientes que favorecen la depresión», agrega.

Ansiedad y atracones

Las personas obesas y deprimidas sufren angustia, son frágiles, se sienten inseguras y no disfrutan de buenas relaciones sociales

A pesar de la relación entre depresión y obesidad, Chinchilla señala que en las personas obesas se desarrolla también mucha ansiedad, inseguridad y fragilidad. La ansiedad se puede canalizar en impulsividad y, a menudo, causa un trastorno por atracón, que se traduce en una necesidad imperiosa de comer hasta que el cuerpo no puede más. Entonces, o se para o se provoca el vómito. Algunas personas pueden ingerir más de 5.000 calorías en un atracón.

Cuando esto ocurre, se comen muchos hidratos de carbono porque las personas buscan sentirse saciadas. Chinchilla afirma que en algunos casos «se da una auténtica adicción a la comida porque se busca llenar un vacío, calmar la ansiedad».

Psicoterapia en obesidad y con depresión

La psicoterapia cognitivo-conductual está indicada para las personas obesas que sufren depresión. El objetivo se centra en aprender pautas alimenticias, mejorar la autoestima, desarrollar habilidades sociales, favorecer la motivación para bajar de peso y adquirir pautas para hacer ejercicio. Aparte de reducir el peso de una forma continuada, también se aprende a resolver conflictos sin recurrir a la evasión y la gratificación inmediata que proporciona la comida.

Montse Bascuas, psicóloga del Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona, explica que «las personas obesas no son felices», pero a pesar de que muchas se deprimen, otras cuentan con un entorno social adecuado y consiguen evitarlo. Estos trastornos se superan con tratamiento médico y psicoterapia, además de un tratamiento farmacológico, «puesto que los antidepresivos combaten esta enfermedad y tienen un efecto saciante». Las personas obesas y deprimidas sufren angustia, son frágiles, se sienten inseguras y tampoco disfrutan de buenas y variadas relaciones sociales.

Por este motivo, es necesario que la psicoterapia trabaje múltiples aspectos de la vida de la persona, como ideas irracionales que terminan por desvalorizar a muchos afectados. Un ejemplo es la técnica de reestructuración cognitiva, que modifica los pensamientos negativos por otros más adaptativos. De igual modo, es habitual un componente de ansiedad que puede convertirse en un impulso para comer en exceso, por lo que también se insiste en las técnicas de relajación.

La psicoterapia se estructura en tres etapas para lograr que el paciente no fracase. En una primera etapa, se intenta que pierda peso pero también se trabaja la motivación. En una segunda etapa, se elabora la imagen corporal, se aprende a ocupar el tiempo libre de una forma saludable y se anima a practicar más ejercicio. Por último, se continúa con el trabajo psicoeducativo y se pone el acento en mejorar las habilidades sociales, así como en la relación con la comida. «Muchas personas obesas y deprimidas se sienten solas, tienen pocas relaciones sociales y escasas motivaciones. La comida se convierte en una gratificación inmediata», explica Bascuas.

Comer en exceso es una forma de compensar carencias emocionales, aunque tras un atracón o una ingesta excesiva se desarrolla a menudo un sentimiento de culpa. De este modo, los síntomas depresivos empeoran y de ahí que en un tratamiento psicoterapéutico se enseñen pautas para gestionar todos los aspectos relacionados con la comida. «Lo llamamos taller de cocina. En él se aprende a cocinar de una forma sana, sin exceso de hidratos ni fritos, y a comprar de una forma lógica, sin llenar el carro con alimentos poco saludables», precisa Bascuas. Numerosas personas confunden el hambre con otras sensaciones y, por ello, «se les enseña a que distingan la sensación de hambre del nerviosismo».

OBESIDAD, DEPRESIÓN Y NIÑOS

Según las últimas estadísticas, uno de cada cuatro niños españoles sufre sobrepeso u obesidad. Además, padecer depresión aguda durante la infancia podría aumentar el riesgo de obesidad durante la edad adulta. Por este motivo, hay que estar atentos a los posibles síntomas de depresión infantil, como tristeza, llanto frecuente, aislamiento, bajo rendimiento escolar, aislamiento social, subida o bajada de peso o peso inadecuado a la edad, entre otros factores.

Alfonso Chinchilla señala la importancia de frenar cuanto antes el aumento de peso patológico en los niños: “Cuanto más inmadura y frágil es la personalidad, y antes empiece el aumento problemático de peso, el cuerpo sufrirá más y los posibles trastornos psicológicos serán más graves”. Además, la tasa de mortalidad entre la población infantil con obesidad es un 12% más elevada que en el resto de la población. “La obesidad es una epidemia que aumenta. Falta mejorar la educación en los hábitos alimentarios o potenciar el deporte en casa y en la escuela. Prevenir a tiempo es el mejor tratamiento”, insiste Chinchilla.

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