El contacto con la naturaleza disminuye el estrés en los niños

La cercanía de la naturaleza protege de manera especial a los menores que son más vulnerables al estrés
Por José Andrés Rodríguez 31 de julio de 2011
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Imagen: serrnovik

No solo los adultos sufren estrés. Los niños tampoco están exentos de este trastorno. La imposibilidad de dar una respuesta adecuada a las exigencias diarias provoca también en los más pequeños estados de ansiedad. No obstante, un estudio reciente asegura que vivir y estudiar en entornos naturales es un factor protector de este estado en los menores. Numerosas investigaciones señalan que el contacto con la naturaleza mejora el rendimiento cognitivo y ayuda al desarrollo personal de los niños. En este artículo se explican los beneficios que aportan las escuelas cercanas a la naturaleza y las consecuencias negativas de vivir inmersos en una gran ciudad.

Un buen paseo por el campo, una mañana en una playa tranquila o una estimulante excursión por la montaña son un excelente antídoto para que los niños sufran menos tensión (provocada por situaciones agobiantes que, a menudo, causan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos). Disfrutar de la cercanía de la naturaleza permite rebajar el nivel de estrés en la población infantil, según una investigación llevada a cabo por José Antonio Corraliza, sociólogo y catedrático de Psicología, y Silvia Collado, psicóloga, ambos de la Universidad Autónoma de Madrid.

Colegios cercanos a la naturaleza

Para realizar este trabajo, los autores evaluaron diversos colegios de la ciudad de Cuenca con una Escala de Observación de Naturaleza Cercana, que permite analizar de forma objetiva la naturaleza cercana a los niños en el entorno de su vivienda, en el entorno escolar y en su día a día. De este modo, seleccionaron cuatro centros educativos: un colegio con naturaleza cercana muy alta, otro con naturaleza cercana alta, una escuela con naturaleza cercana media y otro centro con naturaleza cercana baja.

La cercanía de la naturaleza es muy importante para los niños más vulnerables

Los investigadores escogieron a un grupo de 172 niños, de edades comprendidas entre los 10 y los 13 años. Después, analizaron, mediante la Escala de Estrés Percibido de M.C. Martorell, el nivel de estrés de los niños y su relación con la cercanía de la naturaleza. Para evaluarlo, eligieron cinco situaciones que suelen ser estresantes en los más pequeños: no pasar suficiente tiempo con los progenitores, no tener suficiente dinero para gastar en lo que se quiere, no tener tiempo para hacer los deberes, que los padres discutan delante de ellos y no tener nada que hacer.

Quienes mostraban más estrés eran quienes acudían al colegio con una naturaleza cercana baja, mientras que quienes expresaban menos tensión eran los alumnos de la escuela con una naturaleza cercana muy alta. Es decir, cuanto más naturaleza, menor nivel de estrés se detecta en los niños. Otro de los datos destacables del citado estudio es que la cercanía de la naturaleza es un factor muy importante en los pequeños que son más vulnerables.

Naturaleza beneficiosa para la salud mental

Muchas patologías se agravan o aceleran por mantener un estado de tensión permanente

Numerosas investigaciones han señalado que vivir lejos de la naturaleza tiene consecuencias negativas para la salud mental y física. Es lo que se conoce como «síndrome de déficit de la naturaleza». La ausencia o la escasa presencia de naturaleza afecta el rendimiento cognitivo de los menores. Disfrutar de la cercanía de la naturaleza les hace sentirse más libres y los diagnosticados de déficit de atención crónico mejoran de sus síntomas.

Según el psicólogo y pedagogo estadounidense William Crain, los niños que pasan suficiente tiempo en plena naturaleza desarrollan más sentimientos positivos hacia otras personas, se sienten en mayor armonía con el mundo y están más relajados.

Vivir en una gran ciudad: la tensión permanente

Las consecuencias negativas de vivir o estudiar lejos de la naturaleza no afectan solo a la población infantil. Según un reciente estudio publicado en la revista Nature, científicos alemanes y canadienses han identificado un patrón de activación cerebral ante estados de tensión que únicamente se encuentran en las personas que residen en las grandes ciudades.

El estrés es uno de los más importantes factores que precipitan el desarrollo de trastornos como la ansiedad, la depresión e, incluso, la esquizofrenia. No obstante, esto no es todo. Es conocido que, además de contribuir al surgimiento de desórdenes mentales, hay muchas patologías que se agravan o aceleran a consecuencia de mantener un estado de tensión permanente. Diversas investigaciones documentan la incidencia de disfunciones cardíacas, digestivas, circulatorias y hormonales.

A pesar de que los autores de este estudio admiten que las hormonas sufren una transformación como consecuencia de la vida en la ciudad, reconocen también que han encontrado una relación entre vivir en un ambiente urbano y alto grado de estrés, pero no una asociación causa-efecto.

Pasión por todos los seres vivos

‘Biofilia’ (Biophilia, en inglés) es un libro del biólogo estadounidense Edward Osborne Wilson, en el que habla, precisamente, de qué significa este término: “La afiliación emocional innata de los seres humanos hacia otros organismos vivos”. La teoría de Wilson es que los seres humanos sienten un estrecho vínculo con la naturaleza, ya que se vive en pleno contacto con ella como especie durante miles y miles de años. Wilson tomó este concepto del psicoanalista Erich Fromm, que la definió como “la pasión por todo lo viviente”. Según Wilson, los seres humanos evolucionan en ambientes naturales ricos en biodiversidad y todavía se tiene esa afinidad por estos entornos. Y, parece obvio, que las ciudades son el mejor lugar para reprimir esa biofilia.

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