En lo que va de año, España ha duplicado el número de adopciones mensuales en China respecto a 2003, hasta alcanzar las 175. Se sitúa, por tanto, en el segundo lugar del mundo después de EE.UU. y tras haber superado a Canadá, que ha tramitado en los primeros meses de 2004 una media de 77 adopciones al mes.
El año pasado, en EE.UU. se adoptaron unas 7.000 niñas chinas, en Canadá, 1.108, y en España, 1.044 (286 menos que el año anterior debido a la crisis de la neumonía atípica).
Las previsiones para este año señalan que nuestro país podría alcanzar el récord de 2.100 adopciones en China, un 99% de ellas niñas menores de un año.
«En todo 1996 tramitamos una veintena, en 1997 saltamos a 102, mientras que en 2002 ya alcanzamos las 1.330», declaró el cónsul general de España en Pekín, Carlos de la Morena.
El mes pasado, las cifras se dispararon hasta alcanzar el centenar a la semana, según informaron diversas instituciones españolas dedicadas a la adopción.
Este récord se debe a la aceleración de los trámites por parte del Centro de Adopción chino ante la llegada de las vacaciones del Primero de Mayo, que provoca que las asignaciones se acumulen en las semanas previas y posteriores a esas fechas.
Documental impactante
El detonante de la adopción de niñas chinas fue la emisión en las televisiones europeas del reportaje británico «Habitaciones de la muerte» a mediados de los noventa. En el documental se mostraban numerosas escenas impactantes de los orfanatos chinos, que fueron contestadas de forma rotunda por las autoridades por no corresponder con la realidad social del país, dominada por el culto al hijo único.
«El informe fue un desencadenante para quienes lo vieron, pero también hay más facilidades en España para adoptar, las peticiones se han duplicado cada año y China no tiene límites, porque se siguen produciendo abandonos», señala un representante de la Asociación Nacional en Defensa del Niño.
Cada año se abandonan en China entre 20.000 y 100.000 niñas, producto de la política de natalidad del Gobierno, que tan sólo permite un hijo por familia, primando a los varones, especialmente en el ámbito agrícola.
