Niños desplazados

Los conflictos, a menudo, provocan que miles de niños en todo el mundo tengan que huir de sus casas para sobrevivir
Por Azucena García 24 de agosto de 2011
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Imagen: Manos Unidas

Los niños desplazados son menores obligados a huir de su hogar. Se estima que son unos 20 millones en todo el mundo. UNICEF revela que las principales causas son los conflictos armados o las violaciones de los derechos humanos. A menudo permanecen en su propio país, pero lejos de su hogar. Son desplazados internos. Como consecuencia de estos cambios, son menores “expuestos a convertirse en víctimas directas de la violencia, las enfermedades, la malnutrición y la muerte”, alerta Manos Unidas.

La historia de Luam, Hossana y Tarik

Luam, Hossana y Tarik son niñas desplazadas. A su corta edad, arastran una historia de sufrimiento que se repite con frecuencia entre miles de pequeños en todo el mundo. Luam tiene 7 años y vive desde que tenía cuatro en un orfanato en Adigrat, en el norte de Etiopía, donde trabajan desde hace más de 40 años las Hermanas Filippini. Tiene dos hermanos -perdió a su madre cuando el pequeño nació-, pero todos huyeron de la guerra en Eritrea y vive separada de ambos. Luam es muy pequeña para su edad debido a una severa desnutrición que le afectó en su crecimiento.

Hosanna tiene cuatro años y vive en el mismo orfanato. Su familia fue deportada al estallar la guerra fronteriza entre Etiopía y Eritrea. Tras volver a Zalambessa, cerca de la frontera, carecían de casa y terreno. Su madre falleció cuatro días después de que Hosanna naciera, debido a un estado de gran debilidad y desnutrición y su padre no podía mantenerla.

Tarik tiene 7 años. Nació fruto de una violación a su madre y, por ello, esta intentó acabar con la vida de las dos. Los padres Salesiano encontraron a Tarik y la llevaron al hospital. «Serán estas duras circunstancias las que la hacen más callada que sus dos amigas, pero las tres son muy cariñosas y muy listas», señala Manos Unidas.

Ellas tres viven en el orfanato con otras 21 niñas entre 4 y 18 años, «separadas de sus familias, solas, muchas de ellas abandonadas y que luchan por sobrevivir».

Unos 20 millones de niños desplazados

Son niños expuestos a convertirse en víctimas de violencia, enfermedades, malnutrición, muerte, reclutamiento militar forzado, secuestro y explotación sexual

Como Luam, Hossana y Tarik, unos 20 millones de niños en todo el mundo viven alejados de sus hogares por diferentes motivos. Manos Unidas recuerda que son niños expuestos a convertirse en víctimas directas de la violencia, las enfermedades, la malnutrición y la muerte, así como el reclutamiento militar forzado, el secuestro y la explotación sexual. Además, durante su huida, pueden separarse de sus familias de manera involuntaria y en cientos de kilómetros. Otras veces, permanecen en sus países pero lejos de sus hogares. «Muchos tienen un acceso limitado a los servicios sanitarios, a la educación o a la asistencia humanitaria», añade.

Los desplazamientos se deben, sobre todo, a conflictos armados o violaciones de los derechos humanos, recuerda UNICEF. Esto implica que, en ocasiones, se prolonguen durante más de una década y los menores convivan en campamentos de refugiados, con la consiguiente pérdida de la tierra, herencias y otros derechos jurídicos.

Principios que regulan los desplazamientos internos

Los Principios rectores aplicables a los desplazamientos internos datan de 1998. Algunos reconocen una protección especial a los niños desplazados, mientras que para todas las personas se establece el derecho a asistencia humanitaria básica, como alimentos, medicamentos o alojamiento. Se basan en el derecho internacional humanitario y pretenden, por lo tanto, regir en todo el mundo.

Se protege a los niños contra la esclavitud, la entrega en matrimonio o su participación en las hostilidades

Se preocupan por las personas en todas las fases del desplazamiento, e incluso, regulan el retorno, reasentamiento y reintegración en condiciones de seguridad, si bien no son vinculantes.

En el caso de los menores desplazados internos, se les protege contra la esclavitud «o cualquier forma contemporánea de esclavitud», como la entrega en matrimonio a título oneroso, la explotación sexual o el trabajo forzado de los niños. También se impide que se les aliste o se les pida que participen en las hostilidades y se aboga porque reciban «una educación gratuita y obligatoria a nivel primario», que respete su identidad cultural, su idioma y su religión. Además, se recoge la necesidad de adoptar «todas las medidas adecuadas» para acelerar la reunificación de las familias, sobre todo, en los casos de familias con niños.

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