HDTV, televisión de alta definición

La Televisión de Alta Definición promete una mayor calidad de imagen, pero faltan televisores preparados en los hogares y que las cadenas se adapten
Por Víctor Sánchez 18 de agosto de 2005

Aunque parezca que la televisión en alta definición es novedosa, lo cierto es que lleva mucho tiempo funcionando por todo el mundo. Parte de la culpa del retraso en la implantación de la HDTV recae en los usuarios, reacios a asimilar la creciente y variada oferta de nuevas tecnologías, muchas de las cuales sólo estarán con nosotros de manera efímera.

¿Qué es la HDTV?

La llamada HDTV (High Definition Televisión o Televisión de Alta Definición) es una nueva forma de ver contenidos televisivos. Para poder disfrutar de esta tecnología se necesitan dos elementos fundamentales: un monitor que esté capacitado para mostrar imágenes de una resolución superior a la tradicional de 625 líneas y, por supuesto, es necesario que se tenga sintonizada dicha señal.

Esta tecnología lleva ya un tiempo disponible en el mercado. Tanto los monitores de cualquier ordenador personal, como los de plasma, TFT, etc., trabajan a resoluciones mayores. Sin embargo, las cadenas de televisión, de momento, no emiten masivamente en estos formatos. El problema con el que se encuentran es que necesitan realizar una inversión muy elevada para cambiar totalmente su forma de emisión y pasar de las fórmulas analógicas (PAL, NTSC y SECAM) a unas digitales. Esto hace que en países como España, en los que aún no existe un número alto de usuarios de este tipo de monitores, la inversión de momento no resulte rentable.

La HDTV por dentro

Actualmente existen diferentes fórmulas de televisión de alta definición. Prácticamente todas ellas trabajan con formato de pantalla 16:9, que es la relación de aspecto por excelencia de los televisores de plasma, y que respeta el estándar cinematográfico mejor que las televisiones convencionales (cuyo formato es 4:3). De momento los dos modelos más extendidos son los de 720 y 1.080 líneas verticales. Por supuesto, en ambos casos, la nitidez de la imagen (comparada con el estándar PAL de 625 líneas) mejora sustancialmente.

Para conseguir una mayor fluidez de la imagen, en los casos de emisiones de mayor resolución, se realiza un refresco de pantalla entrelazado. De esta forma, se cambian las líneas pares y las impares, de forma alternativa, 60 veces por segundo. Ésta es la misma fórmula que utilizan los sistemas NTSC de 60 Hz, que actualmente se pueden ver en países como Estados Unidos. Este modelo de trabajo, de una resolución de 1.080 líneas a 60 Hz, es el llamado 1080i o 1080i60.

Existen otros sistemas alternativos para televisores de menos calidad que, por ejemplo, trabajan a 50 Hz, como actualmente sucede en países como España. En este caso el sistema se conoce como 1080i50.

En los estándares de televisión de menor resolución, como los de 720 líneas verticales, el refresco de la pantalla se hace de forma total. Todas las líneas del cuadro cambian a la vez, una media de 60 veces por segundo. Esta técnica es la que se llama rastreo progresivo (en lugar de rastreo entrelazado, del caso anterior). En este caso la resolución está marcada por las 720 líneas verticales, y se denomina 720p. Dependiendo de la frecuencia de refresco que se utilice, que varía según la zona de emisión, este nombre irá acompañado de un 60 o un 50. El estándar más utilizado, de nuevo, es el americano de 720p60, con el que ya trabajan varias cadenas de televisión.

Historia de la HDTV

Uno de los primeros sistemas que llegó a funcionar en el mundo, durante los años 90, fue el japonés MUSE, desarrollado por los laboratorios NHK. La creación de este sistema 1035i (1035 líneas entrelazadas) se remonta al año 1979.

Debido a la necesidad de ahorrar ancho de banda en aquellos principios de la televisión de alta definición, este sistema perdía mucha información, sobre todo en los momentos en los que en plano aparecían demasiados elementos en movimiento. Esto ocasionó que en Japón se sustituyese esta tecnología pasados pocos años.

El siguiente estándar establecido fue el llamado MAC, que funcionaba sin compresión, lo que obligaba a todas las estaciones a estar preparadas para emitir a más potencia. Pero en aquella época -mediados de la década de los 80, cuando proliferaron los satélites emisores de media potencia- resultaba mucho más rentable realizar transmisiones sin contar con dicho estándar. Por lo tanto, dicha fórmula se quedó también por el camino, siendo utilizada tan sólo en enlaces intercontinentales vía satélite.

Otro problema de los estándares HD-MAC (el nombre de la versión de alta definición de MAC) fue que requerían un ancho de banda realmente exagerado. Trabajaba con 36 MGHz, mientras que los estándares analógicos (VHF o UDF) lo hacían con 6,7 MGHz y 8 MGHz.

Esto hizo que sólo las plataformas de televisión digital de mayor ancho de banda (satélite o cable) se pudiesen permitir el lujo de poder trabajar con ella. Para hacerse una idea, al tratarse de un sistema sin compresión y que trabajaba con una señal hasta 5 veces más pesada que otros estándares, requerían que las grabaciones de MAC se realizasen en unos soportes magnéticos muy pesados y del tamaño de una maleta. Algo que, obviamente, no resultaba muy práctico a la hora de plantear estandarizar el formato para que los consumidores lo utilizasen en sus hogares.

Dicho sistema fue abandonado a principios de los noventa, sustituyéndolo por otros sistemas que utilizasen como base la televisión terrestre en alta definición, en lugar de exclusivamente los estándares digitales por satélite o cable.

El presente

Como se ha apuntado anteriormente, el interés que suscita la televisión digital en estos momentos se ve muy perjudicado por la poca cantidad de monitores adecuados que existen hoy en día instalados en los hogares de los consumidores. De momento, aunque existe tecnología suficiente como para superar con creces la calidad más optimista de resolución de la imagen televisiva, parece que está costando que existan más monitores de alta definición en los salones.

Sin embargo, ciertas tecnologías, como el Blu-Ray, que pretende convertirse en un estándar doméstico de vídeo en alta definición, así como la bajada constante en los precios de los televisores de plasma, hacen pensar que se acerca el momento en el que la televisión de alta definición se implante definitivamente. Para ello, se está trabajando ya en un modelo de televisión digital que se adecua perfectamente a las exigencias de este tipo de monitores.

Pero existe un nuevo problema logístico a la hora de realizar retransmisiones digitales de alta definición: cada canal HDTV ocupa el mismo espacio que cuatro canales de definición estándar. Los operadores digitales que disponen de un ancho de banda finito, y después de comprobar que el público prefiere más canales aunque sean de menor calidad, están tomándose con calma la mejora de la situación. Algo que, como anécdota curiosa, sucede principalmente en Europa, ya que en Australia, Estados Unidos, Canadá y Japón prefieren sacrificar el ancho de banda si por ello se obtiene una mayor calidad.

Sin embargo, son los propios canales los que están decidiendo ofertar su emisión en formatos de alta definición. Grandes cadenas a nivel mundial como la alemana Premiere, las inglesas BBC y Sky, o las francesas M6 y TF1 ofrecen emisiones, normalmente previo pago, en dicho formato, como maniobra de ofrecer una calidad mejor que la de sus competidoras.

Algo que no sucede en países como Japón, en el que ya existen más de dos millones de receptores preparados exclusivamente para HDTV. Aunque, claro, dicho país lleva emitiendo en HDTV de continuo desde hace más de 15 años.

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