Si un niño siente dolor en las piernas, tiene fríos los pies y las manos y palidece, puede estar cerca de sufrir una grave enfermedad, la meningitis. Según un estudio publicado en la prestigiosa revista médica «The Lancet», estos síntomas preceden siempre a los más conocidos de la enfermedad, que suelen ser fiebre alta, vómitos, sensibilidad a la luz, dolor de cabeza y rigidez en el cuello.
«Creemos que nuestra evidencia es suficientemente sólida como para argumentar que necesitamos un cambio en el diagnóstico», señalan los autores del estudio, pertenecientes a la Universidad de Oxford. «Si bien debemos evitar subestimar la importancia de los síntomas clásicos, podríamos acelerar considerablemente el diagnóstico si el énfasis cambia al primer diagnóstico de la infección», añaden.
Los investigadores apuntan que los padres «raramente» informan al médico sobre la existencia de dolor en las piernas, manos o pies fríos y la presencia de un color anormal en la piel de sus hijos. Según dicen, sería de «gran beneficio» si estos síntomas se dieran a conocer a médicos y progenitores.
El virus de la meningitis, el meningococo, se alberga en la nasofaringe (la parte de la faringe situada a la altura de la nariz) de los portadores sanos; y su transmisión se realiza de persona a persona por vía aérea. El contagio no suele producirse a partir de los enfermos, sino desde las personas sanas que portan el microbio.
La infección de las membranas (meninges) que recubren el cerebro y la médula espinal desencadena la enfermedad, que requiere una rápida actuación médica para la atención del paciente y de los equipos expertos en epidemiología para frenar el avance del foco infeccioso.

