Carencias nutritivas más comunes en el embarazo

La gestación aumenta las necesidades de ciertos micronutrientes, lo que requiere el empleo de suplementos
Por EROSKI Consumer 20 de mayo de 2004

Carencias nutritivas más comunes Las carencias nutritivas más comunes en la mujer gestante son de minerales como hierro, calcio y yodo y de vitaminas como ácido fólico, principalmente.

Es muy importante que antes de recurrir a cualquier tipo de modificación en la dieta o bien al empleo de suplementos o de alimentos enriquecidos, se consulte con el médico o con un dietista-nutricionista, ya que estos cambios dietéticos podrían tener efectos perjudiciales para el embarazo.

Ácido fólico La toma de esta vitamina es especialmente necesaria en mujeres que ya han tenido embarazos anteriores o que han tomado recientemente anticonceptivos orales. Su deficiencia está ligada a retraso en el crecimiento, anemia megaloblástica (disminución del número de glóbulos rojos en sangre) y el desarrollo de defectos del tubo neural como espina bífida en el feto. Es difícil obtener tan sólo de la dieta todo el ácido fólico que la mujer necesita, de modo que se recomienda tomar un suplemento que contenga la dosis adecuada de esta vitamina. Los alimentos más abundantes en ácido fólico son: la levadura de cerveza, el hígado, las verduras de hoja verde (siempre que se pueda, se aconseja comerlas crudas para aprovechar al máximo el contenido de esta vitamina sensible al calor), los cereales integrales, las legumbres, frutas como las mandarinas y las naranjas, así como la cerveza sin alcohol.

Calcio y fósforo La unión de calcio y fósforo (fosfato cálcico) formará los huesos del feto y posteriormente los dientes del recién nacido. El calcio es importante para evitar descalcificaciones de la madre (pérdida del mineral en huesos y dientes). Las mujeres embarazadas con intolerancia a la lactosa o alergia a la proteína de la leche de vaca que no tomen lácteos, deben complementar su dieta con otros alimentos ricos en calcio. Los derivados de soja enriquecidos (batido de soja, tofu…), pescados de los que se come la espina (sardinas en lata, boquerones…), son alimentos ricos en este mineral y también los frutos secos y sus extractos (leche de almendras), aunque la absorción de calcio de estos últimos no es tan efectiva. Si el médico o dietista-nutricionista lo cree necesario recomendará suplementos de este mineral.

Hierro Es un mineral cuyas necesidades aumentan debido al mayor volumen de sangre, a la síntesis de tejidos fetales y placentarios y a la formación en el feto de reservas de hierro que serán utilizadas en la lactancia. Las mujeres que no disponen de unas reservas de hierro importantes antes del inicio de la gestación, tendrán que recurrir al empleo de suplementos para evitar problemas relacionados con la anemia ferropénica; siempre bajo indicación de un profesional cualificado. Su déficit se asocia a anemia ferropénica en el bebé durante la infancia y después del parto en la madre.

Yodo Los requerimientos de yodo no están en especial elevados con respecto a la mujer no embarazada, sin embargo, es un mineral imprescindible para el correcto funcionamiento de las hormonas tiroideas que intervienen en el crecimiento del feto, el desarrollo de su cerebro y en la regulación de otras funciones metabólicas como el mantenimiento de la temperatura corporal. Por tanto, el déficit de yodo conduce a un daño fetal de tal magnitud que el neonato puede presentar algún grado de minusvalía física e intelectual. Este mineral se encuentra en pescados y mariscos y en vegetales según el tipo de suelo, el uso de ciertos fertilizantes y el procesado de los alimentos.

Los suelos de algunas zonas de Granada (Las Alpujarras), León, Extremadura y Navarra (Baztán, Roncal, Salazar) son pobres en yodo y por tanto también sus aguas y sus alimentos. Para garantizar las dosis adecuada de este mineral, en general basta con emplear sal yodada en la cocina en lugar de sal común, un cambio comercialmente asequible.

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