¿Qué cantidad de vitaminas se necesitan?
La cantidad de vitaminas necesarias en la ingesta diaria depende del tipo de vitamina y de la edad. Estas son las recomendaciones actuales en la infancia (1-17 años), la adultez (18-64 años) y la población sénior (de 65 años en adelante).
🔸 Vitamina A
- Niños: 300-800 μg
- Adultos: 800 μg
- Séniores: 800 μg
- Un ejemplo para conseguirla: zanahoria (100 g, 942 μg)
🔸 Vitamina C
- Niños: 20-100 mg
- Adultos: 90 mg para hombres; 80 mg para mujeres
- Séniores: 110 mg para hombres; 95 mg para mujeres
- Un ejemplo para conseguirla: kiwi (1 unidad, 90 mg)
🔸 Vitamina D
- Niños: 10 μg (400 UI)
- Adultos: 15 μg (600 UI)
- Séniores: 20 μg (800 UI)
- Un ejemplo para conseguirla: sardina (100 g, 17 μg)
🔸 Vitamina E
- Niños: 6-15 mg
- Adultos: 11 mg
- Séniores: 11 mg
- Un ejemplo para conseguirla: almendras (un puñado, 10 mg)
🔸 Vitamina K
- Niños: 20-75 μg
- Adultos: 70 μg para hombres; 60 μg para mujeres
- Séniores: 70 μg para hombres; 60 μg para mujeres
- Un ejemplo para conseguirla: brócoli (141 μg)
¿Mi hijo necesita suplementos vitamínicos?
La idea de que las vitaminas suponen un aporte extra de salud ha llevado a que muchas familias piensen en la conveniencia de suplementar a sus hijos. Sin embargo, desde la Asociación Española
de Pediatría (AEP) se dan las siguientes pautas:
- Las vitaminas están en los alimentos y una dieta variada que incluya además productos crudos, como frutas y determinadas verduras, asegura un aporte más que suficiente de vitaminas.
- Es innecesario y puede incluso llegar a ser perjudicial para la salud tomar suplementos vitamínicos en forma de productos farmacéuticos o de herbolario.
- Un error muy extendido es creer que las vitaminas aumentan el apetito de los niños. El apetito no se modifica por la administración de vitaminas, los medicamentos que sí producen este efecto no aportan ningún nutriente esencial al organismo, sino que simplemente provocan una sensación “artificial” de ganas de comer (además de ganas de dormir) en quienes los reciben.
- No se debe hacer ver a los niños que necesitan tomar pastillas o jarabes para estar fuertes y sanos.
Por otra parte, los pediatras recomiendan “la administración a los lactantes, durante el primer año de su vida, de suplementos de vitamina D en forma de gotas. Esto es especialmente importante en los meses de invierno y si se vive en regiones poco soleadas, ya que esta vitamina se fabrica en gran parte en la propia piel, gracias a los rayos del sol”.
Las fórmulas adaptadas están también suplementadas con vitaminas, aunque para recibir la cantidad recomendada sería necesario consumir más de un litro de leche al día, por lo que la suplementación es necesaria en estos pequeños.
Cuidado con las interacciones
Es frecuente que, ante estados de cansancio, debilidad o falta de energía, tendamos a autoprescribirnos suplementos vitamínicos. Esto, en el caso de personas que ya se estén medicando por alguna otra condición, puede ser contraproducente, pues algunas vitaminas pueden interactuar de forma negativa con ciertos medicamentos.
Las interacciones pueden tener diversas consecuencias, como disminuir la eficacia del medicamento, aumentar o restar la absorción de nutrientes o causar efectos secundarios no deseados.
⚠️ Vitamina C y aspirina
Grandes cantidades de vitamina C pueden aumentar el riesgo de irritación gástrica cuando se toma junto con aspirina u otros medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE).
⚠️ Vitamina D y medicamentos para la hipertensión
La vitamina D facilita la absorción de calcio, y algunos medicamentos hipertensivos, como los bloqueadores de los canales de calcio, pueden terminar afectando los niveles de este mineral. Asimismo, la vitamina D puede influir en la regulación de la presión arterial.
En cualquier caso, la relación entre la vitamina D y la presión arterial es compleja, y se necesita más investigación para comprender completamente cómo esta vitamina afecta a la hipertensión y a la respuesta a los medicamentos hipertensivos.
⚠️ Vitaminas E y K y anticoagulantes
Grandes cantidades de vitamina E pueden aumentar el riesgo de sangrado cuando se toma junto con anticoagulantes. La vitamina K también puede interferir con medicamentos como la warfarina.
👉 Es fundamental consultar con el médico sobre cualquier suplemento vitamínico que estemos tomando y discutir posibles interacciones con los medicamentos recetados.