Los niños y adolescentes españoles se alejan de la dieta mediterránea

Comen demasiada carne y bollería, y descuidan el consumo de verduras y legumbres
Por EROSKI Consumer 27 de septiembre de 2002

La dieta mediterránea no cala en las nuevas generaciones. En su mayoría (en torno al 54%), los niños, adolescentes y jóvenes españoles comen demasiada carne, embutidos, bollería y refrescos, y descuidan la ingesta de legumbres, frutas y verduras. Tres variables influyen claramente en esas tendencias: los factores geográficos, las circunstancias socioeconómicas y los estilos de vida.

Así lo pone de manifiesto un estudio presentado ayer como preludio del V Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), inaugurado ayer en Madrid. De esta forma, se revela, por ejemplo, que en el medio rural y en la zona Centro y Canarias los patrones alimentarios son más desfavorables que en las ciudades y en la región Noroeste y Norte. O que los hijos de madres con mayor nivel educativo y de familia con nivel socioeconómico más elevado registran ingestas más adecuadas de carne, pescado y huevos.

Familia y escuela

Los resultados de la investigación fueron presentados por sus directores, los doctores Lluis Serra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas, y Javier Aranceta, responsable de la Unidad de Nutrición Comunitaria del Ayuntamiento de Bilbao y profesor de Nutrición de la Universidad de Navarra. El trabajo de campo se realizó entre mayo de 1998 y abril de 2000 con 3.534 niños, adolescentes y jóvenes españoles entre 2 y 24 años.

En general, la alimentación cotidiana está desequilibrada y sólo en torno al 46% observan una dieta que merece llamarse mediterránea. El doctor Serra, actual presidente de la SENC, destacó dos preocupaciones fundamentales: el papel de la familia «para enseñar no sólo a comer, sino también a cocinar y comprar. Se han perdido muchas tradiciones».

«¿Cuántos jóvenes saben hoy freírse un huevo?». En el estudio «ha quedado clarísimo que los niños que desayunan solos o viendo la televisión presentan un perfil mucho peor que los que desayunan en familia, y otros estudios lo han comprobado también en la cena».

Lo que ocurre entonces, comenta este especialista, es que «sólo toman un grupo de alimentos, cuando en un buen desayuno han de estar presentes tres: un lácteo (no tiene por qué ser leche; puede ser queso o yogur), un cereal (pan, galletas o cereal de desayuno; nunca recomendamos bollería) y fruta (una pieza mejor que zumo)». Los hábitos de la familia influyen más en la dieta del niño que la de los amigos. «Y cuidado con esto, porque a veces premiamos con determinados alimentos».

Este papel de tutela debe ser completado en la escuela. No hay que olvidar que una alimentación adecuada es la base de una buena salud en la edad adulta. Y aquí llega la segunda preocupación: los comedores escolares y, en general, los servicios de restauración. «Hemos descubierto un importante déficit de pescado al examinar los menús. Es verdad que algunos pescados son más caros que muchas carnes; pero también los hay más baratos, como el pescado azul, sardinas y boquerones, por ejemplo». Además, la presencia del aceite de oliva es anecdótica. «Apenas se utiliza. Se recurre mucho al de maíz y en algunos casos hemos detectado hasta de algodón», señaló Serra.

Adiestrar el gusto

Evidentemente, las franjas de edad traen consigo un cambio en las circunstancias y una evolución en las actitudes. De manera que en el aspecto nutricional también se madura. Así, el estudio comprueba que las verduras, prácticamente desterradas entre los 10 y los 13 años, suben posiciones cuando se trata de jóvenes en torno a los 20 años, que, en cambio, suelen arrinconar los lácteos. El gusto también se «adiestra» con la edad y se tiende a combinar más alimentos.

«Se olvidan más de la verdura que de la fruta porque, respecto a este último grupo de alimentos, toman con asiduidad zumos, lo que antes no eran tan habitual. El déficit en la ingesta de verduras ocurre sobre todo en las edades más jóvenes; luego se recupera su consumo. Siempre prevalece la carne sobre el pescado, sobre todo porque ésta es más cómoda de comprar y preparar».

Se da una circunstancia curiosa, y es que en los pueblos ya no se come más sano que en las ciudades, como ocurría antes. «Ahora se toman más verduras y hortalizas, más fruta y pescado en el medio urbano. El entorno rural sólo gana en legumbres, alcohol y pan», afirma el doctor Serra.

Consejos para adolescentes

Dentro de la amplia franja de edad que abarca el estudio, la adolescencia es una etapa clave por los cambios que lleva aparejados. A diario, un adolescente debería tomar: frutas, verduras y hortalizas (5 raciones). Lácteos frescos. Cereales (pasta, arroz, pan) y cereales de desayuno (sin grasas adicionales). Proteínas: preferentemente pescado, carnes blancas, legumbres y huevos (un par de raciones). No abusar de los embutidos y utilizar aceite de oliva de forma mayoritaria o exclusiva.

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