Más de la mitad de las pipas de girasol comercializadas en España llegan desde EE.UU.

Un estudio destaca las propiedades antioxidantes que tienen estos frutos secos
Por EROSKI Consumer 31 de agosto de 2003

Un 60% de las 43.000 toneladas de pipas comercializadas al año en España proceden de Estados Unidos. Este país se ha convertido en el principal proveedor de pipas, por encima de Argentina e Israel, los otros dos grandes exportadores, mientras la superficie nacional dedicada al cultivo de esta planta pierde terreno.

Según datos del Ministerio de Agricultura correspondientes al pasado mes de mayo, la superficie destinada al cultivo de girasol este año será de 760.000 hectáreas, lo que supone un aumento de 1,7% con relación a 2002.

La superficie máxima asignada a España desde la Unión Europea (UE) es de 1,05 millones de hectáreas. Este cupo no es alcanzado desde hace varios años por la producción nacional, por lo cual se importan 350.000 toneladas para cubrir las necesidades de consumo de productos derivados del girasol.

El cultivo de girasol para pipa blanca comenzó en España hacia 1964, alcanzó su apogeo en los años 70, cuando se logró la máxima superficie de cultivo, y se convirtió en un sector de gran importancia económica sobre todo en las provincias de Cuenca y Sevilla.

Argumentos para promover el consumo de pipas no faltan, e incluso la supuesta condición de alimento que engorda ha sido puesta en tela de juicio por la Asociación Americana de Girasol, una institución dedicada al conocimiento e investigación de las propiedades de las pipas de girasol.

Una ración de 50 g de pipas con cáscara -los paquetes tienen entre 50 y 60 g habitualmente- o 25 g de pipas sin cáscara, aportan 140 kilocalorías, poco más que un vaso de leche, una manzana o la misma cantidad de pan, afirman desde esta entidad.

Además, un reciente estudio del Instituto Politécnico de la Universidad de Virginia (EE.UU.) revela que las pipas tienen sustancias antioxidantes como alfatocoferol, colina, betaina lignano y ácidos fenólicos.

Otras investigaciones destacan la calidad de los ácidos grasos contenidos en estos frutos secos a la hora de prevenir problemas circulatorios, así como su contenido en potasio, magnesio y vitamina E.

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