Claves para que la habitación del bebé sea segura

La cuna, el suelo, los muebles y los enchufes son algunos de los elementos del dormitorio del niño a los que se debe prestar atención para garantizar su seguridad
Por Cristian Vázquez 10 de octubre de 2016
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Imagen: sseven

Uno de los capítulos centrales en la protección que los padres procuran para sus hijos pasa por la seguridad de los niños dentro de su propia casa y, en particular, dentro de su habitación, uno de los sitios donde, en sus primeros meses y años de vida, pasan más tiempo. Este artículo brinda información sobre las lesiones no intencionadas en los menores y consejos para evitarlas en la vivienda. En este sentido, se refiere a la importancia de una cuna segura, los riesgos que se multiplican cuando el pequeño comienza a andar y las precauciones relacionadas con los muebles y otras estancias, como la cocina y el cuarto de baño.

Las lesiones no intencionadas, un problema que se puede evitar

Una de las grandes preocupaciones de los padres es evitar que sus hijos sufran lesiones no intencionadas o accidentes domésticos.

Para los lactantes, los mayores riesgos en casa son las quemaduras y las caídas. Así se recoge en un documento de la PrevInfad, el grupo de trabajo de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) dedicado a la prevención en la infancia y la adolescencia. Esos riesgos se abordan mejor, según se indica en el mismo texto, «bajando la temperatura del calentador de agua, instalando detectores de humo y no usando andadores».

Además de esos riesgos, una casa está llena de elementos que para los adultos o los niños más mayores son inofensivos, pero que para los bebés implican un verdadero peligro, sobre todo en su propia habitación, que es donde pasan la mayor parte del tiempo. Según un informe sobre accidentes domésticos y de ocio publicado por el Ministerio de Sanidad en 2011, el dormitorio es, junto con la cocina, donde se producen la mayoría de las lesiones no intencionadas en los niños menores de 4 años. De ahí la importancia de acondicionar el cuarto de tal forma que se procure a los pequeños de la mayor seguridad posible.

La importancia de una cuna segura

En primer lugar, como explica la ‘Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil‘, editada por la Asociación Española de Pediatría (AEP), hay que asegurarse de que la cuna cumple con las medidas de seguridad establecidas por los organismos reguladores. La cuna debe ser amplia, confortable, estable, con formas lisas o redondeadas, con una terminación que carezca de astillas, clavos u otras piezas salientes, y sin barnices o pinturas que pudieran resultar nocivas para el bebé.

Además, se debe evitar, al menos hasta los dos años de edad, que en la cuna haya almohadas, peluches u otros elementos que supongan riesgo de asfixia.

El lugar más apropiado para la cuna es una esquina o rincón de la habitación. Y sobre ella no debe haber cuadros, estanterías ni nada que pudiera caer sobre el niño. Tampoco debe estar cerca de una ventana, ya que podría provocar en el pequeño la tentación de ponerse de pie y trepar para alcanzarla. También es importante que la cuna no esté próxima a fuentes de calor o de corrientes de aire.

El niño comienza a andar y los riesgos se multiplican

Cuando tiene alrededor de seis meses de edad, el bebé gana autonomía y se convierte en un pequeño explorador. Entonces los riesgos se multiplican y hay que poner especial atención a numerosos -y en ocasiones muy pequeños- detalles.

Uno de ellos es que no deben quedar cordones ni cintas sueltas a su alcance, ya que podrían enredarse y ahogarse con ellos. Tampoco es recomendable colocar pulseritas, collares para el chupete ni ninguna clase de colgantes para bebés.

El suelo debe ser cálido, agradable, un poco blando y antideslizante. Las placas de goma EVA u otros materiales sintéticos proporcionan, en general, todas estas características. Hay que cerciorarse de que estén bien fijadas al suelo y que no pierdan pedacitos que el niño pudiera llevarse a la boca. Las alfombras y moquetas también ofrecen una superficie agradable para el gateo y los primeros pasos del bebé, pero con las primeras se pueden resbalar; ambas, además, exigen una limpieza muy profunda y frecuente, factores que se deben tener en cuenta si se opta por ellas.

Precauciones con los muebles

Con respecto a los muebles, se deben tomar varias medidas de seguridad. En primer lugar, evitar que queden puntas salientes y colocar protecciones en las esquinas y cantos agudos, con los que el pequeño pudiera darse y hacerse daño. Estos productos se comercializan en tiendas especializadas, pero también se pueden fabricar de forma casera con goma EVA, gomaespuma o materiales similares.

Por otro lado, también es de suma importancia asegurarse de que los muebles no puedan caer sobre el niño: fijarlos a la pared es el recurso más eficaz en este sentido.

«Para evitar que el niño intente subir a los muebles -apunta la guía de la AEP- otra recomendación muy necesaria es no dejar los objetos o juguetes con los que suela jugar en un lugar donde no llegue». El documento también señala como medidas protectoras la instalación de protectores de enchufes, sistemas de seguridad en ventanas (una posibilidad es que no se puedan abrir por completo, sino solo de forma parcial, para ventilar) y balcones y vallas que impidan el acceso a escaleras.

La cocina y el cuarto de baño también exigen muchos cuidados

Más allá de que la habitación y el salón de la casa son los sitios donde los niños pasan más tiempo, conviene también hacer referencia a dos estancias del hogar que están llenas de peligros: la cocina, uno de los lugares donde se producen mayores lesiones no intencionadas en menores de cuatro años, y el cuarto de baño.

En lo posible, se debe procurar que los pequeños estén siempre fuera o lejos de la cocina, para evitar que se echen encima recipientes u otros objetos que permanezcan sobre la encimera u otros muebles. Por supuesto, el mayor peligro son los líquidos calientes sobre los fuegos. Además de tratar de que los niños no entren en esta estancia, los mangos de ollas y sartenes nunca se deben dejar hacia fuera, al alcance de los pequeños.

También se debe vigilar de manera permanente al niño en el cuarto de baño. Y es que un bebé puede ahogarse con un nivel de agua muy bajo. Por eso la Asociación Española de Pediatría recomienda vaciar todos los recipientes que contengan agua después de utilizarlos, sobre todo los de 20 litros de capacidad o más, y, luego, colocarlos boca abajo, además de mantener en todo momento las puertas del baño cerradas.

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