¿Cuál es la mejor edad para quedarse embarazada?

La juventud implica menores riesgos para el embarazo y el bebé, pero la maternidad tardía favorece la estabilidad laboral
Por Marta Vázquez-Reina 10 de febrero de 2014
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Imagen: Trocaire

¿Qué década es mejor o peor para la maternidad? ¿Los 20, 30 o 40 años? Aunque ser madre más joven supone un menor riesgo para el embarazo y el bebé, también implica más condicionantes en contra para desarrollar la vida social y laboral. En este artículo se explican los pros y contras de la maternidad a los 20, 30 y más allá de los 40 años y se detalla por qué el conflicto entre maternidad y profesionalidad es una cuestión de peso.

¿Embarazos a los 20, 30 o 40 años? Una cuestión de edad

La cifra de mujeres que tienen hijos superados los 40 años se ha duplicado en las dos últimas décadas

Tener un hijo más allá de los 30 años es lo normal en España. La edad media para la maternidad se retrasa hasta los 32 años, tres años más que hace dos décadas, según el Instituto Nacional de Estadística. De forma paralela, se ha duplicado también en este periodo el número de mujeres que opta por tener a sus bebés superados los 40 años. Según el estudio El reloj biológico de la mujer (Clearblue, 2011), una de cada tres españolas considera que aún hay tiempo para quedarse embarazada por encima de los 45 años.

Pero, ¿qué dicen los expertos? ¿Es mejor o peor tener un hijo a los 20, a los 30 o a los 40? Analizamos los pros y los contra de la maternidad a cada una de estas edades.

La maternidad a los 20 años

Existen dos principales ventajas de dar a luz entre los 20 y los 30 años, recuerdan los expertos. La primera es la juventud. Una madre joven tendrá mayor resistencia y energía para criar a un niño que las de mayor edad. Asimismo, existe menor riesgo de sufrir complicaciones en la gestación o de que el bebé nazca con alguna anomalía.

La mayor facilidad para quedar embarazada es la segunda ventaja de peso. «A los 20 años se produce el pico de máxima fertilidad de la mujer», apunta Marcos Ferrando, director de un centro de reproducción asistida en Bilbao. Si se compara a una mujer de entre 20 y 25 años con una de entre 30 y 35 años, «la tasa de fecundidad disminuye hasta en un 25% en el grupo de las de mayor edad», explica este especialista.

Pero la maternidad temprana también tiene su parte negativa. Entre los 20 y los 30 años comienza, por lo general, la vida profesional de la mujer, una etapa inicial que requiere mucho esfuerzo y dedicación para asentarse en este terreno y lograr una estabilidad económica. Y, en este sentido, un hijo puede suponer un obstáculo para su desarrollo laboral.

Maternidad y embarazos con 30 años

La mejor edad para ser madre son los 34 años, concluye un estudio

No todos los especialistas coindicen, sin embargo, en que los 20 años sea la edad más saludable para tener un bebé. El sociólogo de la Universidad de Texas John Mirowski concluye en un extenso estudio que la mejor edad para ser madre es a los 34 años. Tras analizar el historial clínico de más de 3.000 mujeres, este experto no duda en afirmar que a esa edad, y en cuanto a su estado de salud, «una mujer de 34 años es 14 años más joven respecto a otra mujer que haya sido madre con 18«.

Desde el punto de vista psicológico, la estabilidad económica y emocional de la mujer en esta década son dos aspectos favorables también a la maternidad.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que en esta década también se incrementan los problemas de fertilidad. Una mujer sana y fértil de 30 años tiene un 20% de posibilidades de quedar en estado cada mes que lo intente, es decir, «de cada 100 mujeres treintañeras que intenten quedar embarazadas, 20 tendrán éxito y 80 fracasarán» señala la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva.

La gestación también tiene mayores riesgos, sobre todo a partir de los 35 años. «La edad es un factor que hace que el embarazo sea potencialmente complicado«, señala la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Algunos estudios apuntan una tasa de aborto espontáneo del 25% en las mujeres de entre 35 y 39 años.

La maternidad más allá de los 40 años

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Imagen: Melissa & Bryan Ripka

Una vida profesional asentada, la estabilidad económica, así como una mayor experiencia y madurez para ser madres y padres, son los principales argumentos a favor de postergar la maternidad hasta cumplir cuatro décadas. Sin embargo, esta edad no está exenta de factores en contra.

A los 40 años la probabilidad de quedarse en estado de forma natural es tan solo del 5%, de modo que muchas mujeres que postergan su maternidad se ven obligadas a recurrir a las técnicas de reproducción asistida para lograr una gestación, y no siempre tienen éxito. En el caso de la inseminación artificial, el registro de la Sociedad Española de Fertilidad confirma que tan solo un 11% de las mujeres a partir de 40 años que se someten a esta técnica se quedan embarazadas.

Otro de los grandes desafíos de retrasar la maternidad es el incremento en las probabilidades de sufrir un aborto espontáneo. El manual ‘Obstetricia y Medicina materno-fetal’, de la Editorial Médica Panamericana, apunta que entre los 40 y 44 años la tasa de abortos por nacidos vivos es del 77,7%.

A este problema hay que añadirle otros riesgos del embarazo tardío como más posibilidades de tener un bebé con alteraciones cromosómicas o el incremento de probabilidad de sufrir hipertensión arterial o diabetes gestacional, entre otras complicaciones.

Maternidad y profesionalidad, una cuestión de peso

La incorporación de las mujeres al mercado laboral y los problemas que supone conciliar esta faceta profesional con la crianza de los hijos es una de las razones que explican por qué la mujer retrasa cada vez más la edad para tener el primero.

Tal como recoge la encuesta Fecundidad y valores, del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), realizada sobre una muestra de 10.000 españolas, casi un 60% de las mujeres considera que el hecho de tener un bebé es un obstáculo para su vida profesional. El 47% de las madres afirma que el nacimiento de su hijo ha reducido su actividad laboral, ha limitado sus oportunidades de promoción o incluso le ha supuesto una discriminación en su trabajo.

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