A partir de qué edad se pueden dar frutos secos para prevenir alergias en los bebés

Los pediatras recomiendan no introducir los frutos secos enteros hasta los 5 años de edad, si bien los alergólogos aconsejan incluirlos bien molidos desde que empiezan la alimentación complementaria
Por María Huidobro González 17 de mayo de 2023
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Imagen: Helena Lopes
Los frutos secos son alimentos muy saludables, también para los más peques de la casa. Ricos en grasas insaturadas y calorías, entre sus múltiples beneficios destacan que son buenos para el corazón y no engordan. En cambio, los frutos secos tienen un doble peligro para los bebés: pueden ser muy alergénicos y causar atragantamientos y asfixia. Por eso, están entre los alimentos que se recomendaban introducir de forma más tardía. Sin embargo, los alergólogos aconsejan hacerlo pronto, pero no de cualquier modo, como vemos a continuación.

Qué aportan los frutos secos a los niños

El Código Alimentario Español define a los frutos secos como aquellos alimentos vegetales cuya parte comestible (la semilla) posee en su composición menos del 50 % de agua. Dentro de este grupo están los frutos de cáscara como almendras, avellanas, nueces, pistachos, anacardos o castañas, además de semillas como piñones o pipas (de girasol o de calabaza) y hasta cacahuetes, que en realidad pertenecen a la familia de las legumbres. Por el contrario, no son frutos secos los altramuces (leguminosa) ni los quicos de maíz (cereal), ni los garbanzos (leguminosa) que a veces vienen en algunas bolsas de chucherías.

Un puñado de frutos secos o semillas al día al natural o tostados —nada de fritos, salados, ni con miel— favorece la salud de los niños, a pesar de su contenido calórico. Fuente de energía, son idóneos en el desayuno, el recreo o tras su actividad física preferida. ¿Por qué? Estos son sus beneficios:

  • Ricos en grasas saludables, tanto monoinsaturadas como poliinsaturadas, por lo que su efecto cardioprotector y de prevención del colesterol es indiscutible. En el caso de los peques, resultan claves para un buen desarrollo y rendimiento intelectual.
  • Tienen una alta proporción de proteínas vegetales (entre un 14 % y un 20 %), esenciales para el crecimiento, la reparación y la renovación de los tejidos del cuerpo, en pleno crecimiento y desarrollo en los niños.
  • Importante fuente de fibra. Con unos 5-11 g de fibra por cada 100 g de alimento, los frutos secos ayudan a regular el tránsito intestinal, prevenir el estreñimiento y reducir el riesgo de enfermedades del corazón.
  • Minerales. Proporcionan cantidades destacadas de calcio, magnesio, cobre, potasio, selenio y zinc, fundamentales para la salud de los huesos y el correcto funcionamiento del sistema inmunitario.
  • Vitamina E. Este potente antioxidante resulta muy útil para prevenir problemas oculares en los niños.

Cuándo se pueden dar frutos secos a los niños

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Imagen: Jess Loiterton

La Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda no introducir el consumo de frutos secos enteros en la alimentación del bebé hasta que por lo menos cumpla los tres años de edad, si bien su Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones No Intencionadas en la Infancia apunta en su guía para padres que se deben evitar hasta pasados los cinco años. Pero ¿por qué los niños pequeños no pueden comer frutos secos? Por el riesgo de atragantamiento que entraña su ingesta.

La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL) eleva algo la edad. Recomienda no dar a los menores de cinco o seis años cualquier tipo de fruto seco sin moler “por el alto riesgo que existe de atragantamiento y asfixia”. Y especifica que tampoco debe darse en trocitos debido al riesgo de broncoaspiración (aspiración accidental a las vías respiratorias).

Y es que comer frutos secos o semillas a estas edades puede resultar mortal. Los menores de tres años, explica la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), son el grupo que mayores incidentes de atragantamientos sufre debido a: la falta de molares que permitan una buena masticación, la tendencia a introducirse objetos en la boca y la falta de coordinación entre la deglución y el cierre de la glotis.

Tanto preocupa este tema a los pediatras que incluso ya en 2017 el mismo Comité de la AEP pedía con este artículo que se señalara en el etiquetado “de forma obligatoria la potencial peligrosidad que puede suponer la administración de frutos secos a niños pequeños, de la misma manera que existe legislación con respecto al etiquetado de determinados juguetes”.

🥜 Pronto para prevenir alergias

En cambio, para prevenir la alergia a los frutos secos, una “alergia alimentaria que va aumentando con la edad de los pacientes”, se debe incluir este producto mucho antes. La doctora Ana Martínez-Cañavate, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), insiste en que “introducir precozmente los alimentos alergénicos, entre los 4-6 meses, es una recomendación que hacemos los pediatras alergólogos para prevenir la aparición de la alergia alimentaria”.

La alergia a los frutos secos constituye una forma frecuente de alergia alimentaria en nuestro país (la cuarta con un 25,3 % de los casos, según Alergológica 2015), que suele aparecer después de los 3-4 años. La nuez, la avellana y el cacahuete son los que más alergias provocan, como aparece en el estudio EuroPrevall (2012).

Aunque hace unos años la introducción temprana de alimentos en la dieta de los lactantes se describía como un factor de riesgo para el desarrollo de las alergias alimentarias, la estrategia de posponer la exposición a los alimentos alergénicos no ha reducido este riesgo. Por eso, los especialistas ahora aconsejan no retrasar su inclusión después de los 4-6 meses de edad, y así aprovechar la llamada “ventana de la oportunidad”, un periodo de mayor plasticidad inmunológica en la que hay menos probabilidad de alergia y, en caso de que la hubiera, la reacción sería menor.

Y, especialmente, esta recomendación se hace con un producto muy consumido en los países anglosajones, el cacahuete, si bien en nuestro país es el segundo preferido, por detrás de la nuez, según datos de consumo alimentario.

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Imagen: ROMAN ODINTSOV

Ya en 2015 un ensayo denominado LEAP (Learning Early about Peanut Allergy) llegó a la conclusión de que la introducción temprana del cacahuete en la dieta (durante el primer año de vida) en niños con alto riesgo de alergia reducía el riesgo de desarrollar esa alergia.

Y en diciembre de 2022 un nuevo estudio del mismo equipo investigador (Gideon Lack y colaboradores) observó que si se incorporaba a los 6 meses para toda la población y a los 4 en bebés con eccemas, se lograba una reducción del 77 % de la alergia a los frutos secos, mientras que si se retrasaba hasta el primer año de vida, la disminución de los alérgicos solo era del 33 %. Según sus datos, esto supondría que cada año en Reino Unido se evitaría que unos 10.000 niños desarrollasen alergia a los frutos secos.

“El estudio indica la introducción del cacahuete entre los 4-6 meses sobre todo en niños con dermatitis atópica moderada, que es donde se puede prevenir mejor esa alergia alimentaria, pero también puntualiza que en determinados países donde el cacahuete no es un alérgeno habitual no se modifica ni se previene su aparición”, matiza Ana Martínez-Cañavate.  

Cómo introducir frutos secos en dieta del bebé

Pero esta introducción a los frutos secos no se puede hacer de cualquier manera. Primero pregunta al pediatra de tu hijo. Y ya con su visto bueno, por supuesto, nada de ofrecérselos al bebé ni enteros ni en trocitos, como recuerdan los expertos. Ni se te ocurra hacer baby-led weaning con frutos secos. Entonces, ¿cómo incluir los frutos secos en su alimentación?

Entre las fórmulas seguras y saludables de hacerlo es incorporando los frutos secos triturados, bien molidos, o en polvo:

  • a la leche materna o de fórmula para hacer un puré suave.
  • a sus papillas de frutas o de verduras.
  • al yogur natural para bebés.

Otra opción es mezclar una crema de cacahuete (o mantequilla) o de otros frutos secos (sin azúcar ni sal) con la leche que tome.

En cualquier caso, deberás introducir el nuevo alimento de manera gradual, comenzando con pequeñas cantidades y aumentando la cantidad poco a poco. Pero ten en cuenta, como recomienda la presidenta de la SEICAP, que “lo más importante es dar tomas frecuentes a lo largo de la semana, no tomas ocasionales”.

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