Juegos educativos para los niños en verano

Durante las vacaciones, los juegos con agua, al aire libre y en contacto con la naturaleza se pueden combinar con las adivinanzas y las pinturas
Por Cristian Vázquez 8 de agosto de 2016
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Imagen: a-poselenov

El juego es una actividad de suma importancia para los niños. Y adquiere aún mayor relieve en el verano, cuando el buen clima, el receso escolar y los viajes de vacaciones ofrecen mucho más tiempo y otros espacios donde desarrollarlo. Este artículo ofrece una serie de juegos educativos para esta época del año, que fomentan el aprendizaje y la creatividad de los pequeños: juegos de palabras, adivinanzas, dibujos y pinturas, origami, castillos de arena en la playa, diversiones con agua y con los elementos de la naturaleza.

El juego tiene una importancia fundamental durante la infancia. Además de proporcionar entretenimiento y diversión a los niños, es un elemento clave para su aprendizaje, estimulación y experimentación. El juego y los juguetes, según la ‘Guía para padres‘ de la Asociación Española de Pediatría, «les ayudan a conocerse y a desarrollar su personalidad en áreas como la afectividad, la motricidad, la inteligencia, la creatividad y la sociabilidad«.

Por eso, de alguna manera el juego siempre es educativo para los menores. Y en verano de forma particular, ya que el buen clima, las vacaciones y el tiempo libre ofrecen posibilidades para el juego que no existen durante el resto del año. Es en estos meses cuando alcanza su máxima plenitud la afirmación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) según la cual el juego constituye «la razón de ser de la infancia».

A continuación se enumeran algunas ideas de juegos que permiten aprovechar al máximo el verano y la capacidad de estímulo y aprendizaje por parte de los pequeños.

1. Juegos con palabras

Los juegos con palabras favorecen la creatividad de los menores y les ayudan a ampliar su vocabulario y su competencia léxica. Muchos de ellos, además, tienen la gran ventaja de que para jugarlos no hace falta ningún objeto material: tan solo es suficiente la capacidad de hablar.

Uno de los más sencillos es el juego de las palabras encadenadas, en el cual una persona dice una palabra y la siguiente, otra palabra que comience con la misma sílaba -o la misma letra- que la palabra anterior (cocina-nata-tapa-pañuelo, etc.). También se puede jugar a enumerar palabras de un mismo conjunto: utensilios de cocina, animales, países, etc. Con niños algo mayores se pueden practicar juegos más complejos, como resolver crucigramas o juegos de mesa como el Scrabble.

2. Adivinar el personaje

En general, las adivinanzas divierten mucho a los pequeños. Un tipo particular de adivinanza es el que consiste en descubrir a un personaje que alguien ha pensado y sobre el que solo se pueden responder preguntas con sí o no. ¿Es una persona real? ¿Es un dibujo? ¿Es hombre? ¿Mujer? ¿Es adulto? ¿Es un niño? Esto incentiva mucho la imaginación y la capacidad deductiva de los menores, tanto cuando son ellos los que preguntan como cuando les toca pensar el personaje y luego responder.

Una variante de estos acertijos -útil sobre todo con los no tan pequeños- consiste en escribir nombres de personajes en pósits y luego pegar estos en la frente de los jugadores. De este modo, cada uno podrá ver todos los personajes excepto el que lleva en su propia frente. Por turno, cada jugador hace una pregunta para tratar de descubrir quién le ha tocado. Gana el primero que lo logra.

3. Dibujar y pintar

A los niños les encanta dibujar y pintar. Y los beneficios de estas actividades no se limitan al desarrollo de la motricidad fina y la creatividad, sino que además les ayuda a relajarse, expresarse y desarrollar su sensibilidad y les aporta una sensación general de bienestar. Si además se tiene en cuenta que el verano es la época más idónea para pintar al aire libre y entrar en contacto con la naturaleza, el resultado está repleto de ventajas y elementos positivos. Al dibujar y pintar, los pequeños aprenden mucho sobre el mundo que reproducen en sus obras, pero también acerca de ellos mismos.

4. Practicar origami

La papiroflexia u origami es una actividad que también reporta consecuencias positivas para los pequeños. A la habilidad y el desarrollo de la motricidad fina se añaden los incentivos para la creatividad y para la imaginación, la valoración de la paciencia y el esfuerzo y el refuerzo para la autoestima que significa llevar a cabo una tarea que se ha ideado y por la que se ha trabajado. Además, las obras construidas por medio de estas técnicas pueden convertirse, a su vez, en instrumentos para nuevos juegos: desde aviones y barquitos de papel hasta las típicas grullas y otros animales cuya elaboración es más sofisticada. En YouTube se pueden encontrar miles de tutoriales de origami para niños.

5. Juegos con arena

De entre los entretenimientos de verano, no pueden faltar los juegos de playa. Lo más típico es la edificación de castillos de arena, que fomenta el desarrollo de la motricidad fina y la creatividad de los niños. Los muy pequeños, por su parte, a menudo se divierten al derribar sus construcciones que al erigirlas. Pero todas estas actividades, incluso las más simples, como cavar pozos o llevar arena de un lado a otro por medio de palas, cucharas, cubos y otras herramientas de plástico, incentivan su imaginación y estimulan su aprendizaje.

6. Juegos con agua

Si no hay una playa cerca, puede ser más difícil jugar con arena pero se puede hacerlo con agua. Los juegos con agua son muy refrescantes y permiten disfrutar con plenitud del buen tiempo de esta época del año. Desde las clásicas pompas de jabón hasta las «guerras» de globos de agua o de esponjas, pasando por las carreras con cubos de agua o baile de globos, suponen actividades muy entretenidas y que además requieren mucha actividad física.

7. Jugar con la naturaleza

Las vacaciones de verano pueden ser la mejor ocasión para acercarse a la naturaleza, en particular para los niños que durante el curso escolar casi no salen del entorno urbano. El simple hecho de visitar un parque puede abrir múltiples posibilidades para la «educación en verde» de los pequeños; mucho más si se llevan a cabo excursiones a la montaña, un lago u otros espacios. Podrán entrar en contacto y jugar con plantas y árboles, recoger piedras o conchas marinas, sentir nuevos olores, contemplar otros paisajes, etc.

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