Legrado tras el parto: ¿cuándo se realiza?

El legrado permite retirar los restos de placenta o de membranas cuando quedan en el útero tras el parto, ya que podrían provocar hemorragias o infecciones
Por Marta Vázquez-Reina 7 de marzo de 2012
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Imagen: Nathan Beier

El legrado es una intervención que se realiza, en general, después de un aborto. No obstante, en algunos casos, también es necesario aplicarla durante el periodo puerperal -después del parto- para retirar restos de placenta o membranas que permanecen dentro del útero y pueden dar lugar a hemorragias irregulares o infecciones. La técnica es sencilla: consiste en dilatar el cuello del útero y, con el instrumental adecuado, extraer los restos de la cavidad uterina.

Incidencia del legrado puerperal

El legrado uterino es un procedimiento que se practica con bastante frecuencia a las mujeres tras sufrir un aborto. La finalidad es extraer los tejidos placentarios que permanecen en el útero, para evitar así posibles infecciones posteriores. Sin embargo, esta intervención se realiza también en algunos casos durante el periodo puerperal para retirar restos de placenta o membranas que han quedado retenidos dentro de la cavidad uterina tras el parto.

El servicio de obstetricia del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid publicó en 2010 una investigación que concluye que el legrado puerperal es uno de los posibles sucesos adversos que pueden ocurrir tras el parto. Los datos de este estudio reflejan que la incidencia es similar en los partos vaginales y en los instrumentales, pero menor en los alumbramientos con cesárea.

Cuándo se realiza un legrado

Tal como recoge el manual ‘Fundamentos de Obstetricia’, de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el legrado puerperal se puede realizar en el posparto inmediato si se duda sobre la integridad de la placenta o se detecta una hemorragia irregular y alteraciones en la coagulación en las primeras 24 horas.

También esta técnica se puede emplear de forma más tardía, en la segunda o tercera semana posparto, si persiste una hemorragia irregular causada por la retención de restos placentarios, que interfiere en la contractilidad y retractilidad del útero y puede implicar posibles riesgos de infección.

Cómo se practica un legrado

En la mayoría de los casos, esta intervención se practica de forma ambulatoria, de modo que no es necesaria la hospitalización de la paciente, que puede volver a su casa en el mismo día. Tiene una duración de entre 15 y 30 minutos y requiere por lo general la administración de anestesia, que puede ser general, local o regional.

Para efectuar el legrado, el especialista primero dilata el canal cervical con el instrumental adecuado (espéculo). Luego introduce a través del cuello uterino un instrumento denominado legra, que se utiliza para raspar el revestimiento del útero y extraer los tejidos o restos que permanezcan en él.

Se recomienda guardar reposo durante las 24 horas siguientes a la intervención. Pasado este periodo, la mujer debe comenzar su actividad y restablecer su vida normal entre 5 y 10 días después, aunque durante un tiempo se recomienda evitar levantar objetos muy pesados o realizar grandes esfuerzos.

Posibles complicaciones tras el legrado

El legrado es, por lo general, una técnica de intervención bastante segura y efectiva, aunque en ocasiones, tal como señala el manual de SEGO ‘Fundamentos de Obstetricia’, pueden registrarse ciertas complicaciones posteriores:

  • Hemorragias por la persistencia de restos ovulares, perforación uterina o lesiones traumáticas derivadas del legrado.
  • Infección por no realizarse la extracción total de los restos placentarios del útero.
  • Lesiones cervicales causadas por la laceración superficial del cérvix.
  • Perforación uterina.
  • Síndrome de Asherman.
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