Cómo saber si estoy preparado para ser padre o madre

La maternidad o la paternidad se ejerce ahora de forma más consciente y responsable, por lo que nos lo pensamos más para dar el paso. Te ayudamos en la toma de decisión
Por María Huidobro González 22 de mayo de 2021
paternidad maternidad
Imagen: ID 3907349

Durante el confinamiento se auguró un baby boom. Sin embargo, un año después, la realidad es bien distinta. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre de 2021 el número de nacimientos ha caído un 8,75 % respecto a 2020. La incertidumbre dificulta la toma de decisiones. Y la que rodea a esta pandemia también lo hace a la hora de dar el paso hacia la paternidad o la maternidad. Pero hay más factores. Explicamos cuáles son y aportamos algunos consejos que ayuden en la decisión a quienes dudan si están preparados para ello.

¿Ser padre o madre? Una decisión cada vez más meditada

En la actualidad ser padre o madre es una decisión más de la vida, quizás la más importante. La maternidad o la paternidad se ejerce de forma más consciente y responsable. Las nuevas formas de parentalidad conforman unidades familiares muy distintas a las de hace unos años. Y las técnicas de reproducción aumentan las posibilidades para tener hijos también a edades más tardías.

En cualquier caso, quienes tenemos hijos y queremos que sean felices, buscamos darles cierta calidad de vida en cuanto a educación, cuidados, bienes materiales, vacaciones… Y antes de eso dedicamos más tiempo a formarnos, la incorporación al mundo laboral se retrasa y, por ende, la independencia económica para mantener una familia también. Y aunque tener tanto en realidad no es tan necesario para vivir, esta exigencia a nivel cultural y social es alta, por lo que aplazamos el momento de ser padres a los 35 (la edad media de los primerizos está en torno a los 30 años). Nos lo pensamos más antes de decidirnos.

“No sé si es el momento”. “Ahora no me veo con hijos; igual dentro de unos años”. “Tengo miedo a perder mi libertad si me convierto en madre”. “Quiero ser padre, ¿pero con el mundo así?” Son preguntas y dudas propias de personas con ambivalencia, mujeres y hombres que piensan en la necesidad de cambio, en este caso ser padres, pero que, por otro lado, lo rechazan. “Hay una parte de mi cabeza que prefiere tener hijos y otra que prefiere estar donde estoy. Esta ambivalencia cognitiva se ve muy bien con los fumadores: se contemplan sin fumar, pero les implica renunciar a algunas cosas”, explica Miguel Herrero, psicólogo del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y profesor asociado de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

embarazada maternidadImagen: Cparks

En el caso de quienes dudan en si dar el paso hacia la maternidad y la paternidad es frecuente que se vean bien en la pareja (o sin ella), con deseo de ser padres, ilusionados, con ganas de jugar con los niños… pero también junto a las ventajas consideran los inconvenientes: la crianza cansa, económicamente igual no estamos tan bien, las vacaciones son distintas, mis amigos hacen otros planes… “Tener un hijo es una fuente de alegrías, y también de preocupaciones, de problemas, por lo que si no tengo hijos, no convivo con adolescentes, por ejemplo”, señala el psicólogo.

“Que una persona o una pareja trabaje sus ambivalencias hacia la parentalidad (que todos tenemos en mayor o menor grado) es un acto de responsabilidad y puede prevenir tropiezos en una de las tareas más importantes a las que nos enfrentamos en la vida. De hecho, tenemos consultas relacionadas con una mala adaptación a la crisis que supone la llegada de un bebé a la vida de una persona, de la pareja de progenitores y del resto de la familia”, comenta Blanca Armijo, psicóloga, psicoterapeuta y directora de CBP Psicólogos (Madrid).

Entonces, ante esta dicotomía ¿qué hacer? Demorar la decisión de ser padres o no. Y esto en el plano que nos concierne, tiene sus consecuencias, pues la capacidad física de la mujer para tenerlos no es la misma a los 25 que a los 40 años. A la presión social que pueden sentir se le une la del reloj biológico. “Si la decisión se ha ido posponiendo hasta los 40 años, aparece alrededor de esa edad un replanteamiento sobre este tema porque biológicamente es un momento en el que todos somos conscientes de que no decidir es decidir que no”, reconoce Armijo.

En opinión de Miguel Hierro, otras razones más personales también pueden estar influyendo, de manera que facilitan o entorpecen esta toma de decisión:

  • la infancia que vivieron o recuerdan estas personas puede hacerles inclinarse por una u otra parte de la balanza. En este aspecto también coincide Armijo, quien también apunta otros miedos, como posibles conflictos relacionales de la pareja.
  • valorar mucho el tiempo libre, sentir que no se tienen ataduras, necesitar contar siempre con un margen de maniobra… facilita la demora.
  • centrar la vida adulta en el disfrute tiende a retrasar o descartar la paternidad o maternidad. “Los espacios de ocio de adulto, los tipos de juego y actividades… cada vez son más. Y algunos sienten que tener un hijo implica renunciar a esa parte de calidad de vida”, dice el psicólogo.
  • el entorno social (familiar o de amigos) que tiene hijos o no y cómo afronta esta situación puede animar a llegar a la maternidad o paternidad, o no.

Consejos para ayudarte en la decisión de tener hijos

¿Qué consejos dar a quiénes estén indecisos por dar el paso hacia la maternidad o la paternidad? Es complicado. “El proceso de convertirse en padre o madre es psicológicamente tan complejo que no creo que se puedan dar pautas o consejos generales. Es normal que la llegada al camino de ser padre o madre sea compleja, puesto que el camino lo es, y solo se podrá entender esa complejidad, cuando uno camina por él, aprendiendo en cada paso cómo dar el siguiente”, confiesa Blanca Armijo.

paternidad bebeImagen: Maria Lindsey Content Creator

No tengas miedo a las dudas, miedos e inquietudes

¿Cómo estar seguro de que estaré preparado emocionalmente para ser un buen padre o madre? ¿Cómo garantizar que tendré trabajo, vivienda adecuada, tiempo y energía para apoyar a los hijos en todas sus necesidades, etc.? “El hecho de que aparezcan miedos habla de que la pareja o la persona es consciente de la responsabilidad que conlleva tener un hijo y es capaz de tolerar la incertidumbre sobre su propia capacidad. En cualquier caso, los padres solo pueden asegurar y comprometerse en la intención de protección y cuidados a sus futuros hijos, lo que garantiza ser un padre o una madre ‘suficientemente bueno’ (como afirma D. W. Winnicott) que se equivocará seguro en muchas ocasiones, pero que, si esto ocurre y se da cuenta, intentará resolverlo”, sostiene la psicoterapeuta.

Confía en tu instinto

Posponer la paternidad o maternidad favorece dar ese paso en mejores condiciones laborales, de madurez psicológica, la pareja habrá tenido tiempo de construirse y negociar muchos aspectos de la relación, etc. Pero a veces, como recuerda la psicóloga, haber dejado pasar demasiado tiempo va en contra de la fertilidad biológica y puede incrementar las dudas sobre el proyecto de familia con o sin hijos de la pareja.

De ahí que Miguel Hierro aconseje no ignorar el instinto. “Afortunadamente, tener hijos no es obligatorio; se puede vivir sin tener hijos. Por eso hay que confiar en nuestro instinto. Podemos tenerlos en la medida en que sintamos que podemos tenerlos, porque nos apetece tenerlos”, asegura.

Decide en pareja

Excepto en el caso de mujeres que optan ser madres en solitario, la decisión de tener hijos es un proyecto vital fundamental en cualquier relación de pareja. “Pero también es casi el único proyecto en el que difícilmente uno puede ceder por deseo del otro en una negociación, porque no hay nada más personal e íntimo que el deseo”, destaca Armijo.

Entonces, ¿si tienen visiones opuestas? “Podemos trabajarlas, entender si hay miedos o factores modificables a la base de esa decisión que pueda llevar a la pareja a un acercamiento, pero difícilmente va a producirse una negociación como puede ocurrir en otras decisiones, como si comprar o no una casa. Renunciar a la paternidad o maternidad por el otro o ser padre o madre si no se desea es seguramente un precio demasiado alto para la relación de pareja”, señala la psicoterapeuta.

Prepárate para renunciar

Tener hijos complica la vida, pero también trabajar, irte de vacaciones… Casi todas las decisiones implican renunciar a otras cosas, y no por ello dejamos de tomarlas. Eso sí, tener hijos es una de las pocas cosas que no tienen marcha atrás. “Puedes cambiar de profesión, volver a estudiar, mudarte, empezar un trabajo y dejarlo… pero cuando tienes un hijo lo tienes para siempre”, recuerda Hierro.

¿No es el momento adecuado? Haz esta prueba

Para las parejas que se lo han planteado en su consulta y que piensan que este no es el momento, el psicólogo les pone tarea: “Deben describir en qué consiste el momento adecuado: que estemos trabajando los dos, que tengamos una casa con más dormitorios, que mi hermana no se embarace a la vez… Verbalizan las circunstancias que les animarían a tener hijos. Y entonces, desde cero, se les anima a colaborar con esas circunstancias: buscando casa, empleo, hablando con la hermana…”.

Otros ejercicios que pueden ayudar a aclararte

Ann Davidman, psicoterapeuta familiar con 30 años de experiencia ayudando a personas que no tienen claro si desean tener hijos, propone en un artículo en el medio estadounidense Vox  varias actividades que pueden servir para sacar de dudas a los indecisos. Estas son algunas de ellas:

  • Hacer una lista con tres decisiones tomadas en las que sabías que era la decisión correcta y describir qué sensación sentiste al haberlas hecho. “Esta es la sensación que mereces experimentar cuando decides ‘sí’ a la paternidad o ‘sí’ a una vida sin hijos”, asevera.
  • Simular que tomas la decisión de tener un hijo y vivir con esa idea durante cinco días. En ese tiempo, debes escribir a diario cómo te sientes. “Cuanto más ‘real’ sea esa decisión, más información recibirás sobre ti”, recomienda Davidman.
  • Simular lo mismo, pero en el sentido contrario: no tener hijos. “Cuanto más puedas engañar a tu mente para que la decisión parezca real, más información recibirás sobre ti”, afirma.
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