Siete consejos para que los niños aprendan a leer

Es clave tratar de generar interés para que el pequeño se entusiasme con el aprendizaje y no lo vea como una obligación o un castigo
Por Cristian Vázquez 30 de noviembre de 2015
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Imagen: Esbenklinker

A menudo se piensa que, cuanto antes un niño aprenda a leer, mejor. En realidad, lo más importante es despertar el interés del pequeño por la lectura, a través del ejemplo y de leerle cuentos desde que es un bebé, y, luego, acompañarle e inventar juegos para que se familiarice con las letras y las palabras. Este artículo detalla estos y otros consejos -como procurar que en casa haya libros, dejar que los menores elijan los ejemplares y aprovechar los subtítulos de las películas y la televisión– para que los padres ayuden a sus hijos a aprender a leer.

Aprender a leer es un proceso vital en el desarrollo del niño. Según define el portal Leer.es, desarrollado por el Ministerio de Educación, la lectura es «la herramienta básica del conocimiento y el fundamento de todo aprendizaje», ya que la comunicación lingüística está en la base de todas las demás. «Leemos matemáticas y ciencias naturales; leemos música, literatura o cine», añade el documento.

Lo que no está tan claro es a qué edad exacta deben los pequeños comenzar con este aprendizaje. Si bien está aceptado que la edad de seis años, la de iniciar la escuela, es la más apropiada, hay quienes sostienen que la enseñanza de las letras debe empezar antes e incluso otros que proponen hacerlo después. En Finlandia, de hecho, que cuenta con un sistema educativo de referencia, el aprendizaje de la lectura está pensado a partir de los siete años.

A continuación se apuntan siete consejos para que los padres acompañen a sus hijos en sus primeros pasos en el aprendizaje de la lectura. El primero se relaciona, precisamente, con el momento más apropiado para comenzar a hacerlo.

1. Respetar el tiempo y el interés del niño

El primer consejo que se debe tener en cuenta es respetar el interés del niño. Si muestra deseos de aprender a leer desde pequeño, lo idóneo es satisfacerlo. Pero si no lo hace, lo más conveniente es esperar al momento del aprendizaje en la escuela. Presionarle para que aprenda a leer antes podría propiciar un efecto contrario al deseado: que el menor sienta rechazo hacia la lectura y la vea como algo negativo.

En un informe sobre educación en Argentina, una docente relata una anécdota. Había organizado una especie de taller de lectura en un curso de tercer grado (niños de ocho años). Un día entró a la clase un chico de séptimo (12 años) y preguntó si los alumnos estaban todos castigados. «No, están leyendo», respondió la maestra. «Por eso, están en penitencia», supuso el pequeño. «No, leen porque les gusta», aseguró la profesora. El niño no lo podía creer, pues «para él leer había sido evidentemente una tortura», explica la maestra. Esto es justo lo que se debe evitar.

2. Motivar con el ejemplo

El interés por parte del menor se puede fomentar. Y la mejor manera de hacerlo es a través del ejemplo. Si el niño ve que sus padres leen, querrá leer él también. Este será un primer paso para que se acerque a la lectura. El pequeño puede ver a sus padres leyendo en los momentos más variados y en diversos soportes, desde un libro en el sofá o las noticias en Internet hasta, por supuesto, los cuentos que les leen a ellos.

3. Procurar que en la casa haya libros

Es más probable que en una casa con libros se lea más que en una sin ellos, tanto títulos para adultos, de modo que estos puedan inculcar el ejemplo, como para niños: los hay adaptados para cada edad, incluso para bebés. Los libros infantiles, además, deben estar a su alcance (en estantes bajos y colocados de forma vertical, porque si se apilan unos sobre otros solo cogerán los de arriba), para que puedan disponer de ellos en el momento en que lo deseen.

4. Dejar que los niños elijan sus libros

Siempre que sea posible, se debe intentar que los pequeños decidan qué ejemplares quieren tener en casa. A menudo todos sus libros proceden de regalos, lo cual es bonito, pero -como pasa con los adultos- suelen dar más ganas de leer los que uno mismo ha seleccionado. Visitar la sección infantil de una librería o una librería para niños también es una manera de motivarlos para (y acercarlos a) la lectura.

5. Jugar con las letras y las palabras

Aprender a leer debe ser divertido. Si el menor se aburre, perderá el entusiasmo. En el siguiente vídeo se explica cómo enseñar las primeras letras y palabras a través de tarjetas de cartulina. También resultan muy atractivas las letras imantadas, que vienen en diversos colores y permiten formar palabras en la puerta del frigorífico u otras superficies metálicas. Las letras se pueden convertir en personajes que protagonicen aventuras para que los pequeños se familiaricen con ellas.

A los niños algo mayores les hace mucha ilusión pasar a otros juegos con letras y palabras, como «el ahorcado» o crucigramas sencillos confeccionados por sus padres y que resuelven con su ayuda.

6. Señalar las palabras mientras se lee un cuento

Otra forma de acercar a los menores a las palabras escritas es señalarlas en la página en la que se lee un cuento u otros textos que capten su atención. Así, de un modo casi natural, el niño conoce las letras y las palabras y, casi sin darse cuenta, las incorpora a sus conocimientos. Si esta práctica se combina con las tarjetas o las letras imantadas, los efectos serán aún más notorios y productivos.

7. Activar los subtítulos

En la actualidad, casi todas las películas y los programas de televisión se pueden ver con subtítulos. Si bien lo recomendable es que los pequeños no pasen mucho tiempo frente a las pantallas, también esos momentos se pueden aprovechar para motivarles a leer y que se habitúen a hacerlo.

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